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jueves, 29 de mayo de 2025

RUTAS NEVADAS POR LADAKH



En la ruta por Ladakh pasamos por varios puertos de montaña, con preciosos paisajes nevados. De Manali a Padum había 275km de distancia, y tardamos 9 horas en recorrerlos. 

Atravesamos el Túnel de Atal, que horadaba la roca de la montaña a lo largo de 8,5km, pasando el Rohtang Pass. Era de reciente construcción y ahorraba mucho tiempo de trayecto. Tardamos 9 minutos cronometrados en pasarlo. Lo cruzamos dos veces, por su puerta sur y por su puerta norte. Se veían los picos nevados y nieve junto a la carretera.







Llegamos a Keylung y paramos en Darcha a tomar té calentito. Allí estaba el puente más largo de Himachal Pradesh.

Encontramos muchos torrentes de agua que invadían la carretera y bloque de nieve en deshielo, que deterioraban el asfalto. Vimos muchos grupos de obreros trabajando por tramos, hombres y mujeres. Vivían en campamentos improvisados en la zona de obras, al ser lugares tan remotos. Un duro trabajo.



Ascendimos el Paso Shinkula a 5.053m de altitud, con mucha nieve en las cumbres, en las laderas y junto a la carretera. Las máquinas quitanieves abrieron camino. La carretera formaba un pasillo entre paredes de nieve congelada a ambos lados. Se veía nieve blanca resplandeciente y compacta. Las banderolas de colores ondeaban al viento, y había alguna stupa blanca en el camino.


De Padum a Leh encontramos el gran Glaciar Drang Drung. Su lengua central de nieve y hielo, blanquísima, descendía entre montañas.

Llegamos sl Paso Namikala y al Fatula Top con 4.108m (13.479 pies) de altitud.



En Leh, de camino al Monasterio de Diskit, pasamos el Khardungla Pass, con 5.359m de altitud, según Google Maps y 5.480m según el mojón.

Ruta Leh a Manali
. El paisaje era bonito, con más montañas nevadas. Seguimos el curso del río Indo, que serpenteaba en el valle. Pasamos por cuatro puertos de montaña. El más alto era el Taglangla Pass de 5.328m. Lachungla Pass de 5.064m. Nakeela Pass de 4.738m. Baralachala Pass de 4.889m.






miércoles, 28 de mayo de 2025

FESTIVAL EN EL VALLE DE ZANSKAR

El mítico Valle de Zanskar, en Ladakh, es un valle del Himalaya indio, a 4000m de altura. Una región remota que permaneció aislada durante siglos. Antaño sólo podían comunicarse en enero y febrero, cuando el río Zanskar se congelaba, y la gente podía caminar sobre el hielo. Hoy en día se han construido carreteras y el Túnel de Atal, que horada la roca de la montaña, y permite ahorrar tiempo. Aún así, tardamos nueve horas de trayecto desde Manali a Padum, la capital de Zanskar.

 

En los alrededores encontramos una celebración tipo festival. En medio de la pradera se sentaba un grupo numeroso de unas cincuenta mujeres. Tenían mesas bajas ante ellas, con termos, cuencos y platos de comida preparada: chapati y vegetales. 

Vestían ropajes de estilo tibetano, parduzcos o granate oscuro, con mantones coloridos a la espalda y portaban rosarios de cuentas de madera. Llevaban gorros de lana y de fieltro naranja con pompones. La mayoría de los zanskaris son de origen mixto tibetano e indoeuropeo y el 95% de los habitantes practica el budismo tibetano. Al llegar nos recibieron ofreciéndonos té, un cuenco con yogur espeso y galletas. 



Luego llegaron en camiones un grupo de unos veinte hombres y se sumaron a la celebración. Las mujeres los recibieron colocándoles los pañuelos blancos de seda, llamados khata, al cuello, a modo de bufanda. Era una tradición tibetana recibir al invitado con esos pañuelos ceremoniales en señal de bienvenida, y expresar gratitud y deseos de felicidad o prosperidad. También eran símbolo de pureza y compasión y se utilizaban en Mongolia, Nepal. Se sentaron ante mesas bajas de madera decorada y hojearon unos libros de tablillas, mientras tomaban té. 



Los hombres llevaban un gorro de copa alta con bordados y los extremos del ala hacia arriba. Otros llevaban bombín o casquete. Uno de los hombres debía ser el honorífico porque le colocaron decenas de pañuelos al cuello, aumentado su envergadura. Permaneció sentado impasible observando a la gente, que se levantaba a comer, cada vez más animados, y caminaban alrededor en la pradera.




Entonces llegaron con acordes de música otro grupo de mujeres con ropajes más sofisticados. Portaban tocados con adornos de piedras turquesas, que les caían como una lengüeta sobre la frente y también caían por la espalda, muy peculiares. Sobre los vestidos parduzcos llevaban grandes capas. También les colocaron los thaka de seda blanca al cuello y les ofrecieron cuencos de té.

Todos pertenecían a un grupo étnico ladakhí de religión budista y cultura similar al Tibet y Asia Central.



Leímos que el tocado se llamaba Perak, y era típico de la aristocracia de la región himalaya de Ladakh. Un símbolo de estatus y también protector. Eran largas tiras de cuero con orejeras negras, cubiertas con las piedras preciosas, lapislazuli y turquesas. En la espalda se podía apreciar la cantidad de filas de piedras. Debía pesar bastante. Nos dijeron que se utilizaban en bodas y otras celebraciones.



Los tocados azul turquesa se complementaban con largos colgantes plateados y pompones. Además, las mujeres se adornaban con collares de gruesas piedras y otras joyas de gran tamaño, siguiendo la tradición tibetana.

Sonó la música y empezaron a cantar y bailar con movimientos suaves. Luego bailaron los hombres. Fue una celebración espectacular. Los dejamos a todos sentados en la pradera. Una escena ancestral.




Continuamos visitando monasterios en el Valle de Zanskar. El Monasterio Zongkhul se adosaba a una pared vertical de roca, aprovechando la cavidad de dos cavernas. El edificio principal tenía cinco pisos de altura y fachada blanca con ventanas de madera con cortinillas amarillas. Un monje nos abrió el templo de la caverna más pequeña. La roca de forma irregular era el techado, y el recinto era bastante reducido. Estaba repleto de estatuillas con telas coloridas y con algunas estatuas de mantequilla. 




El Monasterio Sani, uno de los más antiguos, era de planta rectangular con una gran sala con todos los elementos tibetanos: las thankas de colores colgantes, pinturas murales, columnas, asientos en alfombras rojas para los monjes, cuencos para el té, estatuas, timbales y trompetas tibetanas. Había una Biblioteca con los libros envueltos en telas. En la entrada esperaban sentadas al sol un grupo de cinco ancianas, rezando con sus rosarios. Les pregunté que edad tenían y todas contaban alrededor de 84 años. Su rostro estaba surcado de arrugas y sonreían. Portaban collares tibetanos y anillos con piedras turquesas en ambas manos.





El Monasterio Karsha era el más grande, en la escarpada ladera de una montaña. También tenía una sala con las telas de colores colgantes, pinturas murales, asientos para los monjes y una Biblioteca. Nos dijeron que en él vivían hasta 120 monjes, y más en las celebraciones de las pujas en los meses de verano. En invierno aquellos monasterios se quedaban aislados por la nieve durante un mes o más. 





El último que visitamos fue el Monasterio Stongdey, sobre una montaña. Allí vivían 12 monjes. Tuvimos que esperar que un monje fuera a buscar las llaves y nos abriera la sala principal. Mientras nos sentamos en el patio y otro monje nos ofreció té. Tenía magníficas vistas del Valle, con el mosaico de campos cultivados y las montañas nevadas. 




lunes, 26 de mayo de 2025

NAGGAR



Desde Manali fuimos al pequeño pueblo de Naggar, a sólo 20km. Estaba rodeado de bosques de cedros. Allí visitamos el Templo Tripura Sundan, con tejados superpuestos en tres niveles, con forma de pagoda. Estaba dedicados a la diosa Madre Tierra local.



En el interior del templo varias deidades estaban recubiertas de telas coloridas y flores. Las paredes de madera tallada intrincadamente. 





El pueblo de Naggar fue sede del reino de Kullu durante varios siglos. Por ello construyeron allí el Castillo de Naggar, que visitamos.  Construido en piedra y madera en el s. XVI, con una técnica anti-terremotos, que le otorgaba mayor solidez. Alternaron enormes vigas hechas con troncos de una pieza y las hileras de piedra, sin argamasa. Paseamos con los turistas indios por el patio interior. con dos niveles de galerías, muy bonito. Desde la terraza superior había vistas del valle.




En el interior del castillo había un pequeño templo, el Jagti Patt,  con tejado a dos aguas y tallado en madera con trabajos de filigrana. 

En Naggar visitamos la Casa Museo Nicholas Roerich, un ruso orientalista que se estableció allí con su mujer Helena, durante 20 años. Había varios retratos familiares. Fue pintor, filósofo, escritor, arqueólogo, etnólogo y viajero. Pintó más de 7000 cuadros del Himalaya. Algunos se exhibían en la casa, otros estaban expuestos en el Museo Nicholas Roerich en Nueva York. Los cuadros mostraban paisajes de cumbres nevadas y escenas himalayas. La casa era muy bonita, en medio del bosque, con muebles de madera y una galería en el piso superior. En el jardín había unas estatuillas hindúes con telas, y bustos de la pareja. Un personaje interesante y un lugar agradable para vivir, muy inspirador.