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lunes, 8 de septiembre de 2025

LA LÍNEA DE STALIN

Desde Minsk puede hacerse una excursión de un día a la Línea de Stalin, a 30km. Fuimos con un taxi por la App Yandex Go, operativa en Bielorrusia. La Stalin Line era un conjunto de fortificaciones distribuidas a lo largo de la frontera occidental de la antigua Unión Soviética, para proteger al país de un posible ataque. 

Fue creada durante los años 20, pero en 1939 tras el pacto con Hitler y la invasión de Polonia, la frontera se desplazó hacia el oeste y fue sustituida por la Molotov Line, 300km más al oeste. En 1941 la invasión alemana en la llamada Operación Barbarroja pilló a los soviéticos con la nueva línea sin terminar y la Línea Stalin se abandonó.

Se conservan varios puntos de la Stalin Line en buen estado, y el que visitamos es un Museo Militar al aire libre, que conmemora el aniversario del final de la II Guerra Mundial. Entramos en el gran recinto abierto escuchando himnos patrióticos por los altavoces. Hay carteles propagandísticos soviéticos con la imagen de Stalin con su mostacho, soldados despidiéndose de sus madres y esposas, soldados comiendo el rancho (pan y sopa) y Stalin señalando con el dedo ("You") para pedir el reclutamiento.

El día estaba gris y lluvioso, sacamos los paraguas y visitamos el lugar histórico, solitario y triste. Seguimos los senderos entre campos verdes y cruzamos un río por el puente. Vimos tanques, tanquetas, lanzamisiles, aviones, helicópteros y radares expuestos al aire libre. En dos grandes hangares había más maquinaria de guerra. 





Los aviones tenían pintada en el fuselaje una estrella roja en la cola. Vimos de cerca las cabinas de los pilotos. Hay carteles informativos con los modelos de aviones, helicópteros y maquinaria. Leemos que un avión podía acarrear hasta 4000 toneladas de material. Vimos algunos soldados bielorrusos por el recinto, ocupándose de las instalaciones. 


También hay antiguos trenes soviéticos con locomotoras de vapor, que transportaban el equipamiento militar. Luego tomamos cafés en una acogedora cabaña del museo. Un museo que era toda una exaltación de la llamada guerra patriótica. Fue una visita interesante, curiosa y un tanto extraña. 


viernes, 15 de enero de 1993

LOS TÚNELES DE CU CHI

Los túneles de Cu Chi estaban cerca de la capital Ho Chi Min, a 44 km. Los vimos acompañados de un guía y un niño. Caminamos por un sendero en la jungla hasta la entrada de los túneles subterráneos. Estaban excavados a tres niveles bajo el suelo. Las galerías eran pequeñas y estrechas, a medida de vietnamitas, no aptas para claustrofóbicos ni para turistas grandes.


Los túneles se utilizaron durante la Guerra de Vietnam. Había 200 km de túneles. Nuestro guía nos enseñó las trampillas que se hundían al pisarlas y hacían caer a los enemigos en un foso lleno de puntiagudos juncos, que los ensartaban. Las galerías estaban conectadas entre sí, tenían orificios de ventilación, cocinas con un sistema de salida de humo para que se absorbiera gradualmente por el subsuelo y no los delatara ante el enemigo. 

Tenían almacenes, hospitales, camas y salas de reuniones. En la habitación del comandante había una máquina de escribir sobre una mesa, con tazas de té, sillas y un radioteléfono. Todo colocado como si el comandante acabara de salir de allí. Siempre ha habido ciudades subterráneas con la misma finalidad, ocultarse del enemigo invasor.






La Guerra de Vietnam fue un conflicto bélico que duró 20 años, entre 1955​ y 1975 para reunificar Vietnam. Se enfrentó al gobierno comunista de Vietnam del Norte y sus aliados en Vietnam del Sur, (conocidos como el Viet Cong), contra el gobierno de Vietnam del Sur. El Norte estaba respaldado por China y la Unión Soviética, su principal aliado. Y el Sur estaba apoyado por Estados Unidos y otras naciones aliadas. Se calcula que murieron entre uno y tres millones de vietnamitas.​ Demasiadas pérdidas humanas. Estados Unidos tuvo 58.159 bajas, según leímos, y muchos desaparecidos, fue su conflicto más largo.

En los alrededores había viejos tanques, armamento y misiles abandonados y expuestos, formando parte de la memoria histórica del país. El recuerdo de la guerra estaba vivo, y algunos vestían uniformes militares y cascos verdes, comprados en mercadillos de segunda mano. 

Cuando salimos al exterior ya era de noche. En el folleto que entregan a todo aquel que visita los túneles de Cu Chi, decían que el pueblo vietnamita solo desea paz, independencia y felicidad. Deseamos que los túneles formaran parte de la historia pasada, sin volver a ser utilizados, y que las sonrisas de los vietnamitas perduraran.



viaje y fotos realizados en 1993