miércoles, 5 de junio de 2013

EL P.N. KRUGER

Desde Neilspruit fuimos a visitar el Parque Nacional Kruger. Era muy extenso, una franja de 350km de largo por 65km de ancho. Recorrimos su parte sur, entre el río Sabie y el río Cocodrile. Por su vegetación se dividía en varias zonas las tierras al sudeste del río Olifants con muchas acacias y arbustos con pequeñas flores, zona de bosque con sicomoros y caobas, humedales y barrancos.

 

Los rinocerontes eran espectaculares, encontramos un grupo de cinco enormes rinocerontes junto a la pista. Pudimos ver bien sus enormes y afilados cuernos. Por ellos eran víctimas de la caza furtiva. Descansaban apaciblemente, pero no costaba imaginarlos embistiendo. Uno de ellos vigilaba erguido la proximidad de nuestro vehículo. 

El rino black tenía una esperanza de vida de 40 años aproximadamente, una altura de 1,4m-1,6m y un peso de entre 750 y 1040kg los machos, y entre 739-1097kg las hembras. El rino white tenía una esperanza de vida de 45 años. Los machos pesaban entre 2043 y 2300kg, y las hembras pesaban entre 1400 y 1600kg. 





Otro impacto fue encontrar un leopardo moteado, descansando en la orilla del río, y otro entre los arbustos. Vimos sus ojos color verdoso, observándonos. Tremendo felino.


En el río vimos cocodrilos y un grupo de unos diez hipopótamos. Los hipopótamos medio sumergidos dejaban asomar sus ojos redondos como periscopios y sus orejas rosadas. Los que estaban en la orilla comían hierba y movían lentamente sus cuerpos enormes de lomos grises.










Las jirafas reticuladas y las elegantes cebras eran mis animales favoritos. Las jirafas hembras tenían dos protuberancias en la cabeza;  los machos tenían tres protuberancias.






Los búfalos negros parecían llevar una montera en la cabeza astada. Por las pistas encontramos excrementos frescos de animales y buscábamos su rastro. Los excrementos de elefantes eran los más grandes. A uno lo pillamos en plena faena, que acabó con una gran meada antes de alejarse. Encontramos grupos de elefantes con crías, con colmillos blancos. Era un espectáculo verlos comer con la trompa y aletear sus grandes orejas para aliviarse del calor.







Lo más abundante eran los antílopes tipo impalas, elands y kudus. El eland era el antílope de mayor tamaño, el segundo el kudu. Los impalas vivían en grupos de un macho y varias hembras, y podían saltar hasta once metros. Algunos tenían rayas en el lomo, y una especie de diana blanca en el culo.





También había warthogs, la especie de jabalí verrugoso salvaje con colmillos, alguna serpiente y mucha variedad de aves como las gallinas de Guinea moteadas con puntos blancos y con cresta roja.






Un grupo de unos cincuenta babuinos nos salió al encuentro, corriendo por la pista. Algunos tenían a su cría cargada en la espalda. Todos mostraban sus nalgas peladas.


Nos alojamos en el Campamento Pretoriuskop, en bungalows circulares dispuestos en forma de rondavel, en un círculo grande. Andrés Pretorius era uno de los héroes míticos para los afrikáners, al defender a los pioneros del ataque de 15.000 zulús en la batalla épica del río Blood. En su recuerdo dieron nombre a muchas calles de ciudades sudafricanas. 

El P.N. Kruger superó nuestras expectativas, merecía su fama. Estuvimos dos días recorriéndolo, contemplando los animales en su hábítat natural. Su nombre era el recuerdo y homenaje a Paul Kruger, uno de los padres de la nación. Fue uno de los descendientes de los pionero del Gran Viaje, y Presidente de la República de Sudáfrica. 



martes, 4 de junio de 2013

EL BESO DEL HIPOPÓTAMO






Imaginar dos hipopótamos frente a frente. Se rozan, abren sus bocas, parece que se besan. Pero en realidad se están retando, se enfrentan, o juegan, quien sabe. Sus bramidos pueden expresar ambas situaciones. Enseñan sus colmillos amarillentos. Tal vez es una rivalidad por una hembra. Y nosotros somos los espectadores curiosos.





Desde el barco que partía del embarcadero de Santa Lucía, los contemplamos. Estábamos en el Parque de los Pantanos Santa Lucía en Sudáfrica, considerado Patrimonio de la Humanidad. En las orillas había grupos de hipopótamos con sus crías, tomando el sol y descansando. Tenían aspecto de elefantes y eran pesados y lentos, aunque leímos que podían correr. Su piel parecía lisa y áspera, aunque era suave. Podían pesar entre 1,5 y 3 toneladas, y pese a su apariencia imponente y fiera eran herbívoros.





Abrían sus grandes y rosadas bocas uno frente al toro, y se sumergían con un bramido curioso, como un fuerte croar de ranas. Más allá encontramos un grupo de veinte hipopótamos medio sumergidos. Estábamos muy cerca, con el motor detenido, y se distinguían sus ojos saltones con la piel más rosada alrededor y las orejas. Dejaban asomar el lomo grisáceo por encima de la superficie del agua, y nadaban. Estaban bastante activos. Algunos tenían crías pequeñas a su lado y se mostraban protectores. Nos dejaron observarles un buen rato y después caminaron lentamente hacia el interior, a resguardarse de las miradas ajenas.

 

© Copyright 2013 Nuria Millet Gallego

domingo, 2 de junio de 2013

EL LATIDO DE SOWETO

 

 
Soweto era uno de los distritos segregados de Johannesburgo, también llamados townships, en el que vivían entre 2,5 y 5 millones de sudafricanos. Se creó en 1904 para trasladar a las personas no blancas fuera de la ciudad, sin enviarlas demasiado lejos para poder mantenerlas como mano de obra barata, una especie de gueto. Se convirtió en un símbolo y fue testigo de acontecimientos históricos.


 
Subimos a un punto desde el que se tenían vistas de todo Soweto, dominado por la colina de las minas de oro. Johannesburgo fue durante mucho tiempo fue la capital mundial de la producción de oro, pero la explotación minera afectó  al medio ambiente y al suministro de agua potable. La consecuencia fueron aguas ácidas, que podían ser tratadas en procesos que se encarecían demasiado. Por todas partes se veían casitas de planta baja pintadas de colores con tejados rojos. Dos grandes torres de una antigua central térmica, estaban decoradas con dibujos y unidas por un puente colgante; desde ellas se tiraban acróbatas y equilibristas.




Las construcciones eran de ladrillo o cemento, pero también vimos casetas sencillas de uralita con peluquerías y pequeños comercios o bares, donde vendían la cerveza local en envases de cartón. Un museo recordaba la protesta de los estudiantes negros por la imposición del afrikaans como único idioma en las escuelas, que trajo consigo la muerte por disparos de la policía de la víctima más joven de la lucha: un niño de 13 años llamado Héctor Pieterson. En la protesta fallecieron 566 escolares.

 
En la zona de Orlando West, estaba la casa de Nelson Mandela, el hombre que más luchó contra el racismo y por los derechos de la raza negra. Curiosamente la casa estaba junto a la del obispo Desmond Tutu, así que en un pequeño tramo de calle habían vivido dos Premios Nobel de la Paz. La casa de Mandela se construyó en 1945 y vivió con su primera mujer Evelyn, y con Winnie durante unos años más hasta que Mandela fue llevado a prisión en 1960. Estuvo veintisiete años encarcelado. Era una biografía emocionante y que impresionaba, todo el mundo quería y respetaba a Maduba, como le llamaban cariñosamente. El corazón de Mandela, maltrecho, sigue latiendo. Los jóvenes, como las mujeres sentadas en el banco que me sonreían, escribirán el futuro de Soweto. Todos ellos son el latido de Soweto. Escuché ese latido.
 
© Copyright 2013 Nuria Millet Gallego