Tras visitar las Mezquitas de Bani en Burkina Faso íbamos en ruta por la sabana del Sahel africano y entonces sucedió. El Land-Rover volcó sobre el lado derecho y acabó boca arriba. Alguien dijo “apagar el motor!”. No recuerdo por donde salí, creo que por la ventana porque iba en el asiento trasero. Me encontré sentada en el suelo junto al coche volcado, sangrando por la cabeza, con un fuerte dolor en el hombro y bastante aturdida. Miré a mi alrededor y los demás estaban repartidos en el suelo, algunos tumbados y otros sangrando. Del depósito del vehículo salía gasoil a chorro.
Entonces apareció
un Toyota con tres cooperantes y nos llevó hasta la enfermería más próxima, tardamos
casi una hora en llegar. Fue allí cuando empezamos a bromear porque el cuadro
era patético. Nos desinfectaron y suturaron las heridas, y salimos llenos de
parches. Allí no podían hacer más, así que nos llevaron al hospital de Dori,
para que nos viera un médico. Tardamos otra hora en llegar.
Una doctora nos examinó, confirmó la fractura de clavícula y nos colocaron un vendaje con cabestrillo. Pero en Dori no tenían aparato de Rx y para hacernos las radiografías tuvimos que ir a la capital, Ouagadugou. Diagnósticos del grupo: dos fracturas de clavícula, fractura nasal, heridas incisas y contusas con hematomas varios. Pensamos en como íbamos a continuar el viaje con las clavículas rotas y la cantidad de baches que había en las pistas del país. Hicimos una reunión plenaria y decidimos continuar el viaje. Fue una buena decisión. La ironía fue que el accidente sucedió cerca de una población llamada Gorom Gorom, que según nos dijeron, significa “ven y siéntate”, porque fue un importante cruce de caminos en el Sahel. Y vaya si nos sentamos...
Cuando fue el
mecánico todo estaba lleno de gasoil y aceite. Pero el mecánico probó con un
dedo lo que parecía aceite y dijo “Esto no es aceite, es miel”. Se había roto
un tarro de miel que llevábamos. Durante varios días después de limpiar el coche
seguirían cayendo gotitas de miel del techo, derretida por el calor. Fue el
punto dulce de la historia. Con el tiempo lo recordamos como una anécdota y recordamos
la belleza de los paisajes de Burkina Faso y sus gentes. Fue un gran viaje!
Viaje y fotos realizados en 1991
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