En el viaje por
Mali, atravesando el árido Sahel, no esperábamos encontrar pistas
inundadas por la lluvia. La pista que llevaba a la ciudad de Djenné fue
infernal, estaba inundada a tramos o llena de grandes charcos que procurábamos
evitar, con lo que el viejo Land-Rover se ladeaba e iba dando bandazos. Y eso
que no era temporada de lluvias, la gente comentaba que hacía años que no
llovía en esas fechas.
Atravesamos una Puerta de Entrada a la ciudad y fue como entrar en un agujero del tiempo. Parecía una ciudad medieval, y el ambiente de sus calles parecía conservarse desde entonces. Djenné nos impresionó. Estaba ubicada en una isla que formaba el Delta del río Niger. Todas las casas estaban hechas de adobe, con azotea en la parte superior. Unos cuantos árboles salpicaban la plaza y las calles.
La Mezquita de
Djenné fue construida en 1906, aunque la primera se construyó en el s.XII.
Era el edificio sagrado de barro más grande del mundo, hecho de una sola pieza,
con una estructura de más de 5000m. Era un ejemplo de estilo islámico y arquitectura
sudanesa tradicional. Considerada junto al casco antiguo de Djenné como Patrimonio
de la Humanidad.
Las paredes exteriores estaban decoradas con estacas de madera llamadas toron, que también sirven de andamios para las reparaciones. Toda la comunidad participaba en el mantenimiento de la mezquita en un festival anual. La Mezquita tenía varios torreones con agujas o pináculos en forma de cono en la parte superior de cada minarete. Entramos en la sala de oración, con 90 pilares, poca luz y suelo de tierra arenosa, El muro de oración, llamado quibla, estaba orientado a La Meca. Había una zona reservada a mujeres.
El Imam nos acompañó a la azotea. Subimos por unas escaleras exteriores. La azotea tenía múltiples orificios acabados en montículos con tapas de barro; impedían la entrada de la lluvia y también eran el sistema de ventilación de la Mezquita cuando el aire interior era demasiado caliente. Contemplamos desde allí las vistas de Djenné.
La casa más antigua de la ciudad tenía unos 200 años. Su puerta tenía doble entrada para proteger la vivienda de las tormentas de arena. Nos dijeron que algunas viviendas tenían hasta siete entradas sucesivas para evitar la molesta arena.
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