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viernes, 11 de febrero de 2022

SAN CRISTOBAL DE LAS CASAS

En el viaje por México quisimos conocer la región de Chiapas. San Cristóbal de las Casas fue la capital de Chiapas hasta 1892. Fue fundada por Diego de Mazariegos como base regional española en 1528. Permaneció aislada hasta la década de 1970, cuando el turismo la hizo prosperar. Era una ciudad colonial del altiplano, a 1940m de altitud, en un valle rodeado de pinares. Incluida en el programa Pueblos Mágicos de la Secretaría de Turismo de México por su patrimonio arquitectónico y cultural.

Leímos en la guía de la Lonely Planet que la ciudad aún era un punto conflictivo con simpatizantes y algunos adversarios de los rebeldes zapatistas. En el cinturón periférico estaban instaladas colonias de indígenas empobrecidos. Pero el centro histórico estaba muy restaurado, en todo su esplendor. Sus calles coloniales rectas y casas de planta baja o dos pisos, pintadas de colores. Predominaba el amarillo, naranja, granate y azul. 


Entramos por la Avenida de los Insurgentes y pasamos por la arbolada Plaza 31 de Marzo, con algunos vendedores ambulantes, limpiabotas y vendedores de periódicos alrededor de un templete de hierro. En la cercana Plaza del Zócalo estaba la Catedral, pintada de amarillo ocre intenso, con la Capilla de San Nicolás anexa. Estaba junto a unos pórticos de color granate y crema. Destacaban edificios históricos coloniales, como el Hotel Santa Clara y la Posada Diego de Mazariegos, con mucho encanto.




Había numerosas iglesias, museos, parques, patios con plantas y plazas. En las calles se veían los antiguos Volkswagen escarabajo, ya que tenían fábrica en México.



Paseamos por las bonitas calles coloniales. En Real de Guadalupe había muchos cafés y restaurantes con ambiente bohemio. Las tiendas de artesanía aportaban más colorido y algunas mujeres indígenas vendían textiles de forma ambulante. Las mujeres indígenas llevaban el pelo muy largo, recogido en coletas.





Subimos al Cerro de Guadalupe, una colina que dominaba la ciudad, se accedía subiendo un montón de escaleras. Allí estaba a la Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe del s.XVI, pintada de blanco y amarillo. Nos sentamos en las escaleras entre la gente para contemplar el atardecer y la ciudad a sus pies. 




Luego vimos el Templo y Convento de Santo Domingo de Guzmán, con una fachada barroca muy elaborada, de color dorado. Tenía estaturas con columnas y dos águilas centrales. Muy bonita.



En la Plaza Mexicanos había una glorieta frente a la Iglesia del mismo nombre. En la plaza había una posada con encanto, la Posada Belem. 



Otro día fuimos al barrio de El Cerrillo y visitamos su Iglesia. Nos gustó su ambiente de pueblo, calles tranquilas con farolas en la pared de las casas. Había varias calles con nombre de países




Visitamos la Casa-Museo Na Bolom (Casa del Jaguar), centro de investigación de las culturas indígenas y del entorno natural de Chiapas. Fue el hogar de la antropóloga y fotógrafa suiza Gertrude Duby Blom. La casa era preciosa e inmensa con varios patios llenos de plantas, pintada de color amarillo intenso. Tenía un hotel en su interior.

Visitamos las salas dedicadas a las exploraciones de su marido Frans Blom y sus hallazgos arqueológicos. Era un apasionado de México y especialmente de Chiapas. Igual que su alma gemela, Gertrude, que estudió a los indígenas de la selva lacandona y se convirtió en su defensora. Se exhibían fotografías suyas en blanco y negro, de la vida de los lacadones en hamacas, cazando, bebiendo brebajes, retratos de niños y ancianos…También se mostraban los objetos de su cultura: herramientas, recipientes, utensilios de caza e instrumentos musicales.


Otras salas eran la capilla, el dormitorio con coloridos vestidos mejicanos, la biblioteca con una gran chimenea. En uno de los patios había una estatua de un jaguar moteado, emblema de la casa. Fue una visita interesante y muy completa.

Había otros museos interesantes: Museo del Cacao, Museo de las Culturas Indígenas, Museo del Ämbar y varios más. San Cristóbal de las Casas nos enamoró, tenía mucho que ofrecer.

Además San Cristóbal fue nuestra base para hacer varias excursiones por la región de Chiapas: un día a San Juan Chamula, otro a la Cascada el Chiflón, Velo de la Novia y Lagunas de Montebello, y otro día al Cañón del Sumidero y Chiapa de Corzo.

viernes, 16 de octubre de 2009

INCAHUASI Y EL SALAR DE UYUNI


 


El Salar de Uyuni es una maravilla natural, es la mayor extensión de sal del mundo, a 3600m. de altitud y con 12.106 km2. El blanco es cegador. Y el cielo del Altiplano boliviano era de un azul intenso. En alguna zona había pirámides de sal que apilaban los trabajadores. Tenían que picar fuerte con el pico porque la superficie era dura.
El lugar había sido originariamente un gran lago que se secó. El terreno estaba resquebrajado en fragmentos octogonales formando un mosaico hasta que se perdía la vista. Era inmenso.

 

Visitamos el Hotel-Museo de sal, con las camas y todo el mobiliario hecho de sal, además de algunas figuras talladas en piedra de sal,como una llama.



Otra sorpresa fue la Isla de Incahuasi situada en el centro del Salar, formada por rocas volcánicas, algo elevada, y cubierta por cientos de cactus gigantescos. Los cactus eran de la especie Trichocereus con alguna flor lila. Algunos eran enormes, de hasta seis metros de altura, y con varios brazos. Subimos a la cima de la isla y quedamos rodeados por un ejército de alargados cactus. Un paisaje realmente bello y curioso.

Cerca del Salar había un Cementerio de Trenes. En medio de la nada, en un terreno desolado, descansaban las viejas locomotoras y oxidados vagones. En uno de los vagones alguien había escrito "Así es la vida". Trepamos por las máquinas, al techo de los vagones y nos asomamos por todos los agujeros y rincones, imaginando el tren cuando circulaba. Un lugar bastante surrealista.

   


© Copyright 2009 Nuria Millet Gallego






jueves, 1 de octubre de 2009

LA PAZ

 


Y de repente apareció La Paz, asentada en un valle con forma de cuenco, con las laderas repletas de casitas. Entramos en La Paz en autobús por El Alto, un suburbio de la capital que creció hasta convertirse en otra ciudad, donde residían más indígenas Aymaras. La pendiente de las calles de El Alto era brutal, con mucho desnivel, y sus casas estaban construidas con ladrillo anaranjado y adobe.

Desde el Mirador de El Alto se veía el monte Illymani, de 6042m de altitud con las cumbres nevadas. También se veían otros picos de la Cordillera Apolobamba, perteneciente a los Andes. Se percibía el hormigueo constante, el latido de vida de sus calles.

En una zona de El Alto había decenas de casetas pintadas de azul intenso, y con vistosos y curiosos anuncios para recuperar la fortuna. Los maestros y maestras consejeros y curanderos resolvían problemas de trabajo, negocios, pareja o salud. Los clientes esperaban en la puerta, junto a braseros donde hacían sahumerios y quemaban ofrendas.

La Paz fue fundada en el siglo XVI por el conquistador español Alonso de Mendoza, a 3600 m de altitud en el Altiplano Andino. Solo superada por la ciudad de Lhassa en Tibet a 3650m de altitud. Para combatir el soroche, el mal de altura, nos ofrecieron mate de coca o trimate (coca, manzanilla y anís).




Bajamos de El Alto y llegamos al corazón de La Paz. Las calles del casco histórico también tenían desnivel y eran empinadas. Empezamos callejeando por el Mercado de la Hechicería. Lo más curioso es que vendían fetos de llama disecados para ofrecer a los dioses y a la Pachamama. Decían que cuando uno compraba una casa había que bendecirla con el feto de una llama. También había otras ofrendas como dulces y alcohol para tener a los deidades satisfechas. Los puestos eran un batiburrillo de hierbas, raíces y partes de animales, como dientes y otras cosas sin identificar para los hechizos. 


Las calles tenían mucho ambiente. Se veían muchas cholitas, las mujeres mestizas con ropa tradicional: las amplias faldas llamadas polleras, ponchos, sombrero negro o marrón y largas trenzas anudadas en la espalda. Leí que los sombreros eran borsalinos, más altos que el tipo bombín. Seguimos por la calle Linares llena de tiendas de artesanía con coloridas telas, bolsos, fundas de cojines, tallas incas y todo tipo de objetos.



          

El centro histórico tenía una mezcla de edificios de estilo colonial y de épocas posteriores. La calle principal era la Avenida 16 de Julio. Pero la pequeña calle Jaén era la que tenía más encanto colonial, con puertas y ventanas arqueadas, con rejas de hierro forjado y farolas. Fuimos a la Plaza 14 de Septiembre, con bonitos edificios y mucho ambiente. Había puestos callejeros que ofrecían zumos de naranja recién exprimidos. 

Nos gustó la Plaza Murillo, en honor a Pedro Domingo Murillo, considerado el precursor de la independencia boliviana. Tenía bonitos edificios alrededor, como la Catedral Metropolitana, el Palacio de Gobierno y el Palacio Legislativo. Como curiosidad el reloj de este último daba las horas al revés, simbolizando el intento del país de volver atrás y recuperar su identidad, según leímos. 





Las fachadas estaban pintadas de colores y tenían variados ornamentos. L
os patios interiores tenían encanto, con arcos, balcones de madera, vigas en el techo, fuentes y plantas. Algunos se habían reconvertido en hoteles. El Angelo Colonial era uno de ellos, su interior estaba decorado con colecciones de objetos antiguos: relojes, candados, fusiles, llaves, cámaras de fotos, instrumentos musicales, discos de vinilo colgados en la pared, telas, gorros, ángeles, cerillas y candelabros. Precioso, un auténtico museo, donde cenamos. En La Paz pasamos varios días y nos enamoramos de la ciudad y de su gente.