Los san
eran un pueblo nómada africano, también llamados bosquimanos, “hombres
del bosque”. Se desplazaban por el desierto del Kalahari en busca de
agua, alimentos y refugio. Nos dijeron que el término “bosquimano” les
resultaba despectivo y preferían llamarse san. En Bostwana tuvimos
oportunidad de conocerlos y dimos un paseo con una familia san, formada por
tres hombres, tres mujeres y dos niños pequeños. Se presentaron dándonos la
mano y sonriendo; no hablaban nada de inglés pero nos entendimos. Su lenguaje tenía unos chasquidos característicos.
Eran muy delgados, de piel dorada, las mujeres vestían una falda de piel y los hombres llevaban un taparrabos. Tenían cintas en el pelo, pulseras y adornos hechos con cuentas de plástico de colores. Los hombres llevaban el pelo más largo que las mujeres, en peinados con trencitas. Las mujeres cargaban los niños a la espalda.
Caminamos en
hilera siguiendo sus pasos, contemplando sus largas piernas. De repente pararon
y una mujer excavó la tierra sacando un tubérculo. Era grande, parecido a un
coco verde. Con un palo afilado rascaron la superficie y salieron unas virutas
que estrujaron con la mano obteniendo un agua con sabor a regaliz.
Los tubérculos y la carne de caza, de antílopes, jirafas o cebras, eran su dieta tradicional. Era un pueblo de cazadores y recolectores de frutos, hierbas y raíces. Pero tenían un problema porque la caza era ilegal en Bostwana. Además, fueron trasladados de sus tierras ancestrales porque se descubrieron diamantes en la reserva donde vivían.
Luego nos sentamos
y nos hicieron una demostración de como tiraban los “bastones mágicos”,
por ejemplo para decidir la dirección que tomar para ir de caza. Los hombres hicieron
un fuego en pocos minutos frotando dos palos y soplando el extremo cuando
empezó a salir algo de humo por la fricción. Nos enseñaron que los
excrementos de elefantes también podía quemarse y desprendían un humo que ahuyentaba
los mosquitos.
Los acompañamos a su campamento. Ellos estaban en continuo movimiento y habían caminado 250km, procedentes de la frontera con Namibia, hasta llegar allí. Apenas llevaban dos semanas. En Bostwana era donde había más población san, llegando a 40.000 personas, pero también vivían en Namibia, Angola, Sudáfrica, Zambia y Zimbawe.
El campamento eran tres chozas de cañas amarillas, con una pequeña
entrada. Allí solo dormían o se resguardaban durante la temporada de lluvias.
Los hombres se colocaron unos cascabeles hechos con semillas en las piernas,
eran como sonajeros. Todos cantaron batieron palmas, y bailaron con sus adornos
sonoros.
Su cultura y su
modo de vida tradicional estaban amenazados y se enfrentaban
a muchas dificultades. Pero aquella familia nos mostró en un rato sus habilidades
y recursos para sobrevivir en un entorno tan seco y aparentemente hostil. Todo
un ejemplo de adaptación al medio.
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