En Banaripara cogimos un barco para navegar por los backwaters de Shorupkhati. En el primer tramo del río Meghna había varias fábricas de ladrillos rojos y grises, con altas chimeneas despidiendo humo. Los hombres excavaban el fango de las orillas, y agrupaban los ladrillos rojos cocidos. Un trabajo duro. También había grandes troncos cortados en las orillas, esperando ser transportados por el río. Nos cruzamos con barcazas de remo con toldillos. Algunas barcas de motor eran de pasajeros.
En el recorrido paramos en un lugar donde extraían del coco seco la fibra rojiza, la trituraban y quedaba una especie de serrín esponjoso, que resultaba muy resistente.
Utilizaban esa fibra para la construcción de barcos, según nos contaron. También la aprovechaba la industria textil para elaborar hilos, cuerdas, redes de pesca y como relleno para colchones y sillones. Su resistencia y durabilidad la hacían un material adecuado para el mercado de la construcción, como material de aislamiento térmico y acústico. Una variedad de usos que no hubiéramos imaginado.
La escena con la luz dorada del atardecer parecía un cuadro, recordaba a una cuadrilla de segadores en un campo de heno. Otra de las imágenes para recordar del viaje a Bangladesh.
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