En el recorrido por los
backwaters de Shorupkhati paramos en
un lugar donde extraían del coco seco la
fibra rojiza, la trituraban y quedaba una especie de serrín esponjoso, que resultaba
muy resistente.
Utilizaban esa fibra para
la construcción de barcos, según nos contaron. También la aprovechaba la
industria textil para elaborar hilos, cuerdas, redes de pesca y como relleno
para colchones y sillones. Su resistencia y durabilidad la hacían un material
adecuado para el mercado de la construcción, como material de aislamiento
térmico y acústico. Una variedad de usos que no hubiéramos imaginado.
La escena con la luz
dorada del atardecer parecía un cuadro, recordaba a una cuadrilla de segadores
en un campo de heno. Otra de las imágenes para recordar del viaje a Bangladesh.
© Copyright 2015
Nuria Millet Gallego