Las Islas Farasan
eran un archipiélago de 36 islas coralinas en el Mar Rojo, a 40km de la
costa de Arabia Saudí. Solo dos de las islas estaban habitadas. Formaban parte
de un Santuario Marino y destacaban por su biodiversidad. Las aguas ricas
en plancton albergaban una rica vida marina con rayas, delfines, tiburones
ballena, varias especies amenazadas de tortuga y muchas especies de peces,
incluido el pez loro, objeto de un festival de primavera, entre abril y mayo,
en la playa.
En el pasado
tuvieron una gran importancia estratégica, al encontrarse en la ruta comercial
que conectaba el Mediterráneo con Yemen y la India. Y en el s. I los romanos
construyeron un puente en la isla principal, que llamaron Portus Ferresanus,
nombre que con el tiempo derivó en Farasan.
El Ferry de
Jizán a las Islas Farasán era gratuito. En la Terminal de Ferrys había salas
de espera separadas para hombres y mujeres, se pasaban controles de arcos de seguridad y nos cachearon. Aproveché para conversar con las mujeres árabes,
aunque nos entendíamos por gestos pues no hablaban inglés. Algunas se acercaron
y curiosearon mi diario de viajes. Una mujer mayor tenía las manos con
dibujos pintados con henna y bonitos anillos de oro. Le dije que eran unas manos bonitas y
me dejó fotografiarlas.
Las casas
estaban hechas de piedra coralina y decoradas con relieves de estuco con
motivos geométricos y florales. La mansión más espectacular era la Rifai
House, cerca de nuestro hotel. Era una auténtica obra de arte con
una puerta y fachada con elaborados relieves. En una habitación grande
encontramos una especie de biblioteca con estantes en la pared y techo con vigas
de madera pintado de azul. Había otras casas bonitas con relieves, aunque la
mayoría estaban en estado ruinoso. Iluminadas las fachadas y relieves por la
luz dorada del atardecer no costaba imaginar los tiempos de esplendor del
barrio y de las islas. Las calles estaban tranquilas, nos cruzamos con pocas
personas, alguna mujer, gente en bicicleta y niños. Por la noche vimos más ambiente.
Cerca estaba la Mezquita
Najdi, pintada de blanco, con cúpulas y exterior decorado con relieves. Era
una mezquita histórica, pero de aspecto bastante sencillo. Casi nos gustó más
otra mezquita del pueblo pintada de un color anaranjado.
Al día siguiente pactamos
con un taxista un recorrido por la Isla Farasan y la Isla Sajid. No hablaba
nada de inglés y utilizamos el traductor de Google. Primero fuimos al Meade
Bridge, el puente que unía Isla Farasan con Isla Sajid. El Mar Rojo a ambos lados
estaba translúcido, de un azul verdoso, dejando transparentar las algas del fondo.
Había una luz preciosa.
Pasamos por el
pueblo y seguimos hacia Playa Kothub. Nos pareció una maravilla, una
media luna grande de arena blanca con mar verde transparente, con tonalidades
de azul, y rocas doradas. Y estaba totalmente desierta, solos Javier y yo. La
recorrimos de extremo a extremo.
Otra parada fue la Playa Ras Al Qarn, muy alargada y con algas en la arena. El mar tenía un bonito color. La Playa Alhsas tenía grandes formaciones coralinas y dunas con vegetación. En la arena tenía grandes caracolas blancas semienterradas
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