jueves, 16 de mayo de 2024
ISLAMABAD, LA CAPITAL
martes, 14 de mayo de 2024
MULTÁN, LA LLEGADA A PAKISTÁN
martes, 21 de febrero de 2023
LAS ISLAS FARASAN
Las Islas Farasan
eran un archipiélago de 36 islas coralinas en el Mar Rojo, a 40km de la
costa de Arabia Saudí. Solo dos de las islas estaban habitadas. Formaban parte
de un Santuario Marino y destacaban por su biodiversidad. Las aguas ricas
en plancton albergaban una rica vida marina con rayas, delfines, tiburones
ballena, varias especies amenazadas de tortuga y muchas especies de peces,
incluido el pez loro, objeto de un festival de primavera, entre abril y mayo,
en la playa.
En el pasado
tuvieron una gran importancia estratégica, al encontrarse en la ruta comercial
que conectaba el Mediterráneo con Yemen y la India. Y en el s. I los romanos
construyeron un puente en la isla principal, que llamaron Portus Ferresanus,
nombre que con el tiempo derivó en Farasan.
El Ferry de
Jizán a las Islas Farasán era gratuito. En la Terminal de Ferrys había salas
de espera separadas para hombres y mujeres, se pasaban controles de arcos de seguridad y nos cachearon. Aproveché para conversar con las mujeres árabes,
aunque nos entendíamos por gestos pues no hablaban inglés. Algunas se acercaron
y curiosearon mi diario de viajes. Una mujer mayor tenía las manos con
dibujos pintados con henna y bonitos anillos de oro. Le dije que eran unas manos bonitas y
me dejó fotografiarlas.
Las casas
estaban hechas de piedra coralina y decoradas con relieves de estuco con
motivos geométricos y florales. La mansión más espectacular era la Rifai
House, cerca de nuestro hotel. Era una auténtica obra de arte con
una puerta y fachada con elaborados relieves. En una habitación grande
encontramos una especie de biblioteca con estantes en la pared y techo con vigas
de madera pintado de azul. Había otras casas bonitas con relieves, aunque la
mayoría estaban en estado ruinoso. Iluminadas las fachadas y relieves por la
luz dorada del atardecer no costaba imaginar los tiempos de esplendor del
barrio y de las islas. Las calles estaban tranquilas, nos cruzamos con pocas
personas, alguna mujer, gente en bicicleta y niños. Por la noche vimos más ambiente.
Cerca estaba la Mezquita
Najdi, pintada de blanco, con cúpulas y exterior decorado con relieves. Era
una mezquita histórica, pero de aspecto bastante sencillo. Casi nos gustó más
otra mezquita del pueblo pintada de un color anaranjado.
Al día siguiente pactamos
con un taxista un recorrido por la Isla Farasan y la Isla Sajid. No hablaba
nada de inglés y utilizamos el traductor de Google. Primero fuimos al Meade
Bridge, el puente que unía Isla Farasan con Isla Sajid. El Mar Rojo a ambos lados
estaba translúcido, de un azul verdoso, dejando transparentar las algas del fondo.
Había una luz preciosa.
Pasamos por el
pueblo y seguimos hacia Playa Kothub. Nos pareció una maravilla, una
media luna grande de arena blanca con mar verde transparente, con tonalidades
de azul, y rocas doradas. Y estaba totalmente desierta, solos Javier y yo. La
recorrimos de extremo a extremo.
Otra parada fue la Playa Ras Al Qarn, muy alargada y con algas en la arena. El mar tenía un bonito color. La Playa Alhsas tenía grandes formaciones coralinas y dunas con vegetación. En la arena tenía grandes caracolas blancas semienterradas
domingo, 22 de mayo de 2022
LA NICOSIA GRIEGA (LEFKOSA)
Nicosia, la capital de Chipre, tiene una singularidad: está dividida en la zona griega (llamada Lefkosa) y la zona ocupada turca (llamada Lefkosia). La frontera, conocida como Línea Verde, se cruza andando por la calle Ledra y en otros siete puntos. Cambiaba el idioma del griego al turco y la moneda, del euro a la lira turca. En algunas calles interiores se veían tramos de alambre de espino y bidones.
Recorrimos la famosa calle Ledra con cafés chipriotas de terracitas, tabernas tradicionales y comercios. Al final estaba el Check-point, la frontera con la parte turca. Era una simple caseta metálica, como de obra, con una barrera. Una curiosidad histórica.
En la ciudad antigua de Nicosia vimos las Murallas
Venecianas, construidas por los venecianos en 1567 para protegerse de las
invasiones otomanas. En 1570 los otomanos invadieron Larnaka y tres meses más
tarde destruyeron la fortificación, matando a 50.000 habitantes. Las murallas
eran bonitas e imponentes. Por su parte baja habían construido un paseo entre
palmeras, cipreses y fuentes. Tenían cinco bastiones en el sector sur: Trípoli,
D’Avila, Constanza, Prodocatano y Carafto. Entramos por las cercanías de D’Avila.
Visitamos la Mezquita Omeya, del s.
XV, con su alto minarete. Me dejaron entrar poniéndome una túnica granate
larga, que tenían colgada en la entrada. En el interior alfombrado solo había
hombres rezando, y muchos coranes en las estanterías de alrededor.
Cerca estaba el Palacio del Arzobispo
de estilo neobizantino y la Iglesia Agios Ioannis, La Iglesia Panagia Chrysalionitissa
del s. XV era la iglesia bizantina más antigua de Nicosia, dedicada a la Virgen.
El barrio Chrysalionitssa estaba al borde de la ciudad antigua y cercano
a la llamada Línea Verde. Era muy tranquilo y casi no se veía gente. Las casas
estaban adornadas con macetas con plantas. Se veía alguna casa antigua bonita
con paredes de piedra dorada y contraventanas verdes, como debían ser antes. Por
allí estaba el CVAR, el Centro de Artes Visuales.
Visitamos la Casa de Hataigeorgakis
Kornesios, de estilo otomano. Acumuló gran riqueza y poder trabajando de Dragoman,
cargo de intérprete, traductor y guía oficial entre los turcos y las embajadas.
Vimos las habitaciones con camas con dosel, el comedor, la sal de divanes y
cojines para los huéspedes, el jardín con palmeras y estatuas, el hammán con
techo de bóveda y orificios que dejaban filtrar la luz. Era una casa muy grande
y decorada con gusto, con baules pintados y mobiliario antiguo. Creo que el
Dragoman acabó decapitado y su familia tuvo que huir, pero con el tiempo
recuperaron la mansión. Fue una visita interesante.
Fuimos al Museo Municipal Levantis, una
mansión neoclásica, pero estaba cerrada. Seguimos callejeando por Laiki
Yitonia, la zona sur de la ciudad, que fue durante años el área de los pintores
y vendedores. Vimos la Iglesia Arcángel Miguel del s. XVII, gótica con exterior
franco-bizantino, usada como iglesia ortodoxa, con iconostasio de oro y exvotos
de plata. Una muestra del eclecticismo de la ciudad.
Para acabar el día cenamos en una taberna tradicional junto al Check-point. El interior estaba repleto de cuadros y fotografías. Pedimos champiñones, croquetas de berenjena y queso feta, y croquetas de calabacín, con vino blanco. Desde la terraza podíamos ver a los que cruzaban andando la frontera.