El segundo día en el Delta del Okavango contratamos una excursión a la Reserva Moremi. Leímos que la Reserva reunía la mayor concentración de vida salvaje del continente.
Fuimos en un jeep con asientos traseros abiertos, por pistas arenosas. En dos horas llegamos a la puerta sur de la Reserva. Allí nos registramos y desayunamos. Nada más entrar nos recibieron varios grupos de diferentes especies de antílopes: impalas, kudus, Steinbock y Tsessebe. Había antílopes con cuernos y sin ellos, con cuernos cortos y largos, negros a anillados blancos y negros.
En seguida vimos elefantes
cogiendo hojas de las ramas con su trompa y arrancando ramas enteras. También
se frotaban contra los troncos y llegaban a partirlos. Eran unos destructores
de árboles, pero muy bellos. Podían comer unos 300kg y bebían 160 litros de
agua diarios. Cada trago con la trompa eran unos 9 litros.
El jeep se metió por las pistas de la sabana, por una zona de hierba alta amarilla, territorio de los leones. De repente paró y el guía señaló una mancha marrón a lo lejos. No veía nada, pero entonces se movió. Nos aproximamos más y distinguimos una leona merodeando arriba y abajo. Y entonces sucedió la gran sorpresa: tras un termitero blanco asomó la cabeza de un león con su melena. Nos aproximamos a pocos metros del termitero, y entonces el león se levantó, imponente. Fueron unos momentos inquietantes. El león nos miró y me sentí desprotegida con los asientos abiertos del jeep. Dos zancadas y llegaba hasta nosotros. Pero decidió ignorarnos y retrocedió marchándose. Impresionante.
Comimos en la Laguna
Xini, un marco inmejorable. Nos sentamos en el tronco de un árbol a
contemplar la laguna y aparecieron antílopes, ñus, jirafas y elefantes
simultáneamente. Nos recordó a la laguna del Parque Nacional Etosha, en
Namibia. Las jirafas abrían sus patas delanteras en triángulo para poder
llegar al agua a beber. Se acercaban a la orilla lentamente y con cautela,
vigilantes.
Había un grupo de elefantes bañándose. bebiendo y echándose barro con la trompa para refrescarse. Uno de ellos amenazó a una jirafa, que acabó por irse, pero con paso lento, con dignidad. Luego los elefantes desfilaron en hilera con sus crías pequeñas junto a la orilla, ondulando sus trompas, y se perdieron en la sabana. Fue emocionante y todo un privilegio ver la fauna salvaje en su hábitat natural y contemplar la naturaleza del entorno.