Zakopane era la estación de montaña más famosa de Polonia y capital de los deportes de invierno. Estaba a una altitud entre 800 y 1000m, a los pies de los montes Tatras, la cordillera más grande de los Cárpatos. Cuando fuimos en mayo la temperatura descendió a 5º. Era un pequeño pueblo de casas tradicionales de madera con chimeneas y tejados inclinados para la nieve. El ambiente era el de una estación alpina de esquí, rodeada de bosques. Con la construcción del tren a finales del siglo XIX, se convirtió en una de las zonas de balnearios más populares de Polonia.
La Ulika Krupowki
era su calle principal con comercios, cervecerías y restaurantes, de estilo
rústico. Había puestos callejeros que vendían quesos ahumados de oveja,
típicos de la región, y roscos de pan con semillas de sésamo. Probamos varios
quesos, muy sabrosos.
Después fuimos a la Villa Koliba, una preciosa casa tradicional de 1892, creada por Witkiewiez Albergaba el Museo del Estilo Zakopane. Nos hicieron colocar polainas de fieltro para no dañar los suelos de madera. Visitamos todas las acogedoras estancias y salones de la casa, decorados con todo detalle. Las habitaciones tenían en un ángulo las grandes estufas de azulejos de cerámica. Originalmente funcionaban con carbón, pero las habían adaptado para funcionar con electricidad. Las cortinas, alfombras y colchas de las camas eran coloristas. Las vigas de madera del techo estaban talladas con dibujos florales y geométricos, como los azulejos de la cocina, con cucharones y tazas colgando. Muy acogedora.
Visitamos la Iglesia de Dobro, un pueblo cercano. Estaba construida con madera ensamblada, sin un solo clavo, a la manera tradicional. Era una de las más antiguas de Polonia, de 1490. Decían que el párroco enseñaba la iglesia, pero nos abrió la puerta una chica, y la visitamos con un pequeño grupo de colegiales con su profesora.
El techo y las paredes estaban cubiertos de pinturas murales coloristas que se conservaban muy bien para no haber sido restauradas. Era un lugar especial, una mezcla de las iglesias rusas y vikingas. El altar era un tríptico grande, y en lugar de campana usaban una especie de xilófono, llamado dulcémele, del s. XV. El exterior de la iglesia también nos pareció muy bonito.
Visitamos las Iglesias
Parroquiales, la nueva y la antigua. Y nos gustó el cementerio antiguo Pęksowy
Brzyzek, con cruces con tejadillos triangulares y tumbas curiosas. Algunas
tenían formas alargadas como tótems tallados en madera; otra tenía una figura
tallada con un Cristo de los Dolores, sentado con la cabeza apoyada en su mano,
como si estuviera pensativo, una postura inusual. Era el panteón donde descansaban
escritores, políticos, escaladores y artistas polacos.
Otra de las iglesias de madera que visitamos fue la Iglesia de San miguel Arcángel en Dębno, a 34km de Zakopane. Era una de las seis iglesias declaradas Patrimonio de la Humanidad, de la provincia (voivodato) de Baja Polonia o Małopolska en polaco. Y una de las iglesias medievales más antiguas de Polonia, de finales del siglo XV, con una cúpula piramidal añadida un siglo más tarde.