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miércoles, 28 de noviembre de 2007

BARILOCHE

 

San Carlos de Bariloche, abreviada Bariloche, era el centro turístico de la Región de los Lagos en Argentina. La ciudad estaba a 700m de altitud, junto la Cordillera de los Andes. Tenía una arquitectura alpina con un toque propio de la Patagonia, al utilizar maderas nobles locales y una construcción única de piedra.

Subimos al Cerro Campanario, primero en taxi y luego en telesilla. La panorámica era de 360º, impresionante. Desde todos los ángulos se veía el Lago Nahuel Huapi, salpicado de verdes islas y rodeado por montañas nevadas. Bariloche era una estación de esquí, pero en primavera tenía un paisaje espectacular. Por la carretera y por todas partes se veían grupos de flores amarillas, tipo retama, que florecían en noviembre. Las aguas del lago tenían un color azul brillante y lucía el sol. En la cima había un restaurante semi circular con ventanales panorámicos, y allí nos sentamos a contemplar el bello paisaje.

Al día siguiente embarcamos en un catamarán grande que nos llevó a la Península de Quetrihue. Las montañas con cumbres nevadas se reflejaban en la superficie lisa del lago. Bajamos y recorrimos unas pasarelas de madera a través del bosque de Arroyanes, que era único en el mundo. Los arroyanes patagónicos se caracterizaban por su tronco color canela anaranjado. No tenían corteza y por eso su tacto era frío y parecido a una piedra lisa. Tenían algunas manchas blancas en los troncos. En la parte alta tenían hojas verdes, pero en todo el bosque predominaban los tonos anaranjados.








En medio del bosque de arrayanes había una coqueta cabaña de madera que, según decían era en la que se había inspirado Walt Disney para su película “Bambi”. Comimos bocadillos en la Playa del Toro, sentados en un tronco grisáceo fosilizado. Una pareja de patos con seis crías se acercó a curiosear y luego se metieron en el agua. Cerca de la playa había unas pinturas rupestres muy sencillas.



Caminamos por un bosque precioso de sequoias y de altos árboles coníferos. Había mucho contraste entre el verde y las matas amarillas. Subimos al Cerro Bellavista y al Cerro Otto, donde había otra confitería circular giratoria que ofrecía vistas de 360º. Las vistas del lago y las islas eran magnificas