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jueves, 11 de mayo de 2017

TEMPLOS COREANOS


El Templo Saanggye-sa estaba en el Parque Nacional Jirisan, en medio de un paisaje boscoso de pinos y cedros, junto a un arroyuelo. Llegamos en autobús desde Busan, en dos horas de trayecto. Tenía edificaciones y pabellones a diferentes niveles, comunicados por escaleras. Los tejadillos negros y rojos asomaban entre las copas de los árboles. Atravesamos dos puertas de entrada con grandes figuras de guardianes, parecidos a los de la mitología hindú. Los techos estaban pintados de verde y decorados con cenefas con motivos geométricos y figuras de Buda. Bajo un pabellón había una gran campana y un tambor aún más grande. Desde el templo partía un sendero hasta las cascadas Buril Popko.





El Templo Beomeo-sa era el más importante de Busan. Construido en el s.VII, fue destruido durante la invasión japonesa y reconstruido en 1713. Estaba envuelto en la espesura del verde bosque. La puerta de entrada era muy bonita, con dos grandes columnas de piedra. El recinto estaba formado por varias edificaciones con una gran plaza central. Encontramos a los monjes reunidos, con sus rezos y música rítmica. En algunas zonas había cientos de farolillos de colores colgando. Estaban de celebración y se juntaron en la plaza para fotografiarse. Vestían túnicas granate suave y por debajo camisolas grises.

En los interiores del templo había imágenes de Budas dorados con flores, y en cada sala oraban los fieles. El monasterio, como muchos en Corea, admitía estancias de visitantes que quisieran compartir la experiencia de convivir con los monjes. Lo hicimos en Japón y fue interesante ser testigos de la vida de los monjes. Esta vez no tuvimos oportunidad por falta de tiempo.






















Caminando desde la Fortaleza de Busan llegamos al Templo Monasterio Seokbul-sa estaba en una garganta con grandes imágenes talladas en la roca. Eran casi el doble de nuestro tamaño. Una diosa sujetaba un ánfora, y sobre la cabeza tenía esculpidas doce minicabezas. Como curiosidad vimos varias esvásticas en los muros, la cruz gamada que simboliza la fertilidad en Asia. Había escaleras que subían a cuevas más altas con otras esculturas en la roca. Fue una sorpresa encontrar el templo en la garganta. Un rincón realmente especial.

 



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martes, 9 de mayo de 2017

MERCADOS Y COMIDAS COREANAS

J
 















El Mercado de Pescado Jalgachi en Busan era el más grande de Corea, según leímos. Busan era una moderna ciudad costera en la desembocadura del río Nakdong. Su mercado era impresionante, con mucho ambiente. Había una variedad enorme de pescados: anguilas, salmonetes, pulpos, atunes, rapes, pepinos de mar y babosas, langostas y gambas, ostras, almejas y mejillones gigantes de 30cm (¡) Alrededor había puestos callejeros con peces vivos en cubetas y peceras, y restaurantes dentro del mercado, que cocinan lo que se elige.

Cenamos en el restaurante de Jackie en el segundo piso, una deliciosa sopa de pescado y gambas braseadas, acompañadas del montón de platillos habituales. Jackie nos explicó que su octogenaria madre fue la fundadora, y que llevaban varias generaciones de su familia en el mercado.







Las comidas coreanas pueden reunir hasta 17 platillos, formando una estética composición. Es típico el kimchi, una preparación fermentada con diferentes vegetales, principalmente col, pero también pepinos, berenjenas, calabaza o rábanos, de sabor avinagrado. A veces usaban anchoas o gambas en salmuera para la fermentación. Era un método para conservar los vegetales en invierno. Como curiosidad el kimchi está considerado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. También es típico el Panjeon, especie de tortilla con cebollinos y a veces gambas. El Bibimbap es un plato de arroz, carnes, huevo y verduras con salsa picante.

 A los coreanos les gustan las parrilladas de carne y pescados como el Mackerel, un tipo de caballa. En los puestos callejeros ofrecen gambas en tempura, repollo, berenjenas marinadas, acelgas, tofu, arroz, noodles y dumplings, las empanadillas chinas. En cuanto a bebidas, probamos el Makgeoli, un vino de arroz. La gastronomía coreana fue una parte importante del viaje.

 








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