En los interiores del templo había imágenes de Budas dorados con flores, y en cada sala oraban los fieles. El monasterio, como muchos en Corea, admitía estancias de visitantes que quisieran compartir la experiencia de convivir con los monjes. Lo hicimos en Japón y fue interesante ser testigos de la vida de los monjes. Esta vez no tuvimos oportunidad por falta de tiempo.
Caminando desde la Fortaleza de Busan llegamos al Templo Monasterio Seokbul-sa estaba en una garganta con grandes imágenes talladas en la roca. Eran casi el doble de nuestro tamaño. Una diosa sujetaba un ánfora, y sobre la cabeza tenía esculpidas doce minicabezas. Como curiosidad vimos varias esvásticas en los muros, la cruz gamada que simboliza la fertilidad en Asia. Había escaleras que subían a cuevas más altas con otras esculturas en la roca. Fue una sorpresa encontrar el templo en la garganta. Un rincón realmente especial.
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