El Templo Soleb era el mejor templo
egipcio en territorio sudanés. La región de Nubia en Sudán estuvo bajo el dominio anglo-egipcio desde
1896 hasta su independencia en 1956 y los egipcios dejaron su huella histórica.
Era un templo de piedra arenisca, rodeado de palmeras próximas al río Nilo. Altas
columnas doradas con capiteles truncados se recortaban en el cielo azul.
Contamos nueve columnas. Fue construido por el Faraón Amenhotep III en el 1300
a.C. Dedicado al dios Amon-Ra, el dios solar, con una
planta copia de la de Luxor.
Se distinguían muy bien los pictogramas y jeroglíficos grabados en la piedra, como la cruz de Ankh, que representaba la vida, el dios Horus representado como un halcón o un hombre con cabeza de halcón. Horus era el dios de la realeza en el cielo, la guerra y la caza. Había figuras de faraones con sus altas coronas oblongas del Alto Egipto, propias del sur, inscripciones… Otras figuras que debían ser esclavos tenían los brazos atados. Era el sueño de un arqueólogo.
Cerca estaba el Templo dedicado a la
Reina Tiya Sadinga, la esposa de Amenhotep III. Apenas una columna se
mantenía en pie, entre multitud de grandes piedras. Lo interesante era la necrópolis
descubierta entre 2009 y 2012, que tuvo unas 80 pequeñas pirámides de las que
quedaban ruinas de ladrillos de adobe. Leímos que tenían miles de cámaras
funerarias con ofrendas, que databan de la época del Reino de Kush meroítico. La
sorpresa fue encontrar unas enormes caras de piedra sonrientes, con
nariz y labios gruesos. Con esa sonrisa nos despedimos de los templos milenarios.