domingo, 4 de febrero de 2018
EL PUEBLO ANTIGUO DE AL HAMRA
domingo, 24 de octubre de 2010
NAVEGANDO ENTRE LAS GARGANTAS DEL RÍO YANGTSÉ
jueves, 29 de octubre de 2009
TARABUCO Y SU MERCADO
Los domingos se celebraba el mercado en el pueblo de Tarabuco. Fuimos en minibús desde Sucre, en un trayecto de hora y media.
El Mercado de Tarabuco nos gustó mucho por el colorido y el ambiente con gente indígena de los pueblos de los alrededores. En el museo textil de Sucre leímos que los Tarabuco no eran un grupo étnico ni una comunidad compacta, pero se denominaba así a los de la región porque compartían indumentaria y rasgos de identidad común.
Hombres y mujeres
vestían con la indumentaria tradicional, ponchos coloridos y sombreros
peculiares. Los hombres llevaban monteras, probable herencia de los
soldados conquistadores. Las mujeres llevaban los sombreros borsalinos tipo bombín, y la mayoría usaba otro tipo de sombreros negros altos, con
borlas, visera trasera y adornos con dibujos con cuentas de colores.
En los puestos del
mercado vendían frutas y verduras, pero sobre todo textiles, tejidos coloridos,
gorros, calentadores, muñecas, guantes, chumpas (jerseys) y chuspas (las bolsas para
llevar la coca). También vendían madejas de lana de colores intensos,
teñidos con tintes vegetales. De vez en cuando pasaban burros de carga con las
mercancías compradas. Había un terreno donde aparcaban a los burros.
En la elaboración
de un tejido de menos de un metro de largo se podía tardar de dos a tres meses,
según nos dijeron Los tejidos mostraban escenas costumbristas agrícolas, de la
recolección, la elaboración de pan en los hornos, el pastoreo de llamas y
ganado, funerales y bodas. Las figuras ocupaban una parte de la tela en franjas
y el resto eran figuras geométricas. Todo de gran colorido e imaginación. Eran
motivos tradicionales a los que habían incorporado alguna innovación.
Comimos en la plaza un menú popular de arroz con pollo frito y papas por unos pocos bolívares. Los indígenas locales pasaban ante nuestra mesa como en un desfile. Sus rostros eran morenos y curtidos, surcados de arrugas y enmarcados por los diferentes sombreros.
martes, 17 de octubre de 2000
EL LAGO TRITRIVA Y LAS TERMAS
Los taxi-brousse
no llegaban hasta el lago, así que negociamos el trayecto con un taxista desde
Antsirave. La pista que llevaba al lago estaba en mal estado y fimos bastante
lentos. Pero el paisaje compensó. Eran todo colinas con terrazas escalonadas
de arroz, y campos de espigas de trigo crecido. Era la zona de Madagascar en
la que vimos más cultivos. Antes de llegar una barrera nos cerró el paso; había
que pagar entrada. Bajamos y fuimos
caminando, acompañados de varios niños que vendían piedras semipreciosas de la
zona.
El Lago
Tritriva resultó impresionante. Con sus aguas verdosas y su entorno de
abetos parecía un paisaje canadiense más que africano. Quedaba encajado entre
paredes de roca que lo rodeaban. Era una plácida bañera entre los altos
árboles. Hicimos fotos desde diferentes ángulos y en una de ellas nos dimos
cuenta de que el lago tenía la forma del mapa de África. Una curiosidad.
Decían que era muy profundo y tenía una leyenda parecida a la de Romeo y Julieta, que dos amantes se suicidaron en él por su amor imposible. Nosotros no nos bañamos, pero sí lo rodeamos con calma, contemplando sus tranquilas y verdes aguas, y las paredes escarpadas.
En la misma
carretera estaba el pueblo de Betafo, conocido por sus baños termales.
Eran varias habitaciones individuales con una pequeña bañera de piedra natural,
de la que manaban chorros de agua caliente. Cuando querían detener el chorro,
colocaban una madera en el caño. La chica que me dio el masaje trajo un cubo
con un cacito y me iba mojando a medida que masajeaba. Primero cervicales y
espalda, después brazos y piernas. Apretaba los músculos con un vigor diría que
excesivo. Duró poco, pero fue agradable.
Al salir curioseamos por el pueblo, viendo su iglesia y las fachadas de las casas con balcones de madera. Era día de mercado y había mucho ambiente. Vendían sombreros de rafia, decenas de sombreros extendidos por el suelo.