La ciudad polaca de Wroclaw fue una de nuestras favoritas en Polonia, una ciudad medieval con mucho encanto. A orillas del río Oder, con sus 12 islas, 112 puentes y los parques de la ribera del río, la comparaban con Venecia.
El corazón del casco antiguo era la Plaza Rynek, la segunda más grande del país, después de la de Cracovia. Sus dimensiones nos impresionaron. En la parte central estaba el Ayuntamiento, una mezcla de gótico y renacentista. El tejado tenía forma triangular con pináculos blancos, que destacaban en el ladrillo rojizo. Las fachadas de las casas eran de color granate, verde, amarillo ocres y anaranjadas, con tejados con buhardillas y chimeneas.
En una esquina de la plaza había dos casas preciosas apodadas Hansel y Gretel (Jas i Malgoria), unidas por una puerta barroca. Subimos a una torre para contemplar las vistas, como una maqueta medieval. Otra de las plazas era la Plaza Solny (Plaza de la Sal), donde había una feria de artesanía.
Seguimos callejeando
y nos acercamos al río Odra. Llegamos a la isla de Ostrons Tumski, donde estaba
la Catedral con sus dos torres y otras iglesias, además del Seminario,
el museo y biblioteca. Wroclaw conservaba, como otras ciudades polacas, sus antiguos
tranvías azules y verdes, que formaban parte del paisaje urbano.
Fuimos a ver el famoso Cuadro del Panorama de la batalla de Raclawice, y nos impresionaron sus dimensiones, de 15m de altura y 115m. de diámetro. Representaba cuando los campesinos se unieron al ejército polaco para luchar contra los rusos a principios del s. XIX. Los polacos ganaron la batalla, pero finalmente fueron aplastados por el ejército zarista y Polonia dejó de existir oficialmente hasta la I Guerra Mundial. Estaba expuesto en un recinto circular, y el efecto era tridimensional. Habían colocado troncos, matorrales, carromatos y otros objetos en el terreno de alrededor, y parecía que estaban integrados en el cuadro. A nosotros mismos nos parecía estar metidos en el paisaje del cuadro.
También visitamos el Museo Nacional en un edificio antiguo con buhardillas en el tejado, y las paredes cubiertas de hiedra. Vimos arte sacro, retablos, pinturas y esculturas, armas y colecciones de objetos de plata, monedas y arte moderno. Muy interesante y completo.
Nos alojamos en el histórico Hotel Monopol, un hotel centenario, el más antiguo de la ciudad, donde se alojaron personalidades como Picasso, Madame Curie y Hitler que salía a los balcones para dar sus conferencias. Nuestra habitación estaba justo sobre el balcón.
Y cenamos en el Perro
Dorado (Zloty Pie), en un sótano abovedado, decorado con instrumentos musicales:
un violoncelo, acordeón, trombón, y radios antiguas. Sirvieron la comida en
paelleras grandes con mangos de madera. Pierogi, sopa zurek y de setas, pollo
con pepinillos y patatas polacas. Muy rico.
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