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domingo, 28 de mayo de 2006

LA CIUDAD MEDIEVAL DE WROCLAW

 


La ciudad polaca de Wroclaw fue una de nuestras favoritas en Polonia, una ciudad medieval con mucho encanto. A orillas del río Oder, con sus 12 islas, 112 puentes y los parques de la ribera del río, la comparaban con Venecia. 

El corazón del casco antiguo era la Plaza Rynek, la segunda más grande del país, después de la de Cracovia. Sus dimensiones nos impresionaron. En la parte central estaba el Ayuntamiento, una mezcla de gótico y renacentista. El tejado tenía forma triangular con pináculos blancos, que destacaban en el ladrillo rojizo. Las fachadas de las casas eran de color granate, verde, amarillo ocres y anaranjadas, con tejados con buhardillas y chimeneas.



En una esquina de la plaza había dos casas preciosas apodadas Hansel y Gretel (Jas i Malgoria), unidas por una puerta barroca. Subimos a una torre para contemplar las vistas, como una maqueta medieval. Otra de las plazas era la Plaza Solny (Plaza de la Sal), donde había una feria de artesanía.





Seguimos callejeando y nos acercamos al río Odra. Llegamos a la isla de Ostrons Tumski, donde estaba la Catedral con sus dos torres y otras iglesias, además del Seminario, el museo y biblioteca. Wroclaw conservaba, como otras ciudades polacas, sus antiguos tranvías azules y verdes, que formaban parte del paisaje urbano.


Fuimos a ver el famoso Cuadro del Panorama de la batalla de Raclawice, y nos impresionaron sus dimensiones, de 15m de altura y 115m. de diámetro. Representaba cuando los campesinos se unieron al ejército polaco para luchar contra los rusos a principios del s. XIX. Los polacos ganaron la batalla, pero finalmente fueron aplastados por el ejército zarista y Polonia dejó de existir oficialmente hasta la I Guerra Mundial. Estaba expuesto en un recinto circular, y el efecto era tridimensional. Habían colocado troncos, matorrales, carromatos y otros objetos en el terreno de alrededor, y parecía que estaban integrados en el cuadro. A nosotros mismos nos parecía estar metidos en el paisaje del cuadro. 

También visitamos el Museo Nacional en un edificio antiguo con buhardillas en el tejado, y las paredes cubiertas de hiedra. Vimos arte sacro, retablos, pinturas y esculturas, armas y colecciones de objetos de plata, monedas y arte moderno. Muy interesante y completo.

Nos alojamos en el histórico Hotel Monopol, un hotel centenario, el más antiguo de la ciudad, donde se alojaron personalidades como Picasso, Madame Curie y Hitler que salía a los balcones para dar sus conferencias. Nuestra habitación estaba justo sobre el balcón. 

Y cenamos en el Perro Dorado (Zloty Pie), en un sótano abovedado, decorado con instrumentos musicales: un violoncelo, acordeón, trombón, y radios antiguas. Sirvieron la comida en paelleras grandes con mangos de madera. Pierogi, sopa zurek y de setas, pollo con pepinillos y patatas polacas. Muy rico.



miércoles, 24 de mayo de 2006

CRACOVIA

 

Llegamos en tren a Cracovia y fuimos directos al Kazimiers, el barrio judío. Nos alojamos en el Hotel Klezmer Hois, un lugar maravilloso y literario que pertenecía a un músico amigo de Spielberg y Polanski. Nuestra habitación era una buhardilla. Mantenía el acogedor ambiente y la decoración de las casas judías antes de la guerra. Estaba repleto de cuadros, encajes, alfombras. Visitamos la Sinagoga del barrio. 

Cracovia fue capital durante medio milenio. El conjunto arquitectónico medieval y renacentista mereció la categoría de Patrimonio de la Humanidad. Paseamos por su casco antiguo y la gran Plaza Rynek Glowny. En un lateral estaba la torre del Ayuntamiento, del s.XV, en otros la Iglesia de San Adalberto con una cúpula verde. La Iglesia de Santa María tenía dos torres de 69 y 81m de altura. La más alta estaba rematada por una corona y una esfera doradas, en la que estaba escrita la historia de Cracovia. Entramos y admiramos el gran retablo, las vidrieras y los murales. 


En la parte central de la plaza estaba el Mercado de paños, reconstruido en estilo renacentista, con arcos de bóveda y galerías de arcadas laterales. Estaba lleno de tiendas de artesanía. La Catedral estaba repleta de sepulcros y retablos, muy recargada. Subimos a su torre para contemplar las vistas de la ciudad.

Paseamos por todas las calles descubriendo cafés, pastelerías y restaurantes con encanto, decorados con velas, maderas, encajes, flores y todo tipo de objetos antiguos. Había una gran variedad de ellos, todos eran acogedores y transportaban a otros tiempos. Como el Café Europeiska, donde tomamos chocolate negro y espeso. O una cafetería con una colección de molinillos de café en sus paredes. O el Café Aleph, un restaurante judío con arcos de bóveda, cuadros por todas partes y candelabros de siete brazos. La ciudad conservaba los viejos trolebuses.








Otra visita fue la Universidad, el Colegio Maiusdonde estudió Copérnico. Estaba en un edificio gótico del s. XV. Tenía un bonito patio porticado. Allí vimos una colección de instrumentos astronómicos que habían sido utilizados por Copérnico, según decían. También estaba en la exposición el globo terráqueo más antiguo del mundo de 1540, mostraba ya el continente americano.

El Castillo de Wawel era el símbolo de la identidad nacional polaca. Sus orígenes se remontaban al s. XI. Fue incendiado y saqueado por suecos, prusianos y austriacos, y los polacos lo recuperaron a principios del s. XX. Visitamos primero las estancias del rey y los aposentos reales. Eran una sucesión de salas de mobiliario palaciego, de estilo renacentista y barroco. En el techo de la sala del trono se observaban 30 rostros tallados en madera. Había muchos tapices, cuadros y jarrones. Lo que más nos gustó fueron las grandes estufas de cerámica, formada por cientos de azulejos, y situadas en un ángulo de las amplias habitaciones.





Otro día visitamos las Minas de sal de Wielickza, a 15km de Cracovia. Eran un laberinto de 300km de túneles distribuidos en nueve niveles, el más profundo a 327m bajo tierra. Funcionaron ininterrumpidamente durante 700 años como mínimo. Empezamos bajando unos trescientos escalones e internándonos en unas galerías apuntaladas por tramos de madera. La sal era negruzca. Encontramos grutas de piedra de sal, transformadas en capillas con retablos e imágenes, y salas adornadas con estatuas y monumentos tallados en sal.


Estuvimos un par de horas recorriendo los 3,5km de túneles abiertos al público. La temperatura era de 14º, más cálida que en el exterior. Encontramos lagos subterráneos de aguas verdosas en grutas de gran altura. La sala más grande y famosa era la Capilla de Santa Kinga, de 12m de altura y 54m por 17m. Se tardó 30 años en construirla y todo estaba tallado en sal, desde los candelabros hasta el retablo, con murales en relieve. Estaba iluminada por grandes lámparas de lágrima de vidrio. Había un gran restaurante y leímos que allí se celebraban bodas, bailes de nochevieja, conciertos, conferencias y eventos deportivos. Un lugar especial a trescientos metros bajo tierra.