El Mercado tenía una alta torre de adobe con adornos triangulares. Estaba en una plaza con varias tiendas tipo colmado.
lunes, 19 de febrero de 2024
CHINGUETTI, LA CIUDAD SAGRADA
miércoles, 6 de septiembre de 2023
EL MONASTERIO DERVICHE Y POCITELJ
Desde Mostar fuimos
en un minibús hasta Blagaj, a solo 12km de distancia. Blagaj era una pequeña
población atravesada por el río Buna. Su principal punto de interés era la Casa
de los Derviches llamada Tekke (o Tekija). Los Tekkes eran los monasterios
sufíes, la rama mística del Islam. El monasterio estaba encajado entre una
alta pared de roca y el río. Su imagen se reflejaba en las aguas color
esmeralda del río Buna era una de las más icónicas de Bosnia. Aunque el
día estaba algo nublado las aguas mantenían su color verde intenso.
Los Derviches eran un importante grupo religioso sufí de la zona, y el monasterio construido en el s, XVI, era el lugar donde celebraban ceremonias y promovías las ciencias y las artes.
Para entrar en el
monasterio nos descalzamos y me puse un pañuelo en la cabeza. En el interior
había una sala de reunión con divanes, aulas con algunos libros islámicos
antiguos, salas de oración, una habitación con chimenea triangular blanca y un
hammán con una cúpula decorada con estrellas con vidrios de colores.
Desde la galería
del Tekke nos asomamos al río y vimos la Cueva Vrelo Bune, y las
pequeñas cascadas que formaba el río. Una barca permitía acceder al interior de
la cueva con ayuda de una cuerda.
Cruzamos por un
puente al otro lado del río, para tener vistas del Tekke en la roca y su
reflejo en las aguas verdes. Alrededor había varios restaurantes agradables, en
terrazas escalonadas.
Cerca del Monasterio estaba Pocitelj, un bonito pueblo fortificado construido sobre un anfiteatro natural a orillas del río Neretva. Estaba considerado Patrimonio de la Humanidad. Las primeras murallas se levantaron en el s.XIV durante el reinado del monarca bosnio Stephen Tvrtko I, para tratar de resistir a los otomanos. Estuvo unos años bajo control húngaro, pero los turcos lo invadieron en 1471 y se quedaron durante cuatro siglos, por lo que dejaron huella en sus edificaciones.
Atravesamos calles
empedradas con casas tradicionales con tejadillos, chimeneas, puertas de madera, y alguna tienda de
artesanía.
Destacaba la Torre
Gavrankapetan, de forma octogonal, bajo la que se apiñaban las casas del
pueblo. Subimos a la Torre para contemplar las vistas. Sobresalía el minarete y las cúpulas de la Mezquita
Hajji Alija, junto al río serpenteante. La mezquita fue destruida por las
bombas croatas durante la Guerra de Bosnia, pero la habían reconstruido. También vimos las
cúpulas verde oxidado del antiguo hammán y la Torre del Reloj de 16m de altura.
miércoles, 15 de febrero de 2023
MEDINA, LA CIUDAD DE LOS PEREGRINOS
Medina (Madinah) era una de
las dos ciudades santas de Arabia Saudí, junto con La Meca. La zona central de
la ciudad estuvo prohibida a los no musulmanes hasta 2019, cuando el país se
abrió al turismo. En La Meca el acceso continuaba vedado a los infieles. Nos
sentimos unos privilegiados de poder visitarla. Llegamos en el bus de la
compañía estatal SAPTCO, la única compañía de autobuses. Fue un trayecto de
cinco horas desde Jeddah.
Era conocida como
la “ciudad del Profeta”, por ser donde Mahoma, el fundador del Islam, encontró
refugio tras ser exiliado de la Meca. La Mezquita del Profeta tenía un
profundo significado para los musulmanes de todo el mundo. Se decía que fue
construida por el propio profeta en el 622 d.C. y albergaba su descanso final,
junto a los dos primeros califas, bajo la cúpula verde construida por los otomanos.
La mezquita era el lugar donde antaño estaba su modesta casa de barro y madera.
Tenía 10 minaretes con una altura de 104m, añadidos en diferentes épocas. Una gran explanada con suelos de mármol rodeaba la mezquita, adornada por 250 paraguas retráctiles de grandes dimensiones y diseño de inspiración japonesa, que se desplegaban para proteger a los fieles del sol y de la lluvia en las horas de oración. Leímos que tenía capacidad para 250.000 personas, pero algunos decían que su capacidad era de un millón de personas en todo el recinto. Vimos riadas de personas llegando en las horas de oración.
Nos impresionó el
ambiente de devoción y espiritualidad, abigarrado y variopinto. Había peregrinos
de todo el mundo: de África, de Sudán, Tanzania, Somalia, Túnez, asiáticos
de las antiguas repúblicas soviéticas como Kirguistán, de Malasia, Indonesia, Hong
Kong, Filipinas, Pakistán…Europeos la verdad es que no encontramos. Las indumentarias eran muy variadas. Los hombres
vestían largas túnicas blancas o de tonos arenosos y se veían casquetes y turbantes. Las mujeres asiáticas vestían abayas y pañuelos coloridos. Alternaban
con otras con abayas negras que apenas mostraban la ranura de los ojos. Nosotros
caminábamos inmersos entre todos ellos, intentando pasar desapercibidos. Todos
éramos conscientes de estar en un lugar histórico y sagrado.
Mujeres y hombres rezaban
en recintos separados. Me acerqué a curiosear a la entrada de mujeres, adornada
con paneles dorados. HabÍa una guardiana sentada en la puerta, que me sonrió y
me permitió entrar. El interior tenía muchas columnas con arcos de herradura y estaba
alfombrado. Había varias mujeres en sillas de ruedas. Unas rezaban de pie y
otras sentadas en las alfombras.
Después fuimos
paseando por la calle peatonal Quba, hacia la Mezquita del mismo
nombre. Era un trayecto de 3,5km, con tiendas de reliquias, de abayas y
teterías. Muchas estaban cerradas por la oración. La Mezquita de Quba
era rectangular, de grandes dimensiones y de un blanco resplandeciente. Tenía cuatro minaretes
y dos cúpulas. Fue la primera mezquita islámica construida. El Profeta Mahoma
colocó sus primeras piedras y sus compañeros acabaron la construcción. Entré en
la zona de mujeres y vi el ambiente.
Desde allí fuimos
a la antigua Estación de Ferrocarril de Hiyaz. El ferrocarril construido por el imperio otomano
conectó Damasco y Medina entre 1908 y 1916, pero la Rebelión Árabe contra los turcos en la I Guerra Mundial, interrumpió el proyecto. La guerrilla árabe de Lawrence de Arabia destruyó
trenes y tramos de vía. La bonita estación estaba restaurada, con arcos de ladrillo rojo y vidrieras
de colores. La vimos casi en la puesta de sol, con la luz dorada. En el
interior albergaba un museo con fotos antiguas. Y en el exterior se conservaba
un tren con vagones de madera color miel y locomotora negra de vapor. Fue otro
de los atractivos de la ciudad histórica de Medina.