La “ciudad de las mil
ventanas”, así la llamaban, porque todas sus ventanas estaban orientadas en la
misma dirección y eran de proporciones similares. Producían un efecto curioso.
Estaba situada junto a un meandro del rio Osuma. Considerada Patrimonio de la Humanidad, con su Castillo y sus casas escalonadas en la colina, entre la verde vegetación, era una de las ciudades más bonitas de Albania.
Estaba situada junto a un meandro del rio Osuma. Considerada Patrimonio de la Humanidad, con su Castillo y sus casas escalonadas en la colina, entre la verde vegetación, era una de las ciudades más bonitas de Albania.
A un lado del río estaba el barrio Mangalem, tradicionalmente musulmán, y al otro el barrio Gorica, cristiano. En Mangalem estaba la Mezquita del Sultán, una de las más antiguas de Albania, en restauración. Callejeamos y visitamos el Museo Etnográfico, una casona de piedra del s. XVIII con dos plantas y balcón de madera. El piso superior era la residencia de la familia. La habitación para recibir visitas tenía divanes otomanos, mesas bajas, braseros, chimenea, palmatorias. La habitación del taller mostraba dos telares, ruecas, huso, plancha de hierro, ovillos, tejidos. La cocina era el centro de la casa, con una claraboya en el techo, balanza, chimenea, piedra de moler, sartenes y morteros, entre otros objetos. La parte baja y porche de la casa eran para el ganado y almacén de productos (olivas, aceite, cereales).
Subimos a la Iglesia
St. Michael, a media altura de la colina, bajo el castillo. Estaba cerrada,
pero el camino era muy bonito entre el verde, amapolas y flores amarillas, y
compensaban las vistas.
Tres puentes cruzaban el
río Osuma, dos peatonales y uno para vehículos. Uno de los peatonales era el Puente Gorica, de 1780. De piedra con
nueve arcos y 130 m. de largo.
Cruzamos al barrio Gorica, donde estaba el Monasterio Spiridon rodeado de cipreses, con frescos originales bastante deteriorados, iconos y un iconostasio restaurado. Recorrimos el barrio paseando sus estrechos callejones blanqueados, con parras.
Cruzamos al barrio Gorica, donde estaba el Monasterio Spiridon rodeado de cipreses, con frescos originales bastante deteriorados, iconos y un iconostasio restaurado. Recorrimos el barrio paseando sus estrechos callejones blanqueados, con parras.
Subimos al castillo por
una cuesta empedrada, bastante empinada. La Kala Ciudadela del s.XIV era impresionante, con 24 torres. El
recinto interior era enorme, todo un pueblo de casas blanqueadas. Sus moradores
ofrecían bordados, visillos con vainica, mermeladas y compotas artesanales.
Vimos la antigua cisterna de aguas subterráneas, la iglesia Holy Trinity y la
Acrópolis. Recorrimos la muralla hasta el torreón del promontorio más alejado.
Las vistas desde allí eran panorámicas, de las casas y tejadillos de Berat. Una
imagen para el recuerdo.
©
Copyright 2019 Nuria Millet Gallego
Texto
y fotos
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