El segundo día en el Perito
Moreno decidimos hacer un trekking por el glaciar. Después de desembarcar
caminamos por un bosque de lengas, altos árboles junto al Lago Argentino, y
llegó el plato fuerte del día. Los guías nos pusieron los crampones en las
botas, nos aconsejaron caminar con los pies separados y nos enseñaron trucos
para las subidas y bajadas. Éramos un grupo pequeño de quince personas con dos
guías.
A veces daba la
sensación de estar sumidos en un mar de crestas blancas. Subíamos, bajábamos
y nos metíamos por estrechos desfiladeros de altas paredes. El hielo a
veces se veía translúcido y otras con el azul intenso casi añil que tanto nos
atraía. Disfrutamos un montón de la caminata.
Hacia el final del trayecto vimos sobre la nieve una caja blanca con la cruz roja, un botiquín colocado en un sitio estratégico. No fue necesario usarlo, nadie se cayó ni resbaló. Y para acabar tuvimos una sorpresa: el bar del Perito Moreno. Entre la nieve había un par de mesas y unas cajas de madera. Sacaron vasos, whisky y picaron hielo con el piolet. Así fue como acabamos el trekking por el Perito Moreno, tomando un whisky con hielo que nos calentó el cuerpo y alfajores de chocolate. Después de ver y navegar la cara norte y la cara sur del glaciar, la caminata fue el colofón de la visita. Una maravilla de la naturaleza.