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jueves, 15 de noviembre de 2007

LOS GLACIARES Y EL LAGO ONELLI

 

Desde El Calafate hicimos una excursión en barco por el Parque Nacional de los Glaciares. Embarcamos en Puerto Bandera y pasamos un paso estrecho conocido como la Boca del Diablo, para recorrer el brazo norte del Lago Argentino. Lucía un sol espléndido y el cielo estaba azul. El barco era un catamarán grande de dos pisos, con ventanales panorámicos y buena calefacción. Tenía dos pasillos laterales y la parte de proa y popa para salir al exterior a contemplar las maravillas de la travesía.

La primera parada fue el Glaciar Spegazzini, que debía su nombre a un botánico italiano. Era más alto que el Perito Moreno, con paredes de 80m a 135m de altura, un ancho de 15km y 25km de longitud. Una mole de hielo ante nosotros.



Estaba alimentado por otros dos glaciares, el Mayo Norte y el Peineta. Vimos algún desprendimiento y escuchamos el estruendo que lo acompañaba. Un espectáculo de la naturaleza

Seguimos la navegación y encontramos enormes icebergs pasando junto a ellos. Algunos formaban arcos y tenían oquedades. Uno de ellos parecía la cara de un fantasma. Muchos tenían tonos azules por el grado de compactación del hielo y el efecto refractivo de la luz. Los témpanos o icebergs solo emergían el 15% sobre el nivel del agua, y el 85% restante permanecía bajo el agua.








El Glaciar Upsala también era impresionante. Era una lengua enorme de hielo que bajaba de las montañas para desembocar en el Lago Argentino, de aguas color azul lechoso o verdoso, por los sedimentos. Se conocía como “leche glaciaria” que provenía de las partículas minerales suspendidas en el agua, cuyo origen se debía a la erosión producida por el glaciar en sus lechos rocosos. Los glaciares era ríos de hielo que se forman por acumulación de nieve en las cuencas superiores o ventisqueros; la nieve se transforma en gránulos que eliminan. Toda esa explicación la leímos en el folleto informativo que nos dieron a bordo del catamarán.




Las paredes del Upsala tenían de 60 a 80m de altura, y el glaciar tenía de 5 a 7km de ancho y 60km de longitud. Inmenso. Se veían grietas verticales azules, y la parte superior de la pared con forma de agujas picudas. En alguna parte el hielo estaba sucio de la tierra y rocas que arrastraba la morrena, pero eran zonas muy pequeñas. El blanco deslumbrante lo dominaba todo. 

Era el más grande del Parque Nacional de los Glaciares, y el más largo de Sudamérica. Debía su nombre a la ciudad sueca homónima, cuya universidad patrocinó en el s.XX el primer estudio geológico de la región. En 1932 una expedición al mando del Coronel Emiliano Huerta y el ingeniero Mario Berbne, realizó el primer cruce del Hielo Continental Patagónico, atravesando el Glaciar Upsala. En los últimos años, con el cambio climático, se había observado un importante retroceso.



Tras cuatro horas de navegación entre glaciares, desembarcamos en la Bahía Onelli. Caminamos unos 800m a través de un bosque precioso, un típico bosque andino patagónico y los árboles eran langas. Vimos muchos troncos arrancados de raíz y otros rotos, por la fuerza del aire. Era increíble el poder de destrucción de esta fuerza, pero creaba un paisaje irreal y bello. Y al otro lado del bosque encontramos la gran sorpresa: el Lago Onelli.


Tres glaciares confluían en el Lago Onelli: el Onelli, el Bolado y Agassia. De ellos provenían los cientos de témpanos que flotaban y se reflejaban en la superficie del agua. Caminamos al extremo más distante del lago, contemplando la infinidad de formas del hielo: un témpano parecía un cisne, otro un fraile con capucha, otro un barco, otro un dragón, un animal con la boca abierta, una foca apoyándose en las aletas, una cara con ojos y boca redondas…Tocamos el agua y estaba fría, nos dijeron que tenía 5º, una persona que cayera al agua sólo aguantaría dos minutos con vida. El lago fue la última maravilla que vimos aquel día en el Parque Nacional de los Glaciares. Un impresionante Patrimonio de la Humanidad.




miércoles, 14 de noviembre de 2007

TREKKING POR EL GLACIAR

 

El segundo día en el Perito Moreno decidimos hacer un trekking por el glaciar. Después de desembarcar caminamos por un bosque de lengas, altos árboles junto al Lago Argentino, y llegó el plato fuerte del día. Los guías nos pusieron los crampones en las botas, nos aconsejaron caminar con los pies separados y nos enseñaron trucos para las subidas y bajadas. Éramos un grupo pequeño de quince personas con dos guías. 



Tras las instrucciones empezamos el trekking por el Perito Moreno. Trepamos por las crestas de nieve, caminando entre dunas blancas, agujas y lagunas de un azul translúcido. Saltamos grietas profundas de un azul añil. Bebimos agua del glaciar. Los guías llevaban piolets e iban construyendo escalones en el hielo y facilitando el camino.


A veces daba la sensación de estar sumidos en un mar de crestas blancas. Subíamos, bajábamos y nos metíamos por estrechos desfiladeros de altas paredes. El hielo a veces se veía translúcido y otras con el azul intenso casi añil que tanto nos atraía. Disfrutamos un montón de la caminata.





Hacia el final del trayecto vimos sobre la nieve una caja blanca con la cruz roja, un botiquín colocado en un sitio estratégico. No fue necesario usarlo, nadie se cayó ni resbaló. Y para acabar tuvimos una sorpresa: el bar del Perito Moreno. Entre la nieve había un par de mesas y unas cajas de madera. Sacaron vasos, whisky y picaron hielo con el piolet. Así fue como acabamos el trekking por el Perito Moreno, tomando un whisky con hielo que nos calentó el cuerpo y alfajores de chocolate. Después de ver y navegar la cara norte y la cara sur del glaciar, la caminata fue el colofón de la visita. Una maravilla de la naturaleza.




martes, 13 de noviembre de 2007

EL PERITO MORENO



Desde El Calafate fuimos a ver el Glaciar Perito Moreno, en la Patagonia argentina.  Formaba parte del Parque Nacional de los Glaciares. Por el camino vimos montañas con las cumbres nevadas y el Lago Argentino de aguas color azul lechoso, un color especial por los sedimentos. El glaciar tenía 5km de frente y 30km de extensión. Las paredes de 60m de altura equivalían a 20 pisos. Cogimos un barco grande que se aproximó a la impresionante pared de hielo. Algunas zonas tenían color azulado, con distintos tonos, según el espesor del hielo y la entrada y refracción de la luz. 



Navegamos por la cara norte del glaciar, con paredes de 50 a 60m de altura. De vez en cuando se desprendía un fragmento de la enorme masa y producía un ruido impresionante. Los témpanos flotantes se desplazaban como barcos fantasmas. El paseo en barco por el frontal del glaciar duró una hora. Después lo vimos desde las pasarelas de madera colocadas a distintos niveles ante el glaciar. Íbamos correteando de un sitio a otro para tener un ángulo diferente de la mole de hielo. Alrededor florecían unas flores rojas llamadas “notro”, fuertes para aquel clima. Era impresionante escuchar el desprendimiento de los icebergs en el silencio del entorno.





Se distinguían las oquedades y grietas del glaciar, coloreadas en tono azul intenso. En la parte superior el hielo formaba un mar de agujas picudas que se empujaban unas a otra. El glaciar avanzaba lenta e imperceptiblemente, una masa imparable, una fuerza de la naturaleza.


Al día siguiente navegamos por la cara sur del Perito Moreno e hicimos un trekking por el glaciar. El día estaba menos soleado y encontramos que el hielo tenía un color azul más intenso. Un cóndor con sus grandes alas nos sobrevoló. El barco por la cara sur navegaba más cerca de la pared. Las grietas se veían azuladas entre el blanco dominante. Se apreciaba como el hielo chocaba contra la tierra rocosa de la Península de Magallanes. Contemplamos de nuevo como el hielo se desgajaba en varias zonas y caía al lago produciendo un ruido intenso, como un cañonazo


Leímos que se consideraba un glaciar estable, en equilibrio, porque su comportamiento no se modificaba desde 1917, desde entonces ni avanzaba ni retrocedía. Pero nos dijeron que el centro del glaciar avanzaba dos metros cada año, y se iba desgajando en la parte delantera. Los pedazos de hielo que caían se iban flotando por el canal de los témpanos del Lago Argentino. Un paisaje impactante y de gran belleza.