Luang Prabang era una
ciudad tropical entre montañas, al norte de Laos. Fue la primera capital del
país. Se extendía a orillas del río Mekong y del río Nam Khane. La
corriente bajaba con fuerza, con aguas marrones, entre la vegetación
verde.
Las casas de madera con balcones y tejadillos eran bajas, de dos pisos
de altura, entre templos, palmeras y plataneros. Su arquitectura era una
mezcla tradicional laosiana y colonial francesa. Toda la ciudad estaba ajardinada,
con muchos árboles y plantas por todas partes. Era Patrimonio de la
Humanidad.
Empezamos por el
complejo de templos Wat Xieng Thong. Era el Monasterio Budista del
s.XVI, el más famoso de la ciudad. El templo principal tenía doble techo
triangular, inclinado hacia el suelo. Los muros exteriores tenían dibujos con mosaicos
vidriados. Uno de ellos era un gran mosaico del árbol de la vida.
Estaba rodeado de varias stupas de piedra dorada y otras de un blanco
deslumbrante que destacaba entre las palmeras.
En el interior
había grandes columnas y un Buda dorado. En la llamada Capilla Roja por el
color de sus paredes había un Buda reclinado de piedra negra. Otro Pabellón
Dorado albergaba una gran barca dorada con siete cabezas de serpiente en la
proa. La serpiente (Naga) era un dios protector. Alrededor figuras de Budas
erguida, como un pequeño séquito de la barcaza.
Por los
alrededores había multitud de templos, más de 50, con murales representando escenas
de la vida laosiana del s. XIX, o escenas históricas como la visita de
diplomáticos chinos y guerreros llegando por el río Mekong.
Luego tomamos la
curva que formaba el Mekong, atravesamos un puente de bambú y seguimos paseando
por la orilla del otro río, el Nam Khan, más estrecho pero igual de bonito, de
aguas verdosas entre vegetación exuberante. El Mekong estaba bordeado de casas
y bonitos restaurantes. En uno de ellos comimos pescado a la brasa y calamares
con arroz frito, acompañado con cerveza Lao.
En la ciudad había
tuk-tuks motorizados, la mayoría pintados de azul. Fue interesante la
visita al Museo TAECS, de Artes Tradicionales y Etnología. Después
fuimos al Palacio Real, construido en 1904 y de estilo laosiano con
influencia colonial francesa. El Palacio Principal tenía muchos dorados en el
tejado y en el interior, con paredes rojas con frescos. Muy recargado. Había
habitaciones con mobiliario: comedor, librería y salones. En otro recinto se
exhibía la colección de coches reales: un antiguo Lincoln y modelos
americanos de carrocería impresionante por su longitud. También había un
Citroen “tiburón”. Paseamos por los bonitos jardines del Palacio y curioseamos
el mercado callejero nocturno que se montaba y desmontaba cada tarde
ante el palacio.
Subimos a la Colina
Phu Si, de unos cien metros de altura, para contemplar las vistas de la ciudad
y los tejadillos de sus casas. Había que ascender 329 escalones de piedra. Al
inicio unas mujeres vendían ofrendas de flores (dientes de león naranjas), y
unos pajarillos enjaulados para liberarlos en la cima. El paisaje era tropical,
el río Mekong y la ciudad estaban envueltos en niebla, pero no le restaba
belleza.