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miércoles, 25 de abril de 2018

LAS CUATRO MIL ISLAS

El Archipiélago Si Phan Don en el río Mekong era un paraíso lacustre en Laos. Su nombre significaba las "cuatro mil islas". Las tres islas principales eran Don Khong, Don Khon y Don Det. Don Khong era la más grande, con 18km de largo y 8km de ancho.

Decidimos quedarnos en la más pequeña, Don Det. Nos alojamos en un coqueto bungalow de madera roja del Mama Leuah's Guesthouse, frente al rio Mekong. Estaba rodeado de verdor,  con hamacas en el poche.



Un sendero bordeado de plantas, palmeras y otros árboles, rodeaba la isla, paralelo al río Mekong. En la otra orilla veíamos la isla Don Khon con sus palafitos. Legamos al Puente Francés, que cruzaba a la otra isla y admiramos las vistas. Seguimos el camino hasta llegar a una playa arenosa idílica, era un tramo estrecho del río, donde la corriente eta menos fuerte, aunque arrastraba. Más abajo había unas cataratas. Tomamos ensalada de frutas y batidos de leche de coco y piña y nos refrescamos.



En las casas, tipo palafito, la gente charlaba a la puerta y hacían sus tareas. Algunos pescaban con cestas de mimbre, y los niños se bañaban y saltaban al agua desde las ramas de los árboles. Un ambiente de paz y tranquilidad reinaba en toda la isla.



Al día siguiente alquilamos bicicletas para recorrer la isla Don Khon y ver las cataratas.  Cruzamos el Puente Francés, de piedra y con varios arcos, y giramos a la izquierda. Las cataratas Khon Pa Soi  no eran las más grandes de la isla pero llevaban bastante agua. Había que atravesar un puente colgante sobre ellas, mientras veías la espuma blanca a tus pies entre los tablones de madera y oscilando al paso. Otros pequeños puentes accedían a otras zonas. En un recodo tranquilo del río nos dimos un baño refrescante.

Vimos búfalos tipo cebú, oscuros y con cornamenta importante, sumergidos en la orilla. En la calle principal de la isla Don Khon había restaurantes, comercios tipo colmado y una escuela. Los niños iban uniformados con camisas blancas y pantalones y faldas azules. Visitamos un templo budista entre jardines, que atravesamos con las bicicletas.






Llegamos a las cataratas Somphamit, también llamadas Li Phi, que significaba "trampa del espíritu". Era una zona extensa del río rodeada de vegetación; en toda su anchura había rocas que formaban rápidos y saltos de agua con espuma blanca y rumor de agua. Una noria aprovechaba la fuerza de la corriente. Recorrimos las cataratas de arriba abajo y nos dimos otro glorioso baño en el remanso de la playa Li Phi.






Al atardecer cogimos una barca para contemplar la puesta de sol. Fue un paseo de dos horas. Nos gustó navegar entre algunas de las cuatro mil islas de la zona. Algunas eran islotes rocosos de pura vegetación flotante. La mayoría estaban deshabitadas y en otras se veían los palafitos. Había más barcas de pescadores al atardecer, lanzando sus redes. Recordaremos los tres días pasados en las islas y los momentos que pasamos en la hamaca del porche viendo como fluía la corriente del Mekong y alguna barca de pescadores 




martes, 3 de abril de 2018

LAS CUEVAS BUDISTAS DE PAK OU

Desde Luang Prabang embarcamos hacia las Cuevas Pak Ou. Era una barcaza alargada, con techado de madera y pintada de azul, El trayecto por el río Mekong fue fantástico. En las orillas había un muro de vegetación con plataneros, mangos y papayas, rodeado de montañas. Vimos algunos pescadores con sus redes y nos cruzamos con otras barcas. La corriente bajaba rápida.



De camino paramos en la aldea Lao Lao, donde elaboraban licor artesanal destilado del arroz. También tenían telares y vendían telas coloridas. En la aldea había unos coquetos templos budistas.


Las Cuevas Pak Ou aparecieron en un recodo del río, sobre un acantilado rocoso. Las recordaba muy bien de mi primer viaje a Laos en 1993. Desembarcamos y subimos por una escalinata de piedra. Primero fuimos a la cueva más alta. Estaba repleta de estatuillas de Buda de todos los estilos, tamaños y posiciones. Leímos que había mil estatuas de Buda. 

Las cuevas no eran muy grandes, tenían 50m de profundidad, y en algunas zonas estaban oscuras y utilizamos la linterna. La historia de las cuevas se remontaba a más de trescientos años. La segunda cueva, con un muro blanco almenado en la entrada, nos gustó más. 


En la escalinata unas mujeres vendían coronas de flores y arroz envuelto en hojas de plátano, en forma de cucurucho, para hacer ofrendas. Desde arriba se veían las barcazas alargadas en el embarcadero y el gran río Mekong. Al irnos de las cuevas vi la silueta de un Buda, que con las manos extendidas parecía despedirnos. 


domingo, 1 de abril de 2018

EL ENCANTO DE LUANG PRABANG


Luang Prabang era una ciudad tropical entre montañas, al norte de Laos. Fue la primera capital del país. Se extendía a orillas del río Mekong y del río Nam Khane. La corriente bajaba con fuerza, con aguas marrones, entre la vegetación verde. 

Las casas de madera con balcones y tejadillos eran bajas, de dos pisos de altura, entre templos, palmeras y plataneros. Su arquitectura era una mezcla tradicional laosiana y colonial francesa. Toda la ciudad estaba ajardinada, con muchos árboles y plantas por todas partes. Era Patrimonio de la Humanidad.




Empezamos por el complejo de templos Wat Xieng Thong. Era el Monasterio Budista del s.XVI, el más famoso de la ciudad. El templo principal tenía doble techo triangular, inclinado hacia el suelo. Los muros exteriores tenían dibujos con mosaicos vidriados. Uno de ellos era un gran mosaico del árbol de la vida. Estaba rodeado de varias stupas de piedra dorada y otras de un blanco deslumbrante que destacaba entre las palmeras. 




En el interior había grandes columnas y un Buda dorado. En la llamada Capilla Roja por el color de sus paredes había un Buda reclinado de piedra negra. Otro Pabellón Dorado albergaba una gran barca dorada con siete cabezas de serpiente en la proa. La serpiente (Naga) era un dios protector. Alrededor figuras de Budas erguida, como un pequeño séquito de la barcaza.

Por los alrededores había multitud de templos, más de 50, con murales representando escenas de la vida laosiana del s. XIX, o escenas históricas como la visita de diplomáticos chinos y guerreros llegando por el río Mekong.







Luego tomamos la curva que formaba el Mekong, atravesamos un puente de bambú y seguimos paseando por la orilla del otro río, el Nam Khan, más estrecho pero igual de bonito, de aguas verdosas entre vegetación exuberante. El Mekong estaba bordeado de casas y bonitos restaurantes. En uno de ellos comimos pescado a la brasa y calamares con arroz frito, acompañado con cerveza Lao.




En la ciudad había tuk-tuks motorizados, la mayoría pintados de azul. Fue interesante la visita al Museo TAECS, de Artes Tradicionales y Etnología. Después fuimos al Palacio Real, construido en 1904 y de estilo laosiano con influencia colonial francesa. El Palacio Principal tenía muchos dorados en el tejado y en el interior, con paredes rojas con frescos. Muy recargado. Había habitaciones con mobiliario: comedor, librería y salones. En otro recinto se exhibía la colección de coches reales: un antiguo Lincoln y modelos americanos de carrocería impresionante por su longitud. También había un Citroen “tiburón”. Paseamos por los bonitos jardines del Palacio y curioseamos el mercado callejero nocturno que se montaba y desmontaba cada tarde ante el palacio.



Subimos a la Colina Phu Si, de unos cien metros de altura, para contemplar las vistas de la ciudad y los tejadillos de sus casas. Había que ascender 329 escalones de piedra. Al inicio unas mujeres vendían ofrendas de flores (dientes de león naranjas), y unos pajarillos enjaulados para liberarlos en la cima. El paisaje era tropical, el río Mekong y la ciudad estaban envueltos en niebla, pero no le restaba belleza.