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martes, 5 de septiembre de 2023

LA NECRÓPOLIS DE RADIMLJA


La Necrópolis de Radimlja estaba cerca de Mostar, a solo 33km. Era la más antigua de Bosnia y el conjunto de mayor calidad artística. Declarada Patrimonio de la Humanidad. Estaba en un espacio al aire libre, entre cipreses y otros árboles, junto a la carretera.


El recinto tenia 135 lápidas medievales llamadas Stecak, de los s. XII y XVI, grabadas con figuras, dibujos geométricos y cenefas. Entre las formas geométricas destacaban las espirales. Había estelas, sarcófagos y cruces. Estaban decoradas con inscripciones y relieves que representaban gente bailando, guerreros, ciervos y símbolos misteriosos.


La lápida más icónica tenía el relieve de un hombre con su mano derecha levantada y un arco en la espalda. Era la más llamativa y curiosa. Aunque había varias figuras saludando con la mano levantada. Un saludo de siglos de antigüedad.


Leímos que de las 135 tumbas se eliminaron algunas con la construcción de la carretera en la época del Imperio Austro-Húngaro, y otras quedaron aisladas al otro lado. Nos sorprendió que estuvieran al aire libre, expuestas a la erosión del sol y las lluvias, sin que hubieran construido un tejadillo. Pero si aquellas piedras históricas habían resistido tantos siglos, podían perdurar mucho más. Un lugar interesante y curioso.




jueves, 4 de marzo de 2021

LAS PIRÁMIDES DE LOS FARAONES NEGROS

Los llamados Faraones Negros formaron un gran imperio en Nubia, la región al sur de Egipto y norte de Sudán, y llegaron a dominar Egipto. Tenían rasgos negroafricanos, pelo rizado, piel oscura y labios gruesos. Construyeron pirámides en las necrópolis de Al-Kurru, Nuri, en Karima, junto a Jebel Barkal y en Meroe, y teníamos curiosidad por verlas.

La real necrópolis de Meroe era Patrimonio de la Humanidad. Tuvo más de 100 pirámides entre su necrópolis Norte, de la época 250 a.C y 320 d.C, y Sur. Muchas se destruyeron y otras tenían sus picos truncados. La leyenda negra la escribió el explorador italiano Giuseppe Ferlini, que dinamitó más de 40 pirámides para expoliar los tesoros. En una de ellas encontró amuletos de oro, anillos de sello, collares y un sarcófago. Intentó venderlos en Europa pero tuvo problemas porque creyeron que eran falsificaciones. Y la mala fama le perseguirá para siempre.

Las pirámides estaban sobre las anaranjadas arenas de una colina, cercana al río Nilo. Fueron cámaras funerarias tras la decadencia de Napata y el traslado de la capital a Meroe en el 591 a.C. Caminamos por la arena hacia el perfil de las pirámides. Un grupo de seis camelleros nos ofrecieron hacer el paseo en camello, pero preferimos descubrirlas a pie. Fuimos de una a otra contemplándolas desde diferentes ángulos. No eran tan altas como las de Egipto, su altura máxima era de unos 30m, pero eran especiales con su forma de prisma estilizado. 

El interior de las pirámides podía visitarse. Un guardián era el encargado de abrir las puertas de madera. Entrabas en una pequeña cámara con grabados en las paredes de piedra. Había figuras, barcas, leones, jeroglíficos. En el exterior había una placa que indicaba el año de restauración y el autor. El Covid había interrumpido el trabajo de los arqueólogos, como tantas otras cosas, y había pirámides pendientes de restauración. En la parte delantera había otras pirámides más pequeñas con forma de prisma, con puertas ante ellas. Formaban un conjunto singular entre las dunas anaranjadas del desierto.




















Las Pirámides de Nuri también eran Patrimonio de la Humanidad. Los bloques de piedra arenisca se superponían escalonados. Leímos que había unas 60 pirámides, pero muchas estaban medio derruidas. Nos preguntamos sobre los tesoros que debían albergar en su interior antes de que las saqueasen.


Otro día, al atardecer subimos la montaña sagrada de Jebel Barkal para contemplar las vistas y la puesta de sol. A sus pies estaban las ruinas del Templo de Amon y las Pirámides de Barkal, también consideradas Patrimonio de la Humanidad. Las rodeamos viéndolas desde diferentes perspectivas. Eran siete pirámides, estilizadas y con una altura de 12m, de la dinastía XXV de los Faraones Negros. Desde la cima en forma de meseta, se veía la ciudad de Karima y el río Nilo con sus riberas fértiles. Bajamos de la montaña deslizándonos por una gran duna, con los pies descalzos.



































domingo, 28 de febrero de 2021

NECRÓPOLIS SUDANESAS





En la ruta hacia el norte visitamos un Cementerio Sufí, con unas enormes tumbas en forma de cúpula llamadas Qubbas. El Sufismo podría decirse que es la parte espiritual del Islam, que se convirtió en la religión Nubia en Sudán. Se caracterizaba por su ascetismo y tuvo un papel importante en la formación de sociedades musulmanas a través de sus actividades misioneras y educativas.

El cementerio era del s. XVII, de época post-medieval. Las Qubbas estaban dispersas y la luz del atardecer bañaba su piedra arenisca en una luz dorada. Entramos en el interior de una de ellas y nos recibió un intenso olor a excremento, estaban llenas de murciélagos. Oímos sus chillidos al perturbar su paz y salimos en seguida. En el terreno de alrededor había otros sepulcros cubiertos de piedras blancas y negras. 


Otra tumba que nos impresionó fue Al-Kurru, en la necrópolis real de Napata, de casi 3000 años de antigüedad. Era la tumba subterránea del Faraón Negro Tanutamani, sucesor de Taharqa. La entrada era un tubo alargado, custodiado por dos hombres de túnicas blancas. Uno de ellos la abrió y descendimos las escaleras en semioscuridad, estaba a bastante profundidad. La cámara funeraria tenía una entrada en arco con pinturas milenarias muy bien conservadas. Nos sorprendió el colorido de las pinturas: rojos, negros, amarillos y ocres. Los pigmentos habían resistido el paso del tiempo. Nos dijeron que eran las pinturas originales, no restauradas.


En el centro de la cámara funeraria había un sol rojo y a los lados unos monos que lo adoraban. En las paredes laterales había jeroglíficos, un gran escarabajo y muchas figuras de egipcios de perfil. En el exterior de la necrópolis había un templo semienterrado con 22 columnas, protegido por un tejadillo y una pirámide semiderruida. Los egipcios dominaron el territorio sudanés durante siglos y dejaron su huella. Otras necrópolis tenían tumbas bajo pirámides, como las de Nuri y Meroe, que veríamos más adelante. Leímos que cuando descubrieron la tumba de Al-Kurru y entraron en el túnel, este se derrumbó y mató a varios arqueólogos. Y es que Sudán con sus templos, tumbas y ruinas históricas, era el sueño de cualquier arqueólogo, y también de cualquier viajero. 




viernes, 1 de mayo de 2009

EL VALLE DE LOS REYES

 

Desde Luxor fuimos a visitar el Valle de los Reyes, en la orilla occidental del Nilo. Era una Necrópolis Tebana con tumbas de faraones, de nobles y algunos templos. También habían enterrado reinas, príncipes y princesas y hasta algunas mascotas como perros, monos y aves. Formaba parte del conjunto llamado Antigua Tebas, declarado Patrimonio de la Humanidad. 

El paisaje era totalmente desértico y seco. Un pequeño tren nos acercó a la entrada para evitar cansarse antes del recorrido. Había que pagar la entrada principal y el acceso a cada tumba adicionalmente.

La primera que visitamos fue la nº 62, la Tumba de Tutankhamón, el rey niño de la dinastía XVIII. Aunque la guía de Lonely Planet avisaba de que no era la más grande ni la más espectacular, estaba claro que era la más mítica. Habíamos leído con interés el libro de Howard Carter sobre el descubrimiento de la tumba, financiado por Lord Carnavan. Cuando Carter estaba a punto de abandonar, descubrió la entrada y le envió un telegrama a Lord Carnavan. Y el resto era historia. El primer escalón se descubrió el 4 de noviembre de 1922. 

Fue el hallazgo arqueológico más importante del s. XIX. Se encontraron cuatro cámaras con un auténtico tesoro, repletas de joyas, muebles, estatuas, carros, instrumentos musicales, armas, cajas, jarrones. Gran parte de todo ello había sido trasladado al Museo de Arqueología de El Cairo, que visitamos. La momia de Tuthankamon se exhibía en una vitrina precintada. Era una momia delgada, pequeña y negruzca, con los pies bastante carcomidos.

Visitamos la Tumba de Ramsés IX con una amplia entrada con un largo pasillo en cuesta. Decorada con dibujos de animales, serpientes y demonios, y dos grandes figuras de sacerdote vestido con túnica de piel de pantera. 

La Tumba de Tutmosis III, estaba oculta entre altos precipicios de piedra caliza y accesible solo por una empinada escalera. Tutmosis III estaba considerado “el Napoleón del Antiguo Egipto”, y fue uno de los primeros en construir su tumba en el valle. Las paredes estaban adornadas por cientos de dioses y semidioses. 

La Tumba de Tutmosis IV era una de las más grandes y profundas. Fue la primera sobre la que se aplicó el fondo amarillo. La recordaré por los vestidos adornados con cuentas de colores de la diosa Hator..


Ascendimos por colinas para ver la panorámica del Valle de los Reyes, totalmente árido en contraste con las orillas del Nilo con campos verdes cultivados que se distinguían a lo lejos. Las tumbas de Amenhotep II y Horembeb, que recomendaban, estaban cerradas por trabajos de arqueología.

El Templo de Deir el-Bahri era impresionante, erigido bajo una montaña de roca arenisca. Era el templo de la reina Hatshepsut de la dinastía XVIII, el más monumental del valle, con una construcción porticada con columnas, de tres niveles. Se accedía por una rampa central con escalinatas. Tenía hileras con figuras gigantes de faraones coronados con los brazos en cruz.







Luego visitamos las Tumbas de los Nobles, la de Mona y Nakht, y otras cuyo nombre no recuerdo. Los nobles eran escribas y los encargados de recaudar o contar los impuestos. Estaban dispersas por una colina bastante abandonada. Algunas de las tumbas de los nobles no tenían nada que envidiar a las de los faraones. Recuerdo una en particular, con una gran sala con columnas, mucho más grande que la tumba de Tutankhamon. 



En otro lugar encontramos los dos Colosos de Memnón, dos grandes estatuas de piedra del faraón Amenhotep III, sentadas y mirando en dirección al río Nilo.

Las tumbas del Valle de los Reyes permanecieron abiertas desde la antigüedad. fueron visitadas por turistas griegos y romanos. Con la conquista de los musulmanes el valle se sumió en el silencio y el olvido. Muy pocos viajeros europeos harían aparición en el Valle hasta la llegada de la expedición francesa de Napoleón en 1799, cuyo grupo de historiadores exploró y cartografió el lugar por primera vez e incluso identificó algunas tumbas que permanecían olvidadas, como la de Amenhotep III. 

Después llegaron otros arqueólogos como Champollion, Lepsius, Maspero y Carter, entre muchos otros. Y decían que el Valle de los Reyes tal vez escondía más tesoros desconocidos. Un lugar lleno de historia y misterio.