Desde Calcuta contratamos una excursión de dos días para visitar el Parque Nacional Sunderbans, en el estado de Bengala. El paisaje durante el trayecto fue precioso, una sucesión de lagunas a ambos lados de la carretera, entre arrozales bordeados por palmeras y árboles. Entre tanta agua las casas estaban construidas sobre estrechas lenguas de tierra, y a veces tenían un puente de bambú para llegar hasta ellas.
Sunderbans era el mayor parque de manglares del mundo, en el Delta del río Ganges, abarcando dos países India y Bangladesh. Tenía 2400km2 en India y 3600km2 en Bangladesh. Era Patrimonio de la Humanidad. La palabra “sunderban” derivaba del árbol sundari, que podía alcanzar 25m de altura y cuya madera se empleaba en la construcción de barcos, casas, postes eléctricos y railes de tren por su resistencia al agua.
Cogimos un barco por el río Ganges de gran anchura, y nos adentramos por estrechos canales. Nos cruzamos con otras embarcaciones, repletas de pasajeros. El trayecto era muy relajante contemplando el bosque de manglares en ambas orillas. Todo aquel verdor se reflejaba en la quieta superficie del agua, el mejor espejo. Encontramos varios pescadores en el recorrido, lanzando sus redes.
Se veía el barro
blando con el entramado de las raíces aéreas de los manglares, que se extendían
buscando el agua. Era zona pantanosa con marismas. Pequeños bichos
correteaban por el fango: sanguijuelas, renacuajos y cangrejos diminutos.
En el tronco y las ramas de los árboles se distinguía el nivel de crecida del
río.
Visitamos un
pequeño y tranquilo pueblo con casas de adobe. Habían construido senderos
altos sobre las lagunas con ladrillos para evitar el barro. Vacas y cabras
pastaban por allí. Pasamos por el colegio, con los escolares pulcramente
uniformados, con camisas blancas y faldas o pantalones azules. Nos cruzamos con
mujeres con sari, acarreando recipientes con agua, y gente en bicicleta. Vimos
grupos de hombres sentados en el suelo, jugando a cartas. Era un pueblo bonito
y tranquilo.
Vimos aves, monos. ciervos entre la maraña de troncos, una iguana de largo cuello saliendo del agua y algún cocodrilo descansando en la orilla fangosa. Al día siguiente recorrimos otro tramo del Delta. En el Centro de Interpretación había una maqueta del parque y los recorridos permitidos. Nos gustaba ver las raíces de los manglares como largos dedos hundiéndose en el barro. Los canales llegaban hasta el mar, a la Bahía de Bengala.
Nos cruzamos con un barco-dispensario, con una cruz roja en la proa. Llevaba el nombre del escritor Dominique Lapierre y City of joy. Nos dijeron que lo patrocinaba él, para atender las necesidades sanitarias de las poblaciones del río.
Volvimos a coger
el barco y fuimos hasta una de las torres de observación de tigres. En 2004
se calculaba que había unos 274 ejemplares de tigres, pero decían que verlos
era la excepción, no la regla. Ni rastro de los tigres, pero disfrutamos de la
verde extensión de las copas de los árboles y de la belleza del paisaje de los Sundarbans.