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jueves, 10 de septiembre de 2015

LOS MANGLARES DE LOS SUNDARBANS





Desde Mongla empezamos el recorrido por el río en un barco con toldillo. En Bangladesh, ubicado en el Delta del Ganjes, los ríos eran las arterias, ya que tenía más de 700 ríos. Por eso navegar por cualquiera de ellos era inevitable y una experiencia. El Parque Nacional Sundarbans era el bosque más grande de manglares del mundo, localizado en el Golfo de Bengala y ocupando el territorio de Bangladesh y de India. Era una enorme red de canales acuáticos interconectados. De las 54 especies de manglares que existen en el mundo, 26 se encontraban en él. Toleran la alta salinidad y protegen la costa de la erosión provocada pro mareas y tormentas.
Leímos que en los Sundarbans vivían unos 400 tigres de Bengala, de pequeño tamaño, y que mataban a unas veinte o treinta personas al año, principalmente pescadores y recolectores de miel. Pero ver a los tigres era poco frecuente, una excepción, y nosotros no vimos ninguno. El parque también era un importante vivero natural de camarones y lugar de desove de numerosos peces y cangrejos.
 
 
 



Paramos en el embarcadero de un canal. Bajamos a tierra y un guarda, armado con un fusil por si los tigres, nos acompañó en una pequeña caminata por la jungla. Íbamos por una pasarela elevada de madera, sobre una zona pantanosa con mucho barro, con las raíces puntiagudas de los manglares. Llegamos a un estanque idílico rodeado de palmeras y con nenúfares en flor en el agua. Seguimos por otra zona pantanosa donde no había pasarela y nos hundíamos en el barro gris. Era muy resbaladizo; afortunadamente no vimos sanguijuelas. Había agujeros en el lodo por los que se metían los cangrejos rojos. Tenían una de sus patas hipertrofiada, más desarrollada.

El río era de una anchura considerable, excepto cuando navegábamos por los estrechos canales, y sus aguas eran marrón café con leche, como todos los ríos del país. Las lagunas tenían un color más verdoso. Pero Bangladesh tenía otros paisajes que ofrecernos…el viaje seguía.




 

© Copyright 2015 Nuria Millet Gallego


sábado, 28 de octubre de 2006

EL PARQUE NACIONAL SUNDARBANS

Desde Calcuta contratamos una excursión de dos días para visitar el Parque Nacional Sunderbans, en el estado de Bengala. El paisaje durante el trayecto fue precioso, una sucesión de lagunas a ambos lados de la carretera, entre arrozales bordeados por palmeras y árboles. Entre tanta agua las casas estaban construidas sobre estrechas lenguas de tierra, y a veces tenían un puente de bambú para llegar hasta ellas. 

Sunderbans era el mayor parque de manglares del mundo, en el Delta del río Gangesabarcando dos países India y Bangladesh. Tenía 2400km2 en India y 3600km2 en Bangladesh. Era Patrimonio de la Humanidad. La palabra “sunderban” derivaba del árbol sundari, que podía alcanzar 25m de altura y cuya madera se empleaba en la construcción de barcos, casas, postes eléctricos y railes de tren por su resistencia al agua.



Cogimos un barco por el río Ganges de gran anchura, y nos adentramos por estrechos canales. Nos cruzamos con otras embarcaciones, repletas de pasajeros. El trayecto era muy relajante contemplando el bosque de manglares en ambas orillas. Todo aquel verdor se reflejaba en la quieta superficie del agua, el mejor espejo. Encontramos varios pescadores en el recorrido, lanzando sus redes. 

Se veía el barro blando con el entramado de las raíces aéreas de los manglares, que se extendían buscando el agua. Era zona pantanosa con marismas. Pequeños bichos correteaban por el fango: sanguijuelas, renacuajos y cangrejos diminutos. En el tronco y las ramas de los árboles se distinguía el nivel de crecida del río.



Visitamos un pequeño y tranquilo pueblo con casas de adobe. Habían construido senderos altos sobre las lagunas con ladrillos para evitar el barro. Vacas y cabras pastaban por allí. Pasamos por el colegio, con los escolares pulcramente uniformados, con camisas blancas y faldas o pantalones azules. Nos cruzamos con mujeres con sari, acarreando recipientes con agua, y gente en bicicleta. Vimos grupos de hombres sentados en el suelo, jugando a cartas. Era un pueblo bonito y tranquilo.









Vimos aves, monos. ciervos entre la maraña de troncos, una iguana de largo cuello saliendo del agua y algún cocodrilo descansando en la orilla fangosa. Al día siguiente recorrimos otro tramo del Delta. En el Centro de Interpretación había una maqueta del parque y los recorridos permitidos. Nos gustaba ver las raíces de los manglares como largos dedos hundiéndose en el barro. Los canales llegaban hasta el mar, a la Bahía de Bengala. 

Nos cruzamos con un barco-dispensario, con una cruz roja en la proa. Llevaba el nombre del escritor Dominique Lapierre y City of joy. Nos dijeron que lo patrocinaba él, para atender las necesidades sanitarias de las poblaciones del río.




Volvimos a coger el barco y fuimos hasta una de las torres de observación de tigres. En 2004 se calculaba que había unos 274 ejemplares de tigres, pero decían que verlos era la excepción, no la regla. Ni rastro de los tigres, pero disfrutamos de la verde extensión de las copas de los árboles y de la belleza del paisaje de los Sundarbans.