Mostrando entradas con la etiqueta Chiapas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Chiapas. Mostrar todas las entradas

miércoles, 16 de febrero de 2022

LA ZONA ARQUEOLÓGICA DE PALENQUE

La zona arqueológica de Palenque estaba en plena selva tropical, rodeada de verde vegetación. Sus templos mayas eran uno de los principales atractivos de Chiapas. Estaban considerados Patrimonio de la Humanidad.

Palenque significaba empalizada. Su nombre antiguo era Lakamha, que significa “lugar de grandes aguas”. El lugar fue habitado por primera vez en el año 100 a.C. Caminamos por un sendero en la selva, con grandes árboles, alguna liana y flores rojas. Había monos aulladores, tucanes, loros y, según leímos, ocelotes. Ocelotes no vimos, pero sí dos iguanas grandes y perezosas que se dejaron fotografiar y se marcharon entre las piedras centenarias


Lo primero que encontramos fue la Gran Plaza con varios templos piramidales, entre hierba verde esmeralda. El Templo de la Calavera era llamado así por la escultura en relieve de la calavera de un conejo o un ciervo a los pies de uno de sus pilares.

Al lado estaba el Templo XIII que albergaba la Tumba de la Reina Roja, llamada así porque sus restos estaban teñidos de rojo por el mineral cinabrio empleado como tratamiento para la momificación. Años atrás se podía echar un vistazo a la tumba y al sarcófago, pero la cerraron. Decían que con el esqueleto se encontraron una máscara de malaquita y un millar de piezas de jade que se trasladaron al Museo Nacional de Antropología de Ciudad de México. Su lujo no tenía nada que envidiar al de las tumbas de los faraones egipcios.

Junto al Templo de la Reina Roja estaba el Templo de las Inscripciones, que albergaba la tumba del rey Pakal, un importante gobernante maya. Decían que era el monumento funerario más famoso de América, y el edificio más alto y majestuoso de Palenque. Era una pirámide de nueve niveles, con una escalera central que ascendía 25m, y coronado por una estructura rectangular con cinco pórticos de entrada. Lástima que estaba acordonado y ya no permitían la ascensión al público, supongo que por no desgastar los escalones centenarios.


El arqueólogo Alberto Ruz Chuillier descubrió la tumba y le sorprendió la pomposidad de la estructura. Estaba alojada en una cámara de 7m de largo y 3,7m de ancho, adornada con numerosos jeroglíficos rojos y relieves que narraban la travesía de Pakal desde su muerte hasta la llegada al inframundo. Pakal tenía una máscara funeraria, como la Reina Roja, con mosaicos de jade y el esqueleto adornado con joyas. Fueron trasladados a Ciudad de México y la tumba fue recreada en el Museo nacional de Antropología.

Los vendedores ambulantes de artesanía ofrecían en el mismo recinto de las ruinas calaveras adornadas con incrustaciones brillantes, evocando las máscaras funerarias de los reyes mayas.



Cerca estaba el Palacio, una gran estructura dividida en cuatro patios, con un laberinto de pasillos y salas, también con una torre alta. Era un conjunto interconectado de escalinatas, esculturas y relieves.

Otra zona era la de los Templos del Grupo Norte: Pirámide Conde y otros cuatro templos sobre un mismo basamento. Según la leyenda el explorador francés Conde Jean Frederic Waldek se alojó allí en el s.XIX. Al lado estaba la cancha del Juego de la Pelota, parecida a la de Chichen Itzá en Yucatán. 



Templos del Grupo Norte: Pirámide Conde y otros cuatro templos sobre un mismo basamento. Según la leyenda el explorador francés Conde Jean Frederic Waldek se alojó allí en el s.XIX. Al lado estaba la cancha del Juego de la Pelota, parecida a la de Chichen Itzá en Yucatán. 





Después fuimos al Grupo de las Cruces, con tres estructuras principales en forma de pirámide: Templo del Sol, Templo de la Cruz y Templo de la Cruz foliada. Databan del 692 y servían como centro espiritual para la triada de deidades de Palenque. Los hijos del rey Pakal ordenaron su construcción y fue un lugar de adoración de los dioses mayas. Cada uno tenía su encanto. El Templo del Sol tenía una crestería muy bien conservada y contenía el tablero del Sol, tallado en piedra caliza. En el Templo de la Cruz había un tablero con la imagen del monstruo de la tierra, del cual brota una planta de maíz, importante en la cultura maya.




Por último vimos los Acueductos de los mayas sobre los riachuelos Arroyo Murciélago y  Arroyo Otoulum. Formaban unas cascadas que contemplamos desde un puente colgante. Fue el colofón de la visita; estuvimos cuatro horas visitando los templos, las visitas guiadas dejaban solo dos horas o dos horas y media, otra ventaja de viajar de forma independiente.





lunes, 14 de febrero de 2022

NAVEGANDO POR EL CAÑÓN DEL SUMIDERO

El plan del día era visitar el Cañón del Sumidero y Chiapa de Corzo. Partimos en una furgoneta desde San Cristóbal de las Casas hacia Tuxtla. Atravesamos varios tramos de carretera con una niebla espesa, entre montañas, pasamos un túnel y el tiempo mejoró, saliendo el sol. Paramos en tres miradores desde los que contemplar el bonito cañón, declarado Parque Nacional. Era una espectacular fisura en la roca vertical, una falla geológica que se abrió en la Sierra Norte de Chiapas.



El río Grijalva fluía a través del cañón, entre las paredes de piedra de hasta 900m de altura. En 1981 se completó la presa hidroeléctrica de Chicoasén, que represó el río y creó un embalse de 25km de largo. El río formaba un pronunciado meandro en forma de “U” y desde el mirador pudimos contemplar los dos brazos del río. El agua estaba verdosa, aunque el cielo no estaba despejado del todo.

Cogimos una barca en un recorrido de dos horas hasta Chiapa de Corzo. Desde la barca las paredes de piedra parecían más imponentes. Navegamos por la estrecha garganta, haciendo algunas paradas. En un tramo del cañón vimos muchos zopilotes (buitres negros) aleteando y descansando en la orilla. También otras aves blancas, tipo garzas. En las ramas de los árboles encontramos monos araña. Y lo más sorprendente fue encontrar dos cocodrilos en la orilla con las mandíbulas abiertas, disfrutando del sol. Luego vimos un grupo de tres cocodrilos y más adelante otro solitario. Eran enormes, de 2m.






Desembarcamos y comimos en Chiapa de Corzo, uno de los Pueblos Mágicos. Era una población coqueta y agradable, a orillas del río Grijalva, fundada por el conquistador español Diego de Mazariegos. La Plaza principal era enorme, rodeada de edificios con porches porticados. Tenía muchas tiendas de artesanía con sombreros, vestidos y coloridos textiles. En la plaza estaba la Fuente llamada La Pila o La Corona, del s.XVI y de arquitectura mudéjar, una original estructura de arcos de ladrillo rojo, que caracterizaba a la población.







domingo, 13 de febrero de 2022

SAN JUAN CHAMULA

Desde Sancris cogimos una combi o colectivo, las furgonetas compartidas, que por unos pocos pesos nos llevó hasta San Juan Chamula. Estaba a solo 10km de distancia y tardamos media hora. Fuimos un domingo, el día de mercado cuando se montaban los puestos en la plaza. El día estaba nublado y lluvioso. Había puestos de flores, frutas apiladas, hortalizas y algunos gallos y gallinas vivos.

 


Era la población principal de los chamulas, un grupo indígena txotail muy independiente. Decía que era el centro de alguna prácticas religiosas singulares, que había que respetar las sensibilidades locales y que era una visita interesante. Lo fue y mucho.



Los hombres llevaban anchas túnicas de lana negra de borrego para protegerse del frío y la lluvia, y las mujeres vestían faldas largas de lana negra con chales de colores. Pero me llamó la atención que las mujeres usaban chanclas y sandalias, y algunas iban descalzas. Le pedí permiso a una de ellas para fotografiar sus bonitas sandalias de cuero, con adornos de plata y ámbar.






Lo más impactante fue el Templo de San Juan, una iglesia blanca con el arco de entrada pintado de verde y azul, y decorado con aspas, estrellas y círculos El interior era oscuro, sin bancos y con el suelo cubierto de pinaza. Estaba repleto de parpadeantes velas con devotos arrodillados, entre el humo del incienso de copal. Alrededor había imágenes de santos con vestiduras sagradas, encerrados en vitrinas y venerados por grupos de fieles que rezaban ante ellos. En el altar principal estaba San Juan Bautista, al que los chamulas veneraban por encima de Jesucristo.



Algunos fieles sentados en el suelo de pinaza bebían refrescos de cola o naranja, porque se creía que los eructos expulsaban a los espíritus malignos. También bebían pox, el alcohol destilado de caña de azúcar y maíz. Ofrecían velas delgadas, que colocaban directamente en las baldosas de mármol del suelo. Oraban y cuando se derretía la cera unos hombres la retiraban con rasquetas.

Leímos que podía haber curanderos que canturreaban mientras frotaban el cuerpo de los pacientes con huevo o huesos. Eso no lo vimos, pero sí como una mujer restregaba un ramo de hojas sobre la cabeza y los hombros de otra mujer, para limpiar las energías malignas, al estilo chamánico.

Otros hombres oraban en dialecto indígena y ofrecían velas pagadas por los fieles. Vimos un hombre con la túnica de lana de borrego blanca y con un pañuelo blanco en la cabeza. Le pregunté cual era su función y dijo ser un mayordomo de Santa Rosa. Había otros mayordomos e Guadalupe; eran como cofradías o hermandades, que se agrupaban de pie junto a sus imágenes. Los otros fieles estaban arrodillados o sentados.

 


Lo más sorprendente que vimos fue el sacrificio de gallos y gallinas, dentro del mismo templo. El curandero los bendecía sobre las velas. Y los hombres quebraban el cuello del animal, que aleteaba fuertemente en su agonía. Una vez muerto el animal, las mujeres lo metían en bolsas de plástico. Vimos el sacrificio de cinco gallos de ese modo.

Fue un espectáculo ancestral e hipnótico, una ceremonia indígena con siglos de tradición y una atmósfera muy especial. No era un templo habitual y nos sentimos muy privilegiados de poder contemplar aquellas escenas.


sábado, 12 de febrero de 2022

CASCADAS Y LAGUNAS DE CHIAPAS

Desde San Cristóbal de las Casas hicimos una excursión a la Cascada de Chiflón, el Velo de la Novia y las Lagunas de Montebello. Después de dos horas de trayecto en furgoneta llegamos a las Cascadas de Chiflón, un conjunto de cascadas con bonitos nombres como El Suspiro, Ala de Ángel, Velo de Novia, Arcoíris o Quinceañera.




Caminamos por un sendero paralelo al río de aguas azul turquesa, en una zona de bosque tropical. El entorno era precioso y había varios miradores. El río formaba pequeños saltos de agua en cascadas de espuma blanca, hasta llegar a la cascada principal, la de Chiflón. Caía por una pared rocosa llena de verde vegetación. A los pies había una poza de agua azul intenso, casi glacial. El color azul turquesa se debía a los sedimentos minerales del lecho del río.

.


Seguimos caminando hasta llegar a otra cascada más alta, llamada Velo de la Novia, con una caída vertical de más de 70m. 

Probamos a lanzarnos en tirolina, toda una experiencia. Nos colocaron casco y arneses, y nos dieron instrucciones. El trayecto era breve pero impresionante. La tirolina se deslizó sobre los árboles a bastante altura, y vimos las copas verde y el curso del río azul



Continuamos la ruta hasta las Lagunas de Montebello. El paisaje era muy verde con campitos cultivados y maizales, bosques y algunas palmeras. Atravesamos varias poblaciones y nos fijamos en sus pequeños comercios. A los colmados que vendían un poco de todo los llamaban Abarrotes. Había muchos por todos lados, también tortillerías, taquerías, talleres, algunas peluquerías y papelerías.

Eran más de 50 lagunas, con diferentes tonalidades. Aunque en el Chiflón lució el sol y el cielo estaba azul, por la tarde se nubló y las lagunas no destacaban tanto. Nos dijeron que aquel tiempo era habitual allí. Las lagunas estaban en la frontera con Guatemala, de hecho el Lago Internacional tenía boyas en la mitad del agua, ya que era compartido por los dos países, México y Guatemala. Cruzamos unos metros la frontera de Guatemala, llena de puestos de artesanía. Los otros lagos que vimos fueron el Lago Taiscao y el Lago Pojobb.


Días después, desde Palenque, visitamos las Cascadas Agua Azul y las Cascadas Misol Ha. Formaban estanques de agua verde turquesa, y estaban rodeadas de selva. Los árboles tenían gruesas lianas, y sus raíces gigantes se extendían por el sendero. Las recorrimos por el sendero paralelo al río, por pasarelas y algún puente de madera. El agua caía con estrépito formando espuma blanca. El baño estaba permitido en los estanques. En algunos puestos vendían fruta, artesanía y unos curiosos meteoritos veteados. Nos refrescamos tomando agua de coco.









Las Cascadas Misol Ha también eran preciosas. La entrada la cobraban mujeres de la comunidad indígena, así contribuían al mantenimiento de la zona y se generaba empleo. Caían con fuerza, tenían 35m de altura y la poza que se formaba a sus pies era de 25m de profundidad, por lo que los carteles advertían de la prohibición del baño por las corrientes. Pasamos por detrás de la cascada y acabamos empapados por el spray del agua.