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jueves, 17 de febrero de 2022

LAS RUINAS MAYAS DE YAXCHILÁN Y BOMPASAK


A las cinco y media de la madrugada nos pasó a recoger la furgoneta. Desde Palenque hicimos una hora y media de ruta por una carretera en la oscuridad de la selva, y vimos amanecer. El trayecto fue bonito, con vegetación verde y árboles con los troncos forrados de hojarasca.

Cogimos una barca por el río Usumacinta para llegar a las ruinas de la antigua ciudad maya de Yaxchilán. El río Usumacinta marca la frontera entre México y Guatemala. Era el río más caudaloso de México y el más largo de Centroamérica. En sus orillas vimos cocodrilos. Pasamos por las montañas del Petén y vimos la entrada del Cañón Usamacinta, llamada Boca del Cerro, una hendidura en la montaña. Las paredes tenían 300m de altura. Cerca estaba el Delta del río Usumacinta, el séptimo del mundo.



El Yacimiento Yaxchilán estaba en plena selva y con acceso único a través de un meandro del río. La barca tardó unos 40 minutos. Había unos 120 edificios esparcidos entre la vegetación. Seguimos un sendero y llegamos a la Gran Plaza, donde se ubicaban las estructuras y edificios más importantes.

La estructura 33 de la Acrópolis era la más impresionante y la más grande del recinto. Estaba sobre una colina y subimos sus empinadas escaleras. El edificio 17 se cree que fue una especie de baño de vapor. Frente a él estaba la estela 1, en cuyos lados había dos figuras de animales, un cocodrilo y un jaguar, muy desgastados. Otro edificio era el del Juego de la Pelota. Los dinteles de las puertas y estelas tenían inscripciones y figuras talladas en la piedra, de relieves muy bien conservadas, con algunos personajes femeninos. Todo el yacimiento era Patrimonio Cultural.




          






Luego volvimos al embarcadero y seguimos ruta con la furgoneta hasta las ruinas de Bompasak. El recinto arqueológico oculto en la selva fue descubierto en 1946, después de que un indígena lacandón llevara hasta allí a Charles Frey y Jhon Bourne. Era conocido por las estelas de la Gran Plaza y de la Acrópolis, y por el Templo de las Pinturas.



Las pinturas en paredes y techos estaban consideradas las mejor conservadas de la América Prehispánica. Para entrar en la pequeña cámara del Templo de las Pinturas había que dejar fuera las mochilas y entrar de uno en uno. Las fotos sin flash y vídeos estaban permitidos. Nos sorprendió la intensidad de los pigmentos rojos, azules y amarillos ocre. Las pinturas narraban guerras, historias dinásticas y celebraciones.




En la selva se oían aves y monos aulladores que, de vez en cuando, armaban un gran griterío. Disfrutamos del día, fue un interesante y bonito paseo por la historia y la naturaleza, viendo las ruinas mayas entre árboles envueltos en hojarasca. 

miércoles, 16 de febrero de 2022

LA ZONA ARQUEOLÓGICA DE PALENQUE

La zona arqueológica de Palenque estaba en plena selva tropical, rodeada de verde vegetación. Sus templos mayas eran uno de los principales atractivos de Chiapas. Estaban considerados Patrimonio de la Humanidad.

Palenque significaba empalizada. Su nombre antiguo era Lakamha, que significa “lugar de grandes aguas”. El lugar fue habitado por primera vez en el año 100 a.C. Caminamos por un sendero en la selva, con grandes árboles, alguna liana y flores rojas. Había monos aulladores, tucanes, loros y, según leímos, ocelotes. Ocelotes no vimos, pero sí dos iguanas grandes y perezosas que se dejaron fotografiar y se marcharon entre las piedras centenarias


Lo primero que encontramos fue la Gran Plaza con varios templos piramidales, entre hierba verde esmeralda. El Templo de la Calavera era llamado así por la escultura en relieve de la calavera de un conejo o un ciervo a los pies de uno de sus pilares.

Al lado estaba el Templo XIII que albergaba la Tumba de la Reina Roja, llamada así porque sus restos estaban teñidos de rojo por el mineral cinabrio empleado como tratamiento para la momificación. Años atrás se podía echar un vistazo a la tumba y al sarcófago, pero la cerraron. Decían que con el esqueleto se encontraron una máscara de malaquita y un millar de piezas de jade que se trasladaron al Museo Nacional de Antropología de Ciudad de México. Su lujo no tenía nada que envidiar al de las tumbas de los faraones egipcios.

Junto al Templo de la Reina Roja estaba el Templo de las Inscripciones, que albergaba la tumba del rey Pakal, un importante gobernante maya. Decían que era el monumento funerario más famoso de América, y el edificio más alto y majestuoso de Palenque. Era una pirámide de nueve niveles, con una escalera central que ascendía 25m, y coronado por una estructura rectangular con cinco pórticos de entrada. Lástima que estaba acordonado y ya no permitían la ascensión al público, supongo que por no desgastar los escalones centenarios.


El arqueólogo Alberto Ruz Chuillier descubrió la tumba y le sorprendió la pomposidad de la estructura. Estaba alojada en una cámara de 7m de largo y 3,7m de ancho, adornada con numerosos jeroglíficos rojos y relieves que narraban la travesía de Pakal desde su muerte hasta la llegada al inframundo. Pakal tenía una máscara funeraria, como la Reina Roja, con mosaicos de jade y el esqueleto adornado con joyas. Fueron trasladados a Ciudad de México y la tumba fue recreada en el Museo nacional de Antropología.

Los vendedores ambulantes de artesanía ofrecían en el mismo recinto de las ruinas calaveras adornadas con incrustaciones brillantes, evocando las máscaras funerarias de los reyes mayas.



Cerca estaba el Palacio, una gran estructura dividida en cuatro patios, con un laberinto de pasillos y salas, también con una torre alta. Era un conjunto interconectado de escalinatas, esculturas y relieves.

Otra zona era la de los Templos del Grupo Norte: Pirámide Conde y otros cuatro templos sobre un mismo basamento. Según la leyenda el explorador francés Conde Jean Frederic Waldek se alojó allí en el s.XIX. Al lado estaba la cancha del Juego de la Pelota, parecida a la de Chichen Itzá en Yucatán. 



Templos del Grupo Norte: Pirámide Conde y otros cuatro templos sobre un mismo basamento. Según la leyenda el explorador francés Conde Jean Frederic Waldek se alojó allí en el s.XIX. Al lado estaba la cancha del Juego de la Pelota, parecida a la de Chichen Itzá en Yucatán. 





Después fuimos al Grupo de las Cruces, con tres estructuras principales en forma de pirámide: Templo del Sol, Templo de la Cruz y Templo de la Cruz foliada. Databan del 692 y servían como centro espiritual para la triada de deidades de Palenque. Los hijos del rey Pakal ordenaron su construcción y fue un lugar de adoración de los dioses mayas. Cada uno tenía su encanto. El Templo del Sol tenía una crestería muy bien conservada y contenía el tablero del Sol, tallado en piedra caliza. En el Templo de la Cruz había un tablero con la imagen del monstruo de la tierra, del cual brota una planta de maíz, importante en la cultura maya.




Por último vimos los Acueductos de los mayas sobre los riachuelos Arroyo Murciélago y  Arroyo Otoulum. Formaban unas cascadas que contemplamos desde un puente colgante. Fue el colofón de la visita; estuvimos cuatro horas visitando los templos, las visitas guiadas dejaban solo dos horas o dos horas y media, otra ventaja de viajar de forma independiente.





miércoles, 26 de febrero de 2003

LAS RUINAS MAYAS DE COPÁN

 

En Honduras visitamos Copán, el sitio arqueológico de la antigua civilización maya. Del siglo V al siglo IX Copán estuvo vinculado con Tikal (Guatemala), y fue la capital de un importante reino del periodo Clásico y una poderosa ciudad-estado. 

Caminamos por un sendero desde la población hasta las ruinas. El entorno era selva de bosque tropical con grandes ceibas, el árbol sagrado maya. De los árboles caían cientos de hojas doradas, que volaban como mariposas. Las grandes raíces de los árboles se incrustaban en las piedras milenarias.


Leímos en la guía de Lonely Planet que el Conjunto Principal era el núcleo de la antigua ciudad con un área de 600 por 300 metros. Lo formaban la Acrópolis, el complejo real construido en el lado sur, y un conjunto de estructuras más pequeñas. Llegamos a la Gran Plaza con varias estelas de piedra con grabados. 

Las estelas eran del periodo entre el año 613 y 738, y estaban identificadas con letras: A, B, C, D, F o H. En la parte anterior tenían esculpida la efigie de un rey, como el llamado Dieciocho Conejo. Por detrás tenían columnas de jeroglíficos, de dibujos geométricos intrincados. En alguna se veían restos de la pintura roja original. Los relieves en la piedra estaban muy bien conservados. Nos gustó especialmente la estela B.



Estela B de Copán



Cerca estaba el Juego de Pelota mesoamericano, en una explanada con rampas. Lo decoraron con imágenes del guacamayo rojo, un ave destacada en la mitología maya, que vimos por allí. Junto a él la Escalinata de los Jeroglíficos, construida durante el reinado de Humo Caracol. Estaba protegida de las lluvias y soles por un tejadillo. Eran 63 escalones con la historia contada mediante varios millares de glifos de la casa real de Copán, flanqueados por rampas decoradas con más relieves y jeroglíficos. El altar frente a la escalinata tenía una serpiente emplumada con una cabeza humana emergiendo de su boca. 

Paseamos por el resto de estructuras y descansamos a la sombra de los árboles, tumbados en la hierba, o sentados en las piedras. Escribí el diario de viaje y hasta puede hacer algunos dibujos de los relieves. Leímos que en uno de los altares los arqueólogos habían descubierto huesos de 15 jaguares y varios guacamayos, probablemente sacrificados allí.





          





Estela H  de Copán

Bajo las ruinas habían excavado túneles abiertos al público desde 1999. Leímos que visitarlos podía ser una experiencia emocionante y tal vez una ocasión única por si los cerraban en el futuro. El túnel Rosalila era corto y tenía unas ventanas con cristales para poder ver la gran máscara esculpida en la piedra y bastante deteriorada. El Templo de Rosalila estaba construido sobre otra estructura, ya que los mayas al cambiar los reinados solían destruir los templos y construir sobre lo destruido. El túnel de los Jaguares era más largo, con 700m, pero no estaba abierto al público totalmente. En él estaba la Tumba Galindo, donde se habían hallados huesos, cuchillos y cuentas de collar de obsidiana. 

Estuvimos varias horas paseando entre las ruinas mayas entre la naturaleza, y admirando los históricos grabados tallados en la piedra, hasta que cerraron el recinto. Un merecido Patrimonio de la Humanidad.



Viaje y fotos realizados en 2003