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sábado, 18 de febrero de 2023

RIAD, RASCACIELOS Y TRADICIÓN

Riad (o Riyadh) la capital de Arabia Saudí, era la ciudad más grande del reino y una de las más ricas del mundo. Antaño fue una amurallada estación de paso en las rutas comerciales del desierto. Su nombre en árabe significaba “jardín”. Llegamos desde Al Ula, todo un contraste, en un autobús nocturno tras un montón de horas de trayecto, con paradas para cena y toilette.


Empezamos el recorrido en la Fortaleza Masmak del s. XIX. Tenía forma rectangular y estaba hecha de adobe, con cuatro torreones en sus extremos y una quinta torre de vigilancia en la parte central. Estaba en una plaza con palmeras. Fue la residencia de la familia real saudí hasta 1938, cuando se trasladaron al Palacio de Murabba. En el interior tenía un Museo con armas, joyas, vestidos, fotografías, vídeos. Nos gustaron las puertas de madera con adornos de hierro y dibujos geométricosDos niñas la visitaban con sus familias, vestidas con coloridas túnicas festivas. 

Al lado estaba la Gran Mezquita Imam Turki Bin Abdullah. Era una de las más grandes de Arabia Saudí, con capacidad para 17.000 personas. Fue construida en el año 1993 y su nombre hacía referencia al fundador del Emirato del Nejd, que fue el gobernador. Estaba en la gran Plaza Deerah o Al Safa, donde se ubicaba el mercado antiguamente. Tenía palmeras y cafeterías. Pero su lado oscuro era que allí se continuaba ejecutando a los presos según la ley islámica, como si fuera la Edad Media. Unas fuentes apagadas en una esquina marcaban el lugar. Sobrecogía saberlo y parecía increíble, pero era real. 

 

Cerca estaba el zoco Al Thumairi. Tenía muchas tiendas de abayas, la vestimenta tradicional de las mujeres. Otra parte era de antigüedades, con gramolas, teteras, cajas, mesas, taburetes, morteros, puertas, dagas decoradas, radios antiguas, lámparas, alfombras y otros objetos. Un buen lugar donde perderse y curiosear.



El Riad moderno estaba representado por los rascacielos, como el Kingdom Center, coronado por el Sky Bridge, un puente de acero y cristal de 300 toneladas que conectaba las dos torres. Bajo el puente había un gran hueco en el edificio. El rascacielos era el más emblemático de la ciudad, tenía 99 pisos y 302m de altura, fue construido en el 2002. El ascensor de alta velocidad (180km/h) hizo la subida en dos tramos: primero subimos hasta el piso 77 y luego otro ascensor hasta el piso 99. Fue muy rápido, cronometré apenas 2 minutos y casi no se notaba la ascensión. Al llegar al Sky Bridge noté algo de vértigo, al ver los edificios diminutos por los amplios ventanales. La ciudad se extendía a nuestros pies. Destacaba el rascacielos con un gran globo en su parte superior, otros triangulares y otros en forma de vela, entre edificios más bajos. Las vistas eran impresionantes. 

Curioseamos el Centro Comercial ubicado en el mismo edificio del Kingdom Centre. Nos llamó la atención encontrar tiendas de ropa interior, con los maniquíes con sujetadores y braguitas a la vista, todo un contraste con las mujeres compradoras con abayas negras y el rostro cubierto mostrando solo la ranura de los ojos. Las tiendas de lujo no tenían mucho interés para nosotros, lo interesante era el ambiente de la gente paseando. Los halls de los centros comerciales eran tremendos, de gran altura, con palmeras interiores, los árabes lo hacían todo a lo grande.

Riad era una ciudad diseñada para recorrer en coche por las grandes distancias, casi nadie iba a pie. Aún así, la pateamos y paseamos por Riad al anochecer viendo las rascacielos iluminados. El Sky Bridge del Kingdom Center cambiaba de color: rojo, lila, verde, naranja. Había dos edificios con forma de vela, otro iluminado como un abeto navideño. otro con forma de ovni y torres curiosas. Riad nocturna era todo un espectáculo.

Al día siguiente visitamos Diriyah, la antigua ciudad de adobe Patrimonio Mundial. Estaba a 25km de Riad. Fue el hogar ancestral de la familia Al Saud en Wadi Hanifa. Leímos que era uno de los lugares más evocadores del reino. Era un recinto con muros de adobe entre palmeras. Estaba totalmente restaurado, con torreones y casas decoradas con dibujos geométricos labrados en el adobe de las fachadas. 




 

lunes, 4 de octubre de 2004

SIDNEY

 




En la bonita bahía de Sidney destacaba el edificio icónico de La Ópera, con sus blancas crestas y la cúpula central. La estructura era impresionante, de cristal con grandes cubiertas blancas que recordaban las velas de un barco. Al arquitecto, el danés Utzo, se le ocurrió la forma del edificio contemplando los gajos de una naranja. Él fue el autor del proyecto, pero antes de que finalizara lo abandonó por discrepancia y nunca quiso ver su obra. La imagen de la Ópera en la bahía era el símbolo de la ciudad. 

Visitamos el edificio que albergaba cinco teatros. Nos mostraron uno de los pequeños y luego la sala grande con la gran cúpula. Allí se ofrecían los conciertos de música clásica, con capacidad para 1400 personas. Las butacas estaban tapizadas de rojo y las paredes eran tablillas de madera color miel. 


El Puente de la Bahía era una estructura de acero con arcos con forma de percha de ropa, según describía Xavier Moret en su libro “Boomerang”, que nos acompañó en el viaje por Australia. Subimos con un tour al pilón de piedra del puente y lo recorrimos a la altura de los coches unos metros por debajo de los arcos. Disfrutamos de las vistas del skyline de rascacielos de la ciudad.





Desde la Ópera fuimos al Botanic Garden, al otro lado de la bahía. Los jardines eran preciosos y muy grandes, con árboles de todo tipo: palmeras distintas, ficus, magnolias…Muchas aves sobrevolaban o correteaban por allí: cigüeñas, gaviotas y una especie de cacatúas blancas con una cresta amarilla. Y lo que abundaba en los árboles eran los murciélagos. Se veían cientos de ellos colgados boca abajo en las ramas, envueltos en sus alas negras. Eran enormes y emitían grititos amenazadores. Los carteles advertían de que se evitara el contacto. Leímos que resultaban muy perjudiciales para los árboles. 

En una pirámide de cristal y acero, a modo de invernadero, estaban las plantas más tropicales. Salimos de los jardines por la parte del Conservatorio de Música y seguimos callejeando.





Paseamos por el centro de la ciudad, George Street fue la calle de tiendas principal original de Sídney. Se conservaban edificios antiguos, como el Parlamento, el antiguo Hospital, todavía en funcionamiento, o la Central Station. Los edificios del hospital con sus pabellones nos gustaron mucho. Entramos en la casa histórica Mint, que albergaba oficinas y tenía un patio interior. Al lado estaba la Catedral Sant Mary, gótica y de piedra rojiza. Vimos el tren elevado que llamaban Monorrail, le daba un aire futurista a la ciudad.




Desde la Torre Observatorio vimos la concentración de los rascacielos, la magnitud de la Bahía y el Océano Pacífico. Con la entrada vimos una película sobre Australia en tres dimensiones, sentados en unos asientos hidráulicos que se movían, simulando sobrevolar en helicóptero y otras situaciones. Divertido.

           

Otro día fuimos a curiosear el mercado de pescado y otros barrios: The Rocks en los muelles y el barrio chino King Cross, con muchos comercios, bares y restaurantes. El barrio de Paddington conservaba antiguas casas victorianas de dos plantas con verjas y balcones de hierro forjado formando filigranas. Las fachadas eran de tonos pastel: rosado, crema, verde. Era un barrio tranquilo. Como era sábado había un mercadillo en Paddington. Era de estilo bohemio con ropa, perfumes, tés aromáticos, miel, velas, cuadros. Sidney era una capital interesante y agradable, con mucho que ofrecer.