lunes, 11 de octubre de 1999

LOS TATUAJES MALAYOS DE LOS IBAN


En el viaje por Malasia fuimos a conocer a los Iban. Era el grupo étnico más grande de los Dayak que poblaban la región de Sarawak, en la isla de Borneo. Los tatuajes formaban parte de su cultura. Vimos varios hombres con la espalda, brazos y muslos tatuados. En la espalda los tatuajes eran de flores y motivos geométricos. 

Desde Sibu fuimos en barca a Kapit, con un barquero llamado Aki. Primero navegamos por el río grande principal, el Batang Rajang, y luego nos metimos por el afluente Batang Balleh. En las orillas había dos muros de vegetación densa y los árboles estaban forrados de verde hojarasca.


Llegamos a un palafito longhouse, la casa comunal donde dormimos. En la casa alargada vivían varias familias, y tenía un porche común. Era una casa antigua tradicional. La madera se veía gastada con el color gris que proporcionaban muchos años de lluvias monzónicas. Estaba junto al embarcadero, y desde la habitación veíamos el río. 

Había electricidad por un generador que se encendía a las seis, cuando oscurecía, hasta las diez en punto de la noche. Tenían cocina de leña y también una encimera de gas. En grandes vasijas guardaban el arroz. En un rincón tenían una balanza y una vieja máquina de coser Singer. En otro guardaban una escopeta de caza y machetes. Antiguamente los Iban eran guerreros cortadores de cabezas. Vivían de la caza y la pesca. Vimos como desenredaban y cosían las redes de pesca, en el embarcadero.





Cenamos sentados en esteras en el suelo: pescado asado, con verduras y arroz de acompañamiento, y de postre lichis. Las esterillas las elaboraban las mujeres. Se puso a llover con fuerza y comentaron que hacía unos años el agua del río llegó hasta el nivel de la casa donde estábamos. Y eso que era un palafito, construido sobre pilotes altos. Las lluvias monzónicas y las crecidas del río eran una amenaza para ellos.

Después de la cena salimos al porche, nos sentamos en las esterillas y se nos unieron los vecinos a charlar. Solo Aki y otro chico joven hablaban un poco de inglés; los otros solo hablaban el bahasa malayo. Pero conseguimos entendernos. Una mujer que estaba a mi lado mascaba nuez de betel. Los niños curioseaban y alborotaban por allí. Tuvimos los mejores anfitriones y fue una buena experiencia.





Viaje y fotos realizados en 1999



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