Phnom Penh, la capital de Camboya, nos pareció una de las capitales más bonitas del Sudeste Asiático. Además, estaba a orillas del río Mekong. Uno de sus mayores atractivos era el Palacio Real, ubicado en un gran recinto. Era un conjunto de pabellones orientales y pagodas, entre jardines. Estaban pintados de color blanco y ocre, con tejados amarillo intenso. La parte de residencia real permanecía cerrada al público.
Uno de los
pabellones había sido donado por Napoleón III, y exponía algunos cuadros del
rey Sihanouk y su familia. Lo más espectacular era el Hall del Trono y la
Pagoda de Plata. En el Hall del Trono el rey recibía a los diplomáticos
extranjeros entre lujo asiático. Tenía el suelo embaldosado con dibujos,
alfombras rojas, lámparas de araña de cristal, vitrinas con exposición de
regalos y el enorme trono de oro presidiendo el salón. No costaba imaginarse
las lujosas recepciones de principios de siglo pasado.
La Pagoda de Plata recibía ese nombre porque su suelo era de baldosas de plata maciza, de 1kg cada una. Además, tenían un dibujo de filigrana grabado. Pisábamos por encima de él, sobre una alfombra roja. Suelo de plata, eso sí que era regio. En la Pagoda había un Buda Esmeralda de un verde traslúcido. En los laterales varias vitrinas exponían cientos de plata y bronce, de todos los tamaños, y el Buda del Futuro, hecho de oro.
Alrededor de la Pagoda había murales de 1900. Los frescos eran preciosas miniaturas que representaban celebraciones con elefantes y caballos, pagodas, escenas bíblicas y escenas mitológicas del Ramayana.
El Museo Nacional estaba ubicado en un bonito edificio rojo terracota, con tejadillos similares a los del Palacio Real. Dos leones de piedra custodiaban la escalinata de entrada, junto a la cabeza de un elefante en el jardín exterior. El edificio era de principios del s. XIX, y constaba de varios pabellones, con un jardín central con estanques con flores de loto.
En el museo había una gran exposición de estatuas y estatuillas de piedra, bajorrelieves alfarería y algunas joya y ropas encontradas. Había estatuas decapitadas, con manos, brazos o pies mutilados, y las mismas piezas expuestas por separado. Como curiosidades vimos la cabina de madera de un barco y palanquines reales.
Fuimos caminando hasta la colina donde estaba el Templo Wat Phonm (Pagoda de la Montaña). Una escalinata de piedra, labrada con la serpiente Naga, conducía hasta él. Leímos que muchos camboyanos acudían a rezar para tener buena suerte en los exámenes o los negocios.
Phnom Penh tenía muchos otros atractivos y lugares de interés: pagodas y templos budistas, el mercado Psar Tuol Tom Pong, el lago con sus palafitos, la Mezquita Al-Serkal, un regalo de la familia Al-Serkal de los Emiratos Árabes Unidos (de ahí su nombre), la antigua prisión Tuol Sleng, reconvertida en museo del genocidio, y sobre todo sus gentes y sus calles llenas de bicicletas y de vida.
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