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jueves, 2 de noviembre de 2006

CUEVAS DE ELLORA

 


Tras visitar las cuevas de Ajanta, otro día fuimos a visitar las Cuevas de Ellora, a 30km de Auragabad. Fuimos con el autobús local. Las cuevas de Ellora eran una maravilla de la India medieval, uno de los monumentos más impresionantes de la India, con templos excavados de las tres grandes religiones: hinduismo, budismo y jainismo. Había 12 cuevas budistas, 16 hindúes y 8 jainistas. Dedicamos más de cinco horas a verlas.


Lo primero que vimos fue el Templo Kailash, construido por el rey Krishna I en el siglo VIII en un solo bloque monolítico, y se excavó desde la cima de la montaña hacia abajo. De 30 metros de alto, su entrada está flanqueada por dos columnas de 15 metros cada una y todo el edificio está repleto de elaborados relieves escultóricos. Tenía magníficas tallas, relieves y esculturas de elefantes, apsaras de la mitología hindú y figuras budistas.

Los visitantes locales aportaban color entre las piedras antiguas, especialmente las mujeres hindúes con sus saris de colores y abiertas a conversar y ofrecer una sonrisa al visitante extranjero.


Sobre su construcción la guía de Lonely Planet comentaba: “Se tallaron tres enormes hendiduras en la superficie del despeñadero y luego se esculpió la imagen, ingente empres que supuso eliminar 20.000 toneladas de roca. Mide el doble de la superficie del Partenón de Atenas y una vez y media su altura”. “Todos los templos fueron tallados de arriba abajo, así que nunca hizo falta usar andamios: los constructores empezaron por el tejado y fueron avanzando hasta el suelo”. Era el mismo sorprendente sistema de construcción de las iglesias de Lalibela en Etiopía.



A principios del siglo XIX, John B. Seely, un oficial británico destinado en Bombay, oyó hablar de las cuevas de Ellora y emprendió una expedición para conocerlas. Seely hizo una descripción detallada y entusiasta de todo lo que vio en su libro Maravillas de Ellora, y no exageraba. Las cuevas de Ellora eran una auténtica maravilla de la antigüedad. Eran un merecido Patrimonio de la Humanidad.

En las cuevas vivían muchos murciélagos, a diferencia de Ajanta. Estaban colgados del techo y sobrevolaban a nuestro paso. En la última cueva había una cascada que saltaba sobre el camino y caía en una poza circular.