En el Mar Caribe nos esperaban las Islas San Bernardo, un Archipiélago formado por diez islas: Boquerón, Cabruna, Palma, Mangle, Panda, Tintipán, Múcura, Ceycén, Santa Cruz del Islote, y Maravillas, que desapareció por la erosión marina.
Estaban rodeadas
de arrecifes de coral, en los que el color del mar fluctúa entre el turquesa y
el violeta. La zona había sido declarada Parque Nacional Natural de Corales del
Rosario y San Bernardo.
Desde Tolú cogimos
una barca a las Islas San Bernardo, navegando por las aguas tranquilas del Golfo
de Morrosquillo. En la punta del Golfo estaba la Isla Boquerón, y más allá
la Isla Cabrera.
Paramos en la Isla
Múcura, repleta de altas palmeras y manglares. Nos instalamos en una
cabaña frente al mar y nos dimos un baño en las aguas transparentes. Luego
recorrimos el interior de la isla y atravesamos el pequeño pueblo con casas de
colores y un par de tiendas básicas. Los niños jugaban libres, empujando una
carretilla donde se montaban apiñados.
En la Isla de Palma había un Acuario, bastante peculiar. Bajamos a curiosear y recorrimos un sendero de arena paralelo al mar, entre manglares. En grandes diques había varios tiburones, róbalos y un delfín que asomó el morro. Nos adentramos en el manglar y allí había un zoo rústico natural con monos, cocodrilos, loros, tucanes, un búfalo y un grupo de flamencos en una laguna.
Al final del
recorrido estaba el Acuario que mostraba, a través de ventanales,
langostas, tortugas marinas nadando, pez globo, estrellas de mar o tiburones.
Otro día fuimos al Archipiélago
de Islas del Rosario estaba formado por 27 pequeñas islas, entre ellas
varios islotes diminutos rodeados de arrecifes de coral. Estaban a 35km de
Cartagena de Indias. Fuimos al muelle turístico La Bodeguita, desde donde
partían varios tipos de barco. Cogimos una lancha rápida con menos gente. En la
bahía se podía ver el sky-line e rascacielos de la parte moderna de Cartagena.
Nos alojamos en la
Isla Barú, donde estaba Playa Blanca, la playa más grande de las
islas. Era larga, con arena blanca y restos de corales pulidos por el mar.
Tenía árboles y algunas palmeras aisladas. Mujeres negras o mulatas ofrecían
fruta y masajes. Dormimos en las cabañas del Hotel El Personaje, junto al mar. No
tenían luz, utilizamos velas, y el baño era de cacitos. Estaban al cuidado de
Orlando, un cincuentón de pelo canoso, flaco, tostado y fibroso, que no paraba
de contar historias, todo un personaje. La mayoría de la gente no dormía allí,
solo pasaban el día y regresaban a Cartagena. Para nosotros fue un oasis de
tranquilidad. Nada más despertar vimos el mar desde nuestra cabaña y desayunamos
ensalada de frutas recién cortadas.
En Isla Grande
hicimos buceo con tubo o careteo, como lo llaman los colombianos, término
que nos gusta más que el anglicismo snorkel. Desde la superficie ya se
apreciaban los corales. Al sumergirnos vimos corales ramificados, en forma de
cerebro, de colores mostaza, verde, liloso, ocres…Vimos un grupo de unos veinte
peces apiñados ente corales, dejándose mecer por el oleaje. Había peces azul eléctrico,
multicolores con verdes y amarillos, otros con las escamas rosa y gris, como un
mosaico.
El mar parecía una
piscina con tonos verdes. Un chico nos mostró una estrella de mar dorada que
había cogido en la orilla, luego la devolvió al agua. El tiempo nos pasó
volando entre paseos y baños.