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lunes, 12 de septiembre de 2022

BUTUCENI Y ORHEIUL VECHI

Orheiul Vechi estaba a 50km de Chisinau. Era un museo al aire libre con ruinas de fortificaciones, casas, termas, cuevas, un Monasterio Ortodoxo, una capilla, una cruz antigua y otros restos arqueológicos que databan desde el Paleolítico a la Edad de Hierro y la Edad Media. Estaban ubicados en una pared rocosa junto al río Raut. 

El acantilado de piedra caliza seguía el recorrido de los meandros del río. Era una reserva natural y cultural, Patrimonio de la Humanidad. Pertenecía al único Parque Nacional de toda Moldavia, con valor arqueológico, histórico y religioso


Primero fuimos al pueblo de Butuceni y subimos la colina hasta el Monasterio rupestre, tallado en la roca del despeñadero. Bajamos unas estrechas escaleras y apareció la sala de la Capilla con una bóveda de pura roca. La cueva había sido excavada por monjes ortodoxos en el s. XIII. Un monje celebraba una ceremonia frente al iconostasio, con una familia. Otro monje barbado estaba junto a los iconos.



La gruta se abría al acantilado, con vistas del serpenteante río a sus pies y el mosaico de verdes campos cultivados. Sobre la pared había otro Monasterio más grande. Lo visitamos y vimos a un monje barbado con una escalera por el jardín y otros dos en sus tareas.




Luego paseamos por el pequeño pueblo de Butuceni, con solo 235 habitantes, de ambiente tranquilo. Estaba dentro de la comuna de Trebujeni, en el distrito de Orhei. Las casas bajas de piedra estaban pintadas de azul, y tenían fachadas con columnas. Las verjas metálicas también las pintadas de azul o verde, con ornamentos de dibujos geométricos. Bonitos pozos estaban repartidos por el pueblo.









Comimos en el restaurante Butuceni, el único abierto. Decorado con mazorcas de maíz, textiles, porche con flores y jardín. Estaba repleto de potes de vidrio con confituras y conservas de pimientos, coliflor y otras verduras, hierbas y nueces. Tenía una chimenea en la preciosa cocina, con calabazas secas. Y en el comedor tenían un gran panel con billetes de todas las procedencias. Tenía mucho encanto y se comía muy bien. Comimos sopa de habas y placinta, la pasta hojaldrada rellena de queso. Un lugar especial y acogedor para acabar la excursión a Orheiul Vechi.