Trogir era una
pequeña población entre murallas medievales en una isla diminuta unida
por puentes al continente y a la isla de Clovo, más grande. Era Patrimonio
de la Humanidad.
Cruzamos el puente y entramos en el casco antiguo, con calles con suelos de mármol como casi toda Croacia. Conservaba intactos muchos edificios de arquitectura renacentista y románica, que floreció bajo el periodo veneciano entre los s. XIII y XV.
En la plaza principal además de la Catedral, estaba el Ayuntamiento, un edificio bonito con un patio gótico decorado con escudos de armas, una escalera monumental y un pozo. Al lado estaba la Logia del s. XVI, con los laterales abiertos con columnas, y figuras labradas con mucho detalle en la piedra.
Vimos el Convento de San Nicolás, con un bonito patio de arcos con grandes macetas. Otros palacios eran el Palacio Cipiko del s. XV, que fue el hogar de una familia noble. Paseamos por la parte interior de la Muralla junto al mar. Había terrazas con ambiente. La Fortaleza Karmarlengo, construida por los venecianos en el s. XV. Cerca estaba la Glorieta Marmont, construida por los franceses durante la ocupación napoleónica de Dalmacia. Para acabar el día disfrutamos de la gastronomía croata en una konoba, las tabernas croatas.