La entrada en la
ciudad de Dubrovnik fue espectacular. Atravesamos la Puerta Pile y caminamos
por la Placa Stradum, la calle principal, bordeando edificios nobles de piedra
blanca con contraventanas verdes. Estaba considerada Patrimonio de la
Humanidad. La belleza de su casco antiguo impresionaba, rodeado por
poderosas murallas defensivas y el azul Adriático. Era una
fantasía medieval mediterránea.
Seguimos la Placa Stradum y pasamos por la Columna Orlando, punto de encuentro popular, y la Fuente Onofrio, una fuente circular emblemática, que conservaba 16 máscaras de cuya boca brotaba el agua, construida en 1438 como parte de un sistema de suministro de agua de 12km de recorrido.
El núcleo intramuros estaba restaurado con acierto, y apenas se notaban los daños de los bombardeos de la Guerra de los Balcanes en los años 90. Más adelante veríamos fotos de los estragos de la guerra. Pero las murallas, torres, las plazas y las calles habían recuperado su magnificencia.
Visitamos el Palacio
Sponza del s. XIV. La fachada era bonita, con arcos y ventanas gótico-renacentistas.
Fue Aduana, Casa de Acuñación, Arsenal y Archivo Estatal. Solo se podía visitar
el claustro y las salas de la primera planta. Había una exposición de
fotografías antiguas con gente de Dubrovnik en trajes de baño, paseando y
bañándose en la playa.
Visitamos el Palacio
del Rector del s. XV, de estilo gótico-renacentista. El edificio era
precioso de fachada con arcos y ventanas góticas. En el interior un claustro de
piedra blanquísima con una gran escalinata. Albergaba el Museo de Historia
Cultural, que exhibía armas, arcones de madera y hierro forjado, cajas fuertes,
botes de cerámica de farmacia antigua, monedas, algún traje, cuadros, salones
enormes con mobiliario antiguo, grandes lámparas, piano y relojes…Una visita muy
completa, por el edificio en sí y por el museo.
Luego salimos de
la Muralla hacia el Puerto. La ciudad se extendía por las laderas verdes
de la montaña, entre cipreses y otros árboles. El Puerto tenía mucha vida, con
barcos que partían y entraban. Vimos una bonita carabela de madera, con la cruz
roja, una especie de cruz de Malta, en la vela mayor. Había muchos bancos desde
los que contemplar la Bahía. La gente paseaba, tomaban algo en las terrazas,
jugaban a cartas y se bañaban junto a la muralla. Había plataformas de piedra y
pequeñas piscinas naturales con escaleras donde darse un chapuzón.
Otro día hicimos
el recorrido por la parte alta de las Murallas. Formaban un cinturón
continuo con 2km de perímetro, 1,5m de grosor y 25m de altura. Tenían 15 torres
fortificadas cuadradas. Se levantaron entre los s. XIII y XIV. Las vistas
desde la altura de las murallas eran magníficas: un mosaico de tejados rojos,
entre monasterios y torres de iglesias, con el Puerto salpicado de barcos y el
azul Adriático de fondo. En algún tramo de la muralla había pequeños bares
donde parar a contemplar las vistas.
Rodeamos toda la ciudad de Dubrovnik desde la altura de las murallas. Hicimos innumerables fotos de la Fortaleza Lovrijonac, de las torres, de los tejados. Leímos que los daños de los bombardeos de la Guerra de los Balcanes en la década de los noventa, podían apreciarse en el color de las tejas, las más rojas era nuevas, las antiguas tenían color anaranjado y verdín. Pudimos curiosear los jardines y patios de casas particulares, algunos con ropa tendida.
Al atardecer dimos
un paseo en barco por el Adriático, rodeando la Muralla y parte de la isla
Cokrum. Era un recorrido panorámico. El barco tenía suelo de vidrio, y
vimos el fondo marino con algas y posidonias. Desde el mar las murallas se
apreciaban imponentes y se veían de otra forma. Pasamos junto a los torreones y
en las rocas se veía gente bañándose, algún kayak y la Carabela de madera con
las velas henchidas navegando. Nos acercamos a la Isla Cokrum sin desembarcar.
Era una Reserva Natural protegida, exuberante y boscosa con encinas, fresnos,
pinos y olivos, y un Monasterio Benedictino. Se veía muy verde. Leímos que tenía
pavos reales y 150 especies de aves. Fue un paseo en barco fantástico.
El último día subimos
al Teleférico (Cable Car) para contemplar las vistas de la ciudad. Lo
construyeron en 2010. Las vistas eran espectaculares. El cinturón de las
murallas que rodeaba el casco antiguo tenía forma de herradura o de rodaja de salmón, con el Puerto
en un extremo y el Fuerte en el otro. El azul del mar Adriático bordeaba el
conjunto de casas y tejadillos rojos. Caminamos por la cima del monte para
buscar nuevos ángulos, hicimos cientos de fotos y quedamos maravillados de la
belleza de Dubrovnik.