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viernes, 12 de mayo de 2023

CALLEJEANDO POR TAIPEI


Taipei, la capital de Taiwán, tenía muchos lugares de interés. Estuvimos tres días y nos alojamos en el barrio Ximending, con callejones estrechos, con mucho ambiente y puestos de comida ambulante. Primero fuimos al Longshan Temple, fundado en 1937 por inmigrantes de Fujian. Tenía unas cascadas en los jardines de entradaFue centro de los gremios locales y lugar de culto. Era una impresionante estructura con aleros de cola de golondrina, dragones en los tejadillos, figuras coloridas y tallas en piedra y madera. Una mezcla budista, taoísta y confucionista.



La galería lateral con columnas de piedra esculpida y grandes faroles amarillos con dragones y caracteres chinos. Nos sentamos en uno de los patios a ver como entraban los fieles y oraban frente al altar, encendiendo la varitas de incienso en los pebeteros. Había bastante movimiento y las oraciones eran breves. 


Paseamos por el barrio histórico Bopilao, una zona comercial con porches de ladrillo rojo y edificios de arquitectura de la era Qing tardía y japonesa, tiendas y galerías de artistas.



Otro templo fue el Qingshui, de 1787, de la era Qing. Tenía pilares de dragón y tallas de tigres de los s. XVIII-XIX. Cerca estaba la Red House, una estructura octogonal de 1908 de ladrillo rojo. Fue el primer mercado público de Taiwán, ópera y teatro, y se había transformado en un centro cultural. Era el edificio más icónico del barrio de Ximending.


Visitamos la Taipei Futai Mansion, de 1910, con tres arcos de entrada en la fachada y dos plantas. En el interior mostraba una pequeña exposición de fotos. Junto a la casa estaba la Puerta Norte, de estilo oriental, de piedra con la parte superior pintada de rojo terracota.



Seguimos visitando el Gold City Temple. En todos los templos había muchos fieles orando y quemando incienso en los grandes incensarios decorados. Las velas eran linternas rojas eléctricas para evitar la cera. Y en las puertas había figuras de guardianes pintados.

Nos gustó el edificio del antiguo Hospital Universitario, de la época japonesa, construido en 1915 con ladrillo anaranjado y piedra. Cerca estaba la Taipei Guesthouse, de 1901, que fue la mansión del gobernador japonés en la época colonial, de estilo barroco. En ella también se alojaban los altos dignatarios. Para visitarla había que hacer una solicitud por internet.

                        

Después vimos la Mayor’s Residence Art Salon, una de las grandes residencias japonesas de madera mejor conservadas. Se construyó en 1940 en estilo tradicional, con paneles de cuadrados de madera con papel de arroz. Tenía un café restaurante y nos instalamos en la galería del jardín. 

La visita al National Taiwan Museum, en el Parque de la Paz, fue espectacular. Exhibía una colección de arte chino desde el neolítico hasta finales de la Dinastía Qing. Tenía tres plantas. En la primera vimos esculturas religiosas budistas y libros raros: manuscritos y códices de la Biblioteca Vaticana y de la Dinastía Ming y Qing. En la segunda planta exhibían los tesoros: joyas, tallas de marfil, de cuerno de rinoceronte, de bambú y hasta tallas de hueso de oliva. También había vitrinas con teteras, tinteros, sellos imperiales, cajas de gabinete, cerámica, jades, mobiliario de sándalo, pinturas y caligrafía en rollos verticales. Muy completa.



En la tercera planta mostraban objetos de bronce (vasijas de vino y calderos para rituales) y antigüedades (miniaturas de botellas de rapé y otros objetos). Estuvimos 3,5h recorriendo las salas. Impresionante y muy, muy interesante para adentrarse en la cultura taiwanesa. Acabamos abrumados y nos faltaba mucho más por ver, como pasear viendo los puestos callejeros de comida y el espectáculo de neones verticales de colores, un festival de luces nocturno. 






domingo, 31 de agosto de 2014

DETALLES TIBETANOS


 
Las mujeres tibetanas tradicionales llevan un peinado con diminutas trencitas anudadas en la espalda y sujetas por pasadores de plata con adornos de pedrería. Algunas llevan el pelo untado con mantequilla de yak, y trenzado en 108 tiras finas y largas. Según leímos, el 108 es un número sagrado para los budistas.

El coral rojo y la turquesa, que utilizan en los pasadores y cinturones, son piedras autóctonas. En los puestos de artesanía de Lhasa se venden muchas de estas joyas, que adornaron en sus mejores tiempos a las mujeres nómadas tibetanas.

 
 


Los niños llevan una abertura en el trasero del pantalón para que hagan sus necesidades sin mancharse la ropa. Algunos llevaban pañales que se veían a través de la obertura. Encontré uno de ellos en una calle, y seguí a la madre y el hijo entre la muchedumbre, pero me resultó difícil conseguir la fotografía entre el gentío, y la logré pero borrosa. Habíamos visto aquello en otros países asiáticos, pero en el clima frío del Tibet nos sorprendió más.


 


 

En los mercados tibetanos pueden verse esqueletos de animales colgando y aireándose en espera de comprador. La carne de yak, seca y de sabor fuerte, es la más gustosa, pero no se suele servir mucha cantidad en las raciones habituales. El consumo de carne de los tibetanos es reducido comparado con el de un occidental. Siglos de carencias y austeridad todavía son determinantes en su dieta.


 
 

Las mesas de billar están en las calles al aire libre. Hay una auténtica afición por este juego, introducido por los chinos. Por la noche las tapan con un plástico sujeto con piedras, que las protege algo del polvo y de las escasas lluvias. Los niños eran unos entusiastas espectadores.

 
 

© Copyright 2010 Nuria Millet Gallego


LA BELLEZA DE LOS LAGOS TIBETANOS


 

La primera visión que tuvimos del lago Namtso fue una gran mancha de aguas turquesas rodeado de montañas con picos nevados. El azul intenso contrastaba con la aridez del terreno. El lago estaba a 4.500m. de altitud. Era uno de los tres lagos sagrados del Tibet, y el segundo mayor de agua salada en China.

Tenía una superficie de 1.940m2, y una isla llamada Tashi en la parte central. Junto al lago había dos piedras enormes con inscripciones y dibujos, y cientos de banderolas de oración de colores, ondeando al viento en hileras. Yaks blancos con sillas de montar descansaban en las orillas; los ofrecían para dar un paseo por 10 yuanes. También ofrecían paseos a caballo.








Como hacía viento se veía oleaje en la superficie del lago y las orillas parecían una playa pedregosa. Unos monjes paseaban por allí. Lo que no esperábamos encontrar fue una pareja de novios haciéndose un reportaje fotográfico. Ella llevaba traje un vestido largo con volantes y con los hombros al descubierto, con escote bañera. Y él un fino traje de hilo. Nosotros llevábamos camisetas térmicas, forro polar y anorak de gore-tex. Eran de Beijing. A la novia se le mojaron los bajos del vestido. Cuando acabaron vimos que se levantaba de las rocas, se recogía el vestido de novia y debajo llevaba tejanos y bambas. Seguro que para ellos también fue un día inolvidable.
 
 
© Copyright 2010 Nuria Millet Gallego