Desde Pemba una pequeña barca nos llevó hasta
la isla de Ibo en un trayecto de hora y media. La isla de Ibo era la más grande del Archipiélago de las Quirimbas, al
norte de Mozambique. Había sido un importante puerto comercial árabe cuando llegaron
los portugueses en el s. XV, y a finales del s. XVIII se convirtió en un puerto
crucial para la trata de esclavos. Afortunadamente eso formaba parte de su
pasado; en la actualidad era una población tranquila y con encanto.
La isla tenía tres fuertes:
Sao Joao Baptista con forma de estrella, Sao Antonio y Sao José. Una mezquita y
una iglesia proporcionaban el alimento espiritual, aunque la mayoría eran
musulmanes liberales.
Paseamos por sus bonitas
calles de edificios de planta baja desgastados. Eran casas coloniales de piedra con porches sombreados. Algunas estaban
restauradas, y otras estaban invadidas
por las raíces de grandes árboles que entraban por las ventanas y crecían
entre sus muros abandonados. Hicimos alguna foto en blanco y negro y parecían
transportarnos más en el tiempo.
En el centro del pueblo
varias mujeres bombeaban un pozo y llenaban sus recipientes de agua, un bien preciado. Proyectos de abastecimiento de agua como
ese, financiados por España, se habían interrumpido al reducirse el presupuesto
de Ayuda Oficial para el Desarrollo.
Una de esas mujeres
jóvenes que bombeaba agua y la transportaba sobre su cabeza. tenía un peinado
adornado con letras, y en el centro de su frente colgaba la letra
"M", como un símbolo de Mozambique. Ella misma tal vez era, sin ser
consciente de ello, un símbolo de la lucha por la supervivencia y de ese
precioso país africano.
© Copyright 2013Nuria Millet Gallego