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sábado, 17 de febrero de 2024

EL DESIERTO DEL SÁHARA MAURITANO


En el viaje por Mauritania contratamos una excursión por el Desierto del Sáhara. Las Dunas de Azougua, en el Oasis Amatlich, eran las más altas y espectaculares. Una pared frontal de 205m de altura y a sus pies las palmeras del oasis.

En ruta hicimos un picnic bajo la sombra escasa de un arbolillo. Nuestro guía, Cheikh, preparó una ensalada de atún, huevo duro, patata, tomate, pepino y olivas, de lo más refrescante. Y tomamos los tres tés de rigor, con menta y muy endulzados. Lo preparaban escanciándolos de un vaso a otro varias veces, para conseguir la mousse, la espuma que les encantaba. 


Llegamos al atardecer y nos alojamos en una tienda de lona blanca frente a las dunas. Tras tomar té y dátiles nos animamos a subir a la Gran Duna. Subimos en zig zag. Paramos a tramos, contemplando las vistas del oasis y nuestra tienda a lo lejos, diminuta. Al final conseguimos llegar a la cresta de la duna. Las vistas eran impresionantes, y la arena se tiñó de tonos anaranjados. El viento dibujaba ondulaciones en la superficie de la arens. Quedaron nuestras huellas. 


Otro día vimos el monolito de Ben Amera, una montaña rocosa impresionante, de paredes muy lisas. Caminamos a su alrededor, el perímetro era muy grande. Cerca estaba la montaña Aicha, más redondeada y pequeña. Decía la leyenda que Ben Amera era el hombre y Aicha su mujer. Se pelearon y acabaron separados.

En los alrededores había grandes rocas en las que habían grabado dibujos artísticos, como un bisonte con cuernos. Una curiosidad.




Montamos el campamento a los pies de Ben Amera. Armaron una tienda con cuatro palos en las esquinas, un palo más alto central y colocaron la lona blanca. Era una tienda grande y se podía estar de pie. El paisaje era muy bonito, de dunas anaranjadas con arbolillos.

Por la noche el firmamento brillaba y se podía distinguir Orión.




En ruta encontramos camellos y campamentos nómadas de beduinos. Las mujeres extendían su artesanía sobre pañuelos coloridos.



En Choum vimos pasar el Tren del Hierro que venía de Zuérate hacia Nuabidu. Transportaba mineral de hierro para su exportación. Tenía 250 vagones de carga y solo uno de pasajeros. Recorría 700km en un trayecto de 18-20 horas. 

Algunos viajeros decidían hacer el recorrido sobre los vagones, a la intemperie. El horario de salida era incierto y variable, a veces de madrugada, pasaban frío y acababan tiznados. Optamos por no hacerlo. Tal vez en otra rencarnación.



jueves, 14 de octubre de 2004

ULURU, LOS OLGAS Y KINGS CANYON

Uluru, en el centro de Australia, era el monolito más grande del mundo, con 9km de contorno, 348m de altura y 2,5km bajo tierra. Uluru era el nombre aborigen de la roca; los europeos la bautizaron como Ayers Rock. Leímos que era una roca sagrada para los aborígenes australianos. Era Patrimonio de la Humanidad.

Yulara era un pueblo artificial que se creó como base para visitar el Parque Nacional de UluruLlegamos desde Alice Springs, en un trayecto de bus de seis horas. El pueblo era pequeño y dedicado al turismo. Tenía un centro comercial con carpas, imitando las tiendas del desierto.


La roca estaba formada por piedra arenisca y se veía de color rojo y anaranjado según la luz del sol. La rodeamos con el autobús y observamos que no era tan compacta como parecía: tenía cuevas y diferentes oquedades, casi como cráteres que le daban un aspecto misterioso. Gente de todo el mundo veníamos a verla. Paramos en el Centro Cultural Aborigen. Además, teníamos información del Museo Aborigen de Darwin, y de la guía de la Lonely Planet. 

Estábamos deseando rodearla a pie. Seguimos un camino marcado que llamaban Liru, acercándonos a la base. Vimos más de cerca la gran roca y sus oquedades. Un grupo de cuevas tenía la forma de un cráneo, destacando más oscuro sobre la pared. Otras cuevas parecían ventanitas. Cuando fuimos en 2004 advertían de que por respeto a la cultura aborigen era mejor no realizar la ascensión a la roca. Nosotros no subimos, pero vimos gente que lo hacía. Posteriormente, no se permitió la ascensión.



Luego recorrimos el camino Mutyulu hasta llegar a una pequeña piscina natural, considerada sagrada, por lo que el baño estaba prohibido. Cuando llovía el agua caía por la roca formando torrentes y pequeñas cascadas. Se distinguían en la pared la huella oscura de los torrentes de agua. Decían que era todo un espectáculo ver Uluru bajo la lluvia o con una tormenta eléctrica. Aquel día el cielo tenía un azul intenso, sin una sola nube. 

El plato fuerte fue la puesta de sol, que contemplamos con una copa de vino blanco en la mano, cortesía de la agencia. El color rojizo cambió a tonos anaranjados y ocres, con matices malvas. Poco a poco se fue difuminando y la roca quedó rosa azulado.

Otro día hicimos una excursión a las formaciones rocosas que llamaban Kata Tjuta o Los Olgas, en honor a la esposa de Amadeo I. Estaban a 30km de Uluru. El Monte Olga era 200m más alto que Uluru. Era el mismo tipo de roca arenisca, con tonalidades anaranjadas, rojas y doradas. Dimos un paseo por el que llamaban Valle de los Vientos, guiados por un ranger. Seguimos el sendero de tierra roja hasta cruzar un puente y subimos por un camino rocoso por la garganta. Llegamos a una abertura entre dos masas de roca, desde donde podía contemplarse el paisaje de verdes árboles




El tercer día hicimos otra excursión por el Kings Canyon. El cañón tenía forma de herradura, era de piedra arenisca y tenía 100m de altura. Hicimos un recorrido de 7,5km en tres horas y media. Subimos por un lado, lo rodeamos y descendimos por el otro extremo. Nos asomamos al borde del precipicio e incluso nos tumbamos extendidos al filo del vacío. Llegamos hasta el que llamaban el Jardín del Edén. Había una piscina natural con poca agua, de un color verde oscuro. La rodeaban árboles y una palmera. Lo contemplamos desde una plataforma de madera.