© Copyright 2015 Nuria Millet Gallego
lunes, 28 de noviembre de 2011
DE URUGUAY A GALICIA, PARA MANUELA
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martes, 22 de noviembre de 2011
AUTOS DE SACRAMENTO
domingo, 13 de noviembre de 2011
EL SUEÑO DE LAS MISIONES
viernes, 28 de octubre de 2011
MISIONES DE PARAGUAY: TRINIDAD Y JESÚS
Era muy extensa, con caminos de tierra roja entre espacios verdes con palmeras y algún árbol grande que ofrecía sombra. La piedra era rojiza y estaba labrada, especialmente la gran Puerta de entrada a la misión. Se veían arcos y columnas con pedestales trabajados. En una de las salas se exponían cabezas de ángeles regordetes de piedra.
Jesús de
Taravangué fue fundada a finales del s. XVII, en 1678, por el
jesuita Gerónimo Delfin, a orillas del río Monday. Llegó a ser un pequeño
núcleo urbano de unas 300 personas. Se empezó a construir una de las Iglesias
más grandes de la época, que quedó sin concluir por la expulsión de los
jesuitas en 1767. Efectivamente la Iglesia era muy grande, no costaba
imaginarse el asombro y admiración un tanto temerosas de los guaraníes ante su
grandiosidad.
Las ruinas de la reducción de Jesús de Taravengué eran más pequeñas y aunque estaban bien conservadas nos impresionaron menos que las de Trinidad. Pero ambas tenían un interés histórico y nos hablaban de épocas pasadas.
miércoles, 26 de octubre de 2011
CONCEPCIÓN
La adormilada
ciudad de Concepción estaba a orillas del rio Paraguay. Paseamos por la calle
Estegarribia con varias mansiones antiguas restauradas y pintadas de colores
crema o granates. Las mejores eran edificios municipales.
Nos alojamos en el bonito Hotel Colonial Francés, con patio interior y ventiladores. El Mercado tenía puestos con frutas, con sandías grandes. Se veían algún carro de caballos, transportando mercancías. Hacía un calor tremendo y nos refrescamos en una heladería con ventiladores en el techo. Al final de la calle Avenida había una enorme estatua de la Virgen María vigilando a los paseantes. Y vimos una pancarta con una declaración de amor.
Dimos un paseo en barca por el río Paraguay. Las aguas estaban muy tranquilas y resultó agradable deslizarse lentamente. La otra orilla era una isla y en ella vivía el lanchero, que nos mostró su casa de madera.