lunes, 2 de octubre de 2000

EL PARQUE NACIONAL ISALO

Desde Ranohira visitamos el Parque Nacional Isalo. Salimos del pueblo y nos dirigimos hacia la extensa pared de piedra que formaba el parque nacional. Decían que la piedra arenisca había sido esculpida por el agua y el viento con formas caprichosas y curiosas. La roca grisácea tenía vetas amarillas y anaranjadas, como de óxido. El paisaje era bastante seco y en algunos tramos casi desértico. En Madagascar la tala de árboles había sido devastadora. 

Los estrechos senderos serpenteaban por valles entre montañas rocosas, entre hierbas altas y campos de trigo. Tuvimos suerte y vimos dos lemures, animales característicos de Madagascar. Eran como monos pequeños, de pelo blanco, Uno de ellos llevaba a su cría en la espalda. Desaparecieron pronto. También vimos baobabs enanos, con el tronco redondeado y flores amarillas. El interior del baobab era un reservorio de agua.

Subimos por un barranco, saltando por las rocas junto a un río. A las dos horas de marcha llegamos a las cascadas Namaza. Nos sumergimos en sus aguas heladas con gran placer. La cascada no era muy alta, pero formaban un estanque de aguas verdes y tranquilas. 


Luego andamos más de una hora hasta llegar a la Piscina Natural Paraíso. Apareció de repente, en una hondonada de una zona especialmente seca, como un oasis. Era un estanque natural de aguas verdosas, rodeado de vegetación, palmeras y helechos. La roca descendía gradualmente hasta el agua. La cascada era más alta que la Namaza, y el agua caía con más fuerza. Nos pusimos debajo y nos masajeó la espalda y las lumbares, como si fuera un jacuzzi. En el remanso el agua estaba tan tranquila que solo nadamos a braza, deslizándonos suavemente. Después del baño nos cominos los bocadillos que llevábamos con apetito y nos tumbamos al sol. Nos despedimos con pena de aquel lugar, de gran belleza.




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