Desde Ammán, la capital jordana,
hicimos una excursión al Mar Muerto. Estaba a 400 metros bajo el nivel
del mar. Tenía unos 65km de largo y entre 6 y 18km de anchura. Ningún pez podía
vivir en él por su elevada proporción salina: un 30% de sal por litro, ocho
veces superior a la de los océanos. Lo contemplamos desde el Monte Nebo,
donde Moisés vio la Tierra Prometida, a la que no se le permitió entrar.
El acceso a la playa tenía varios parasoles, con piscinas y duchas. Pronto comprobamos la salinidad del mar al bañarnos. Era cierto que se flotaba con facilidad, el cuerpo tendía a ascender a la superficie como si levitara. Se elevaban las piernas y los talones sobre la superficie. Teníamos alguna rozadura en los pies y escocía levemente. Las mujeres jordanas se bañaban vestidas y con el pañuelo cubriendo su cabeza. En un tramo de la playa ofrecían la posibilidad de untarse con lodo del Mar Muerto, con propiedades terapéuticas. El lodo era oscuro, casi negro, y tenía un olor especial. Nos lo pusimos hasta en la cara, parecíamos aborígenes, y estuvimos rebozados en barro un buen rato. Luego nos dimos otro refrescante baño.
Tras el baño visitamos Madaba, una
pequeña población jordana famosa por sus magníficos mosaicos bizantinos.
Y era el núcleo cristiano más importante del país, las iglesias convivían con
las mezquitas, en un ejemplo de tolerancia religiosa. En el Parque Arqueológico
vimos los primeros mosaicos, y nos sorprendió su estética y cromatismo. El mosaico más antiguo de Jordania era del s.I a.C. Habían sido
parte del suelo de villas y de Iglesias, y se descubrieron en las excavaciones.
Algunos eran enormes, como las estancias que debían adornar.
Nos gustaron especialmente los mosaicos de la Iglesia de Elías y el de la Sala de Hipólito, en el que aparecía Afrodita, con el busto desnudo junto a Adonis, azotando en el culo a un ángel alado, Eros. En el recinto había una escuela de restauración de mosaicos. En la Iglesia de los Apóstoles había la figura de Thalassa, alegoría del mar, rodeada de peces y un pequeño pulpo.
Luego fuimos al Batisterio, el
lugar donde fue bautizado Jesús, que en la Biblia se llama Betania. Formaba
parte de un camino de peregrinación. Llegamos andando hasta el río Jordán,
en aquel tramo apenas tenía 5 o 6 m de anchura. El Jordán era la frontera entre
Jordania e Israel. En la otra orilla vimos una bandera israelita. Metimos los
pies en el agua, del Mar Muerto al río Jordán.
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