En el viaje por los Emiratos Árabes Unidos teníamos curiosidad por conocer los siete emiratos que lo formaban, y ver la parte moderna y la parte tradicional del país, tal como era antes del boom del petróleo. Empezamos por el emirato de Abu Dhabi.
En el Aeropuerto nos informamos sobre el autobús gratuito de Abu Dhabi
Experience, pero habían pocos y no nos convenía el horario. Así que compramos
el pase Hafilat, recargable para usar en transportes. Fuimos directos
desde el aeropuerto hasta la Mezquita Sheik Zayed. En la mezquita
había guardaequipajes gratuito. Al llegar nos registramos en unas tablets y
obtuvimos el código QR para el acceso. Seguimos el código de vestimenta, abaya
y pañuelo en la cabeza.
La Gran Mezquita
Sheik Zayed era una maravilla. Blanca, de arquitectura tradicional con más
de 80 cúpulas de mármol, cuatro minaretes de 106m de altura y 1000 pilares.
Una obra maestra de la arquitectura y el diseño islámico. El recinto era enorme,
rodeado de jardines y estanques. Era la Mezquita más grande del país y una de
las de más capacidad del mundo, en el gigantesco patio cabía 30.000 fieles, y
el interior podía albergar 2500 fieles a la vez.
Entramos por una
gran arcada blanca, con hileras de pilares coronados por capiteles
dorados. Las
más de 80 cúpulas asomaban por todas partes, y todos los ángulos eran
fotogénicos. Rodeamos el patio y sus arcadas. En las paredes de la mezquita
había zonas de mosaicos esmaltados con dibujos florales, y con fuentes públicas.
La sala de oraciones era espectacular, con tres grandes lámparas colgantes con cristales de colores. La alfombra era la más grande del mundo, hecha en Irán, medía más de 5000m, pesaba 35 toneladas y contenía unos 2.6 millones de nudos. Trabajaron para elaborarla 1200 artesanos durante dos años. Una mezquita bellísima.
Al día siguiente
fuimos a las Etihad Towers, dos rascacielos de cristal y acero de 300m
de altura, frente al mar. Allí estaba el Observation Dek at 300, un mirador
en la planta 74. El ascensor subió rápido. Abu Dhabi era una zona de islas,
incluso tenía manglares. Las vistas de las islas de Abu Dhabi, los rascacielos,
y La Corniche con el mar azul del Golfo Pérsico eran magníficas. Se veían los
canales de agua y las lenguas de arena.
El Palacio de
Qasar Al Watan nos impresionó, era una maravilla. De granito blanco y piedra caliza con
múltiples cúpulas, entre jardines con palmeras. Tras pagar la entrada, un
autobús nos llevó a la entrada, porque había distancia. El interior nos
deslumbró. Techos altísimos con arcos y bóvedas, columnas, vidrieras y
mosaicos, con ornamentos y revestimientos de oro. Era el Palacio Presidencial, construido
para las visitas oficiales, banquetes y cumbres de países.
Tenía múltiples salas, en una se exhibían los regalos oficiales de distintos países, entre ellos España. Otra sala era la Biblioteca, con más de 50.000 libros. La Sala de Recepción tenía una lámpara de araña tan grande que se tuvo que ensamblar dentro de la sala, pesaba 12 toneladas y se colgaba en un solo punto.
En otra sala
destacaba la Escultura Poder de las Palabras, una
estructura ovoidal dorada, hecha con caracteres árabes. Era una de las tres esculturas del artista Mattar Bin Lahej, que transformó en
arte las palabras del padre fundador de los Emiratos Árabes Unidos, Sheikh
Zayed: “La riqueza no es dinero ni petróleo; la riqueza está en las personas
y de nada vale si no se dedica a servir a las personas”.
Otra construcción impresionante era el hotel Emirates Palace Mandarin Oriental. Un auténtico Palacio oriental de arenisca rojiza, con 114 cúpulas y una cúpula central, con mosaicos, torreones, ventanas arqueadas en varias alturas, y rodeado de jardines con palmeras y fuentes. Tenía un gran Arco del Triunfo de entrada, que solo se abría para la realeza y personalidades. Subimos por una escalinata bordeada de fuentes.
El Fuerte Al
Hosn era el edificio de piedra más antiguo de la ciudad, del s. XVIII, rodeado
de rascacielos. Estaba restaurado, tenía varios torreones redondos y cuadrados.
No pudimos ver el interior porque estaba cerrado hasta la tarde al ser viernes.
La Heritage Village era una reconstrucción de una aldea emiratí tradicional, con casas de adobe liso, entre jardines y palmeras. Era agradable para pasear y estaba junto al mar del Golfo Pérsico, de aguas azul verdosas. La aldea tenía pequeños talleres de artesanos: alfarería, metales, carpintería, o textiles. También exhibían joyas de platas o monedas.
Las mujeres con las abayas negras paseaban entre las casas, y los hombres con sus túnicas blancas le daban ambiente. Había una playa preciosa, frente al sky-line de Abu Dhabi, pero estaba prohibido bañarse allí. Valía la pena ir a la aldea por la playa y las vistas. Por la noche disfrutamos con la iluminación de La Corniche y otros rincones de Abu Dhabi.
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