Kenting era una pequeña ciudad al sur de Taiwán, situada 1600km por debajo del Trópico de Cáncer. Eso se reflejaba en su entorno de naturaleza exuberante. Era conocida como el “Hawai taiwanés”, lugar de descanso de mucha población local.
Tenía varias playas frente al Mar de China Meridional. Paseamos por la larga playa de Kenting, de arena fina y dorada. Se veía desierta y sin bares ni chiringuitos. Hacía viento y lucía la bandera roja. Luego seguimos un camino bordeado de palmeras paralelo a la carretera, hasta South Bay en forma de media luna. Allí nos bañamos. Otra playa bonita era la Little Bay flanqueada por una montaña.
En el Arch
Kenting, una puerta oriental de la ciudad, cogimos un bus amarillo hasta el
Parque Nacional Kenting. Unos monos nos contemplaron desde las ramas de
los árboles. En el Centro de Visitantes nos dieron un mapa y vimos una pequeña
exposición. Caminamos solos por sus senderos en el bosque y por las pasarelas
de madera.
Los árboles tenían
raíces aéreas que invadían el camino, rodeados de hojarasca. Otros crecían
sobre las rocas, aferrándose con sus raíces a ellas. Había arces, banianos,
higueras, algunas palmeras y una colección de cactus. Vimos el Arce
Otoñal Gigante, de 15m de altura y un tronco de 3m de diámetro.
Subimos a una torre con vistas al mar. Se veía la montaña Dajian, emblemática en Taiwán. Luego entramos en la Silver Dragon Cave, nos sorprendió lo grande que era. La recorrimos entre sus estrechas paredes con algo de iluminación y salimos al otro lado. Otra cueva más pequeña era la Fairy Cave. Después vimos la zona llamada Valley of Hanging Fig Roots, con raíces y lianas colgantes por todas partes. Estuvimos unas tres horas en el parque.
Al salir fuimos al
Faro Eluandi, era el único faro fortificado existente en el mundo, rodeado
de un muro, ya que los indígenas de la zona
atacaban al invasor chino. Era blanco en un bonito entorno muy verde, con vegetación
y rodeado del mar azul. Paseamos por senderos y vimos cuervas, una pequeña
garganta y un bosque con vistas al mar. Tomamos batidos de pulpa de mango
recién hechos, muy ricos.
Por la noche paseamos por el Mercado nocturno de Kenting, con mucho ambiente. Los puestos estaban instalados en la calle principal y riadas de gente caminaban en ambas direcciones. Los puestos callejeros ofrecían pinchos de pulpo, calamar, carne, salchichas, mazorcas de maíz, albóndigas, bolas de patata dulce y de taro, helados, frutas y otros bocaditos no identificables.
Los restaurantes de la calle principal tenían ostras, almejas, cangrejos y pescados en recipientes en la entrada, como reclamo. Cenamos almejas con salsa de ostras, riquísimas, gambas a la plancha y noodles fritos, y de postre una especie de churro relleno de chocolate. También había máquinas recreativas de pinball para niños. Familias enteras paseaban por el mercado, disfrutamos mucho del ambiente de Kenting.