sábado, 13 de agosto de 2011
LAS ISLAS SOLOVETSKY
jueves, 28 de abril de 2011
MANZANILLO, PURA VIDA
“Pura vida”
es la expresión que más escuchamos en nuestro recorrido por Costa Rica.
Un país que es pura naturaleza, pura vegetación tropical, puro verde por todas
partes. Un país que tiene protegido gran parte de su territorio en Parques
Nacionales y reservas de fauna y flora. Han apostado por la ecología porque
saben que es su riqueza y su futuro.
Manzanillo
es un tranquilo pueblecito de unos seiscientos habitantes, en la costa
Atlántica, bañado por las aguas del Caribe. Las guías lo definían como un
vivo reducto de cultura afro-caribeña, que se refleja en las pieles canelas
o negras de sus pobladores, en los peinados de trencitas rastas, en la cocina y
en la música, entre otras cosas. También decían que era la playa más fotogénica
de la costa caribeña. Las imágenes son de Punta Manzanillo, una cala
semicircular con una gran roca horadada en el mar. La playa de arena dorada
estaba repleta de palmeras, cientos de ellas en una ancha franja.
Caminamos por un sendero
interior paralelo al mar. Pisábamos raíces de grandes árboles, troncos y
hojarasca caída, que con su putrefacción contribuía a alimentar la selva
tropical. Íbamos totalmente solos. Con el calor y la humedad fuimos alternando
baños y tramos por la arena con tramos por el sendero interior. A ratos se oía
el alboroto inquietante de los monos aulladores, que llaman congos.
Otras veces oíamos cantos de aves, el concierto de los insectos y crujidos de
ramas. Varios animales salieron a nuestro encuentro. Hasta el paseo por la
carretera era como hacer una excursión, por la densa vegetación y naturaleza
exuberante.
Paseamos hacia Punta Uva, el lado izquierdo del pueblo. En aquella zona había más oleaje y más corrientes, y advertían de los peligros de la resaca, no aconsejaban el baño. Nos alojamos en unas cabañas rodeadas de jardines tropicales con plantas y flores entre las que revoloteaban colibrís. Un lugar precioso.
Esa fue una de las etapas
del viaje por la preciosa Costa Rica. Pura naturaleza, pura vida, pura gente.
jueves, 22 de abril de 2010
LA SONRISA DE LAS GEISHAS
domingo, 4 de abril de 2010
EL TEMPLO SINTOISTA DE LA COLINA
jueves, 22 de noviembre de 2007
LAS TORRES DEL PAINE
El Parque Nacional Torres del Paine en Chile, estaba a 112km de Puerto Natales, donde nos alojamos. Estaba situado entre la Cordillera de los Andes y la estepa patagónica. Lo formaban montañas, valles, ríos, arroyos, lagos, lagunas y glaciares, y era una Reserva de la Biosfera. Pasamos dos días en el parque. La Patagonia era una zona ventosa, pero el día amaneció sin viento. Antes de llegar paramos en un lago donde se reflejaban las montañas nevadas en la superficie totalmente lisa.
El día estaba soleado y con un cielo azul limpio. Los senderos estaban bien marcados. Elegimos el sendero al Mirador de las Torres del Paine, que ascendía a través de bosque y colinas onduladas. El trekking empezaba desde el Hotel Las Torres, de fachada roja con tejadillos de pizarra negra, que fue una estancia de ganado vacuno.
Cruzamos un puente
sobre el río de aguas verdosas. Desde el principio tuvimos la impresionante
vista de las torres que se elevaban casi verticalmente más de 200m por
encima de la estepa patagónica. Eran espectaculares columnas de granito entre
picos nevados. Las torres tenían las paredes tan escarpadas que la nieve resbalaba
y no llegaba a cuajar. Tardamos unas cuatro horas en el trayecto.
Durante el camino rellenamos las botellas de agua fresca de los arroyos. Nos cruzamos con algunos senderistas que bajaban a seguir otra ruta después de haber dormido en los refugios altos. Comimos un bocata en un merendero del camino. El último tramo fue una ascensión empinada por una pedrera. De vez en cuando encontrábamos marcas rojas en las piedras grandes. Llegamos cansados y contentos. Las Torres del Paine se levantaban ante nosotros con sus 200m de altura, y al pie tenían una laguna verde. Bajamos a la laguna a tocar el agua. Estaba fría, pero apetecía mojarse los pies después de la caminata.
Al día siguiente
fuimos a la Laguna Pudeta y al Mirador de los Cuernos del Paine.
El día estaba soleado, pero hacía más viento, ya no se veía el reflejo de las
torres en la laguna de entrada al parque. El sendero hacia el Mirador de los Cuernos
era mucho más fácil, un paseo agradable. Caminamos entre plantas verdes de
aspecto esponjoso, que en realidad eran espinosas. Pasamos por una cascada
que caía con fuerza, con chorros de espuma blanca. Era una de las cascadas que
nacían del Campo de Hielo Patagónico Sur.
Los Cuernos eran
la parte superior de la montaña, recortados en un color más oscuro. La roca
estaba casi negra en la cima y contrastaba con la roca marrón de la parte
inferior. Había agua por todas partes. Llegamos en una hora al mirador, al pie
de una laguna azul.
Disfrutamos de la
belleza del paisaje. No era extraño que se considerara al Parque Nacional Torres
del Paine como la octava maravilla del mundo.
domingo, 18 de noviembre de 2007
EL FITZ ROY Y EL DIOS EOLO
miércoles, 14 de noviembre de 2007
TREKKING POR EL GLACIAR
El segundo día en el Perito
Moreno decidimos hacer un trekking por el glaciar. Después de desembarcar
caminamos por un bosque de lengas, altos árboles junto al Lago Argentino, y
llegó el plato fuerte del día. Los guías nos pusieron los crampones en las
botas, nos aconsejaron caminar con los pies separados y nos enseñaron trucos
para las subidas y bajadas. Éramos un grupo pequeño de quince personas con dos
guías.
A veces daba la
sensación de estar sumidos en un mar de crestas blancas. Subíamos, bajábamos
y nos metíamos por estrechos desfiladeros de altas paredes. El hielo a
veces se veía translúcido y otras con el azul intenso casi añil que tanto nos
atraía. Disfrutamos un montón de la caminata.
Hacia el final del trayecto vimos sobre la nieve una caja blanca con la cruz roja, un botiquín colocado en un sitio estratégico. No fue necesario usarlo, nadie se cayó ni resbaló. Y para acabar tuvimos una sorpresa: el bar del Perito Moreno. Entre la nieve había un par de mesas y unas cajas de madera. Sacaron vasos, whisky y picaron hielo con el piolet. Así fue como acabamos el trekking por el Perito Moreno, tomando un whisky con hielo que nos calentó el cuerpo y alfajores de chocolate. Después de ver y navegar la cara norte y la cara sur del glaciar, la caminata fue el colofón de la visita. Una maravilla de la naturaleza.