Para llegar a Gjirokastra desde Korça,
atravesamos las montañas Gremaz, bonitos paisajes alpinos con bosques y puertos
de montaña a 1759m., por una carretera de curvas. Luego descendimos al valle
Vjose hasta Permeti, pasando por la garganta del río Vjose, de aguas verde
claro. Gjirokastra (o Gjirokaster) era
un pueblo con encanto Patrimonio de la
Humanidad, con antiguas casas otomanas del s.XI, de madera y piedra blanca,
con techos de piedras planas apiladas y calles empedradas. Las casas-torre tenían
de tres a cuatro plantas y se llamaban kules, de origen turco y típicas de
los Balcanes. La base era alta, con planta baja para el invierno y segunda
planta para verano, balcones y múltiples ventanas interiores decoradas con
motivos florales. El nombre de Gjirokastra en griego significa “castillo de
plata”. Fue cuna del escritor Ismail Kadaré y del dictador Enver Hoxha.
Nos alojamos en una preciosa y acogedora
casa medieval, con vistas a la montaña y terraza con panorámica de la ciudad.
La habitación era enorme, con chimenea, hornacinas en la pared, kilims colorido, techos de madera y
asientos otomanos con cojines bajo las ventanas para sentarse a leer. Salimos a
callejear y subimos al Castillo del s.XV.
Se utilizó como prisión, luego lo ocuparon los nazis y posteriormente los
comunistas. El interior estaba muy bien conservado, con altísimos arcos. En una
de las galerías exhibían 22 cañones a cada lado. En el patio de la Fortaleza
había un avión americano que aterrizó en Tirana en la época comunista. Dentro
del recinto estaba el Museo de Armamento y el de Historia. El museo de Historia
nos gustó más, con trajes antiguos y detalles sobre el país. Había una zona dedicada a las prisiones de la época comunista, mostrando las celdas o mazmorras en los largos y laberínticos pasillos. Era sobrecogedor imaginar el frío y las penurias a las que estuvieron sometidos.
Había varias casas museo. La Skendeli
House del s.XVIII, tenía numerosas habitaciones, 64 ventanas, 40 puertas, 9
chimeneas, 5 hammams y pasadizos secretos. La habitación más grande era la de
los huéspedes y ceremonias como la pedida de mano, con divanes laterales y
chimenea decorada con pinturas florales y granadas, el símbolo de la fertilidad
y la prosperidad. Todo esto nos lo explicó el dueño de la casa, que vivió
treinta años allí con su familia. Los comunistas le expropiaron la casa y en el
91 se la devolvieron.
El Museo
Etnográfico estaba ubicado en otra casa histórica de 1870. Había sido propiedad
de una familia de mercaderes y después la casa de Hoxha. Tenía 40 habitaciones,
34 puertas y 50 ventanas. Estaba muy decorada y con detalles como la cocina con
sus cacharros, piedras de moler, cunas, kilims,
chimeneas adornadas con telas de puntillas, baúles.
La tercera casa museo fue la Zekate House, de 1811. Era la más
grande, inmensa con sus cuatro pisos. Fue un regalo del emir turco Alí Pasha a
la familia Zeko, que todavía vivía allí, en una construcción de piedra anexa.
También tenía grandes habitaciones con muchas ventanas con visillos blancos y
divanes para hombres y mujeres, con multitud de alfombras de colores. Además,
visitamos la casa del escritor Ismail Kadaré que tuvo que exiliarse a París. La
habían restaurado en estilo moderno y estaba dedicada a su obra.
Callejear por la medieval Gjirokastra descubriendo
sus casas y rincones fue un auténtico placer y una forma de adentrarnos en la
historia de Albania.
© Copyright 2019 Nuria Millet Gallego
Texto y fotos