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lunes, 20 de febrero de 2023

LA FIESTA EN EL CASTILLO OTOMANO



Jizán (o Jazán) era una ciudad a orillas del Mar Rojo, en el extremo suroeste de Arabia Saudí. Estaba a 1.145km de Riad. Llegamos en avión, en un trayecto de 1h 45. Fue el único avión interno que cogimos en el viaje por el país; el resto lo hicimos con los autobuses de la compañía estatal SAPTCO. La guía de la Lonely Planet le dedicaba unas pocas líneas.

Su mayor atractivo era el Castillo Otomano, en una colina. La luz del atardecer teñía de dorado sus grandes torreones y almenas. Lo encontramos lleno de gente, con ambiente festivo. Ensayaban para la fiesta del Día Fundacional de Arabia Saudí, aniversario de su fundación como Estado, el 22 de febrero de 1727. En esa fecha fue cuando el imán Mohamed bin Saud comenzó a gobernar en la ciudad de Al Diriyah, en el oeste de los que hoy es Riad, para después ir expandiendo su reino por la península arábiga. Aunque el Día Nacional se celebraba el 23 de septiembre.



En el patio había una jaima con alfombras y telas con coloridos estampados. Unas mujeres estaban ataviadas con sus mejores galas, maquilladas y adornadas con joyas de oro. Siguiendo la tradición ocultaban su rostro y solo mostraban sus bonitos ojos. Les pedimos permiso para fotografiarlas y accedieron sonriendo, con sus miradas expresivas.

Había un grupo de niños con túnicas blancas y otro grupo de niñas y mujeres con abayas negras. Desfilaron ordenadamente y ensayaron su ceremonia con la música de los altavoces. Revolucionamos un poco el ambiente y grupos de adolescentes venían a preguntarnos de donde éramos entre risas y a pedirnos fotos. 





Al salir del castillo fuimos al Farasan Island Ticket Center, una pequeña oficina donde reservamos los billetes gratuitos de Ferry para ir a las cercanas Islas Farasán, a 40km de la costa árabe. Teníamos curiosidad por conocerlas. Luego paseamos por La Corniche. Tenía un parque con una noria, a orillas del Mar Rojo. Las familias se sentaban en alfombras en el suelo, tomando té, haciendo pequeños picnics y contemplando el horizonte.



lunes, 7 de marzo de 1988

GARGANTAS DEL TODRA Y DESIERTO


Las Gargantas del Todra son uno de los paisajes naturales más impresionantes de Marruecos. Un desfiladero con paredes de hasta 300 metros de altura, atravesado por el río Todra, que bajaba con poca agua. Caminamos entre las paredes admirando el paisaje pedregoso. Dormimos al pie de las gargantas. En 1988 viajé por primera vez a Marruecos (luego regresé en 1998 y en otras ocasiones) y he querido recuperar en este blog viejas fotos hechas en papel, aunque no tengan mucha calidad.



Los hombres tuaregs son un pueblo bereber de tradición nómada del Desierto del Sáhara. Vestían chilabas y turbantes azul índigo. Encontramos algunas mujeres bereberes y niños curiosos. Uno de los niños tocaba un instrumento de cuerda parecido a una guitarra, fabricado con una vieja lata, una muestra de imaginación.



El Desierto del Sáhara es el más grande del mundo, ocupando gran parte de África del Norte. Una enorme extensión de dunas de arena dorada, con algunos oasis surgidos de los acuíferos subterráneos. Sus dunas alcanzan una altura de hasta 193m. Subimos hasta las crestas de las dunas y caminamos en silencio por la arena mirando nuestras huellas. Un paisaje de gran belleza. 

Dormimos en el desierto en una jaima, la tienda tradicional, con bonitas y coloridas alfombras. Nuestro guía Mossa hizo fuego, cenamos cordero asado y tomamos los tres tés que marca la tradición: el primero amargo como la vida, el segundo dulce como el amor y el tercero suave como la muerte. Por la noche un grupo tocó tambores y disfrutamos de la música marroquí. Al amanecer nos levantamos temprano para contemplar la salida del sol entre las dunas.






Viaje y fotos realizados en 1988