sábado, 24 de octubre de 1998

LOS CASTILLOS DE GONDAR

 


La ciudad de Gondar, al norte del Lago Tana, fue la antigua capital imperial de Etiopía. Estaba a 2.200m de altitud.  En Gondar visitamos la ciudadela de Fasil Ghebi, el recinto real amurallado del siglo XVII, donde estaban los castillos construidos por diferentes emperadores etíopes. Eran Patrimonio de la Humanidad. Estaban muy bien conservados con las sucesivas restauraciones, sobre todo los castillos del Rey Fasilides, el del Emperador Iyasu y el de Yohannis

Los muros tenían una anchura de 80cm y las piedras estaban unidas con una argamasa especial que, según nos explicaron, tardaba unos seis años en elaborarse. Vimos varios estanques con la argamasa mezclada con agua, a la espera de ser utilizada. Y en cada estanque una placa de barro indicaba la fecha de elaboración. Nos pareció muy laborioso


El aspecto de todo el recinto era medieval, con torreones, almenas, escalinatas, ventanas arqueadas y hasta balcones de maderaEra un estilo arquitectónico que mezclaba elementos árabes y barrocos, traídos por los misioneros portugueses y técnicas indias. Nos explicaron que las escalinatas exteriores tenían forma de caracol, y las internas las construían angular. 

Entramos en la sauna y el baño del rey, construidos por consejo del doctor Poncet. Recordaban a un hammán turco. Eran tres estancias: templada, caliente y fría. En la primera, se colgaba la ropa de unos cuernos de reses pegados a la pared, que aún se conservaban. La segunda, más caliente, era el baño con los agujeros en el techo que dejaban filtrar la luz del sol. Y la tercera era la estancia para baños con agua fría.




Visitamos el recinto acompañados de un guía oficial que fue el que nos explicó los detalles, después paseamos solos a nuestro aire, y como el ticket de entrada servía para todo un día volvimos por la tarde. Uno de los edificios restaurados se utilizaba como Biblioteca. Tenía dos secciones en inglés y en amharic, el idioma etíope, y los libros clasificados por materias.  



En Gondar estaba la Iglesia Debre Brihan Selassie, una de las más bonitas, de piedra con dos pisos y techo de paja. Se construyó a finales del S XVII bajo el reinado de Iyasu I. Un rayo se cargó la iglesia original y tuvo que ser reconstruida. A diferencia de las iglesias etíopes que tienen normalmente planta circular esta es diferente, ya que su planta era rectangular. Tenía pinturas murales y 135 querubines en el techo, que nos miraban con sus grandes ojos.




Fuera del Recinto visitamos el llamado Baño de Fasilides. Estaba a 2km de la ciudad y fuimos paseando. Tenía un torreón en medio del estanque, seco en aquella época. En la celebración del Tinkar lo llenaban de agua a través de canales que comunicaban con él, y tenía lugar allí una ceremonia con los sacerdotes asomados a los balcones de madera del torreón. En el muro que rodeaba el estanque habían crecido las raíces entrelazadas de varios árboles, que se retorcían entre las piedras. Un lugar especial. 

Nos despedimos de los castillos con la luz dorada de la puesta de sol. 




miércoles, 21 de octubre de 1998

LAS CATARATAS DEL NILO AZUL

Antes de verlas, oímos el rugir del agua y aparecieron con todo su esplendor. Las Cataratas del Nilo Azul. arrastraban un gran caudal de agua por la pared de una garganta. Caía con fuerza y a borbotones, a una altura de entre 37m y 45m. En algunos tramos se veía espumosa y blanca, y en otros de color chocolate del lodo que arrastraban. Todo el entorno era vegetación verde. 


Para llegar cogimos un autobús en Bahir Dar hasta Tis Abay, donde estaban las Cataratas del Nilo Azul, consideradas unas de las más importantes de África. Estaba a 30km y fue un trayecto corto de una hora, amenizado por decenas de moscas que costaba espantar. El bus nos dejó al pie de un camino que subía por la montaña. En la Oficina de Turismo nos habían indicado que había que seguir el camino siempre a la izquierda. 

El sendero estaba muy concurrido, con gente que iba al mercado con sus fardos y sus burros cargados. Algunas mujeres transportaban grandes haces de leña sobre la cabeza. Todo el rato teníamos que apartarnos para dejar paso a los burros. Atravesamos el puente portugués de Tis Issat, el primer puente de piedra de Etiopía.





Las vimos desde arriba y bajamos hasta el río. El río Nilo Azul nacía en Etiopía, en el Lago Tana, y discurría por Sudán, donde se unía, en Jartún, con el Nilo Blanco, para formar el gran Nilo. Las cataratas eran más grandes de lo que esperábamos. Fuimos en octubre, después de la temporada de lluvias, que era de junio a septiembre, y llevaban mucho caudal de agua. Las nubes de vapor de agua nos empaparon. Hasta vimos formarse un arco irisTis Abay en amárico, significa “agua humeante”.





Recorrimos todo el camino lateral hasta cruzar el río por un vado, donde nos llegaba el agua hasta las rodillas. Por ahí cruzaban los que iban al mercado. Unos niños quisieron acompañarnos. Luego andamos el camino por el otro lado. Andamos, andamos y andamos. Seis horas de caminata viendo las cataratas desde todas las perspectivas y todos los ángulos posibles. Nos embarramos los pantalones hasta arriba. Barro del Nilo Azul. Las cataratas lo merecían. Eran impresionantes y espectaculares!






Nota:  Vimos las cataratas en octubre de 1998, cuando viajamos a Etiopía. Posteriormente  construyeron una central hidroeléctrica, que disminuyó su caudal.

martes, 20 de octubre de 1998

LAS IGLESIAS CIRCULARES DEL LAGO TANA

El Lago Tana era el mayor de Etiopía. Lo vimos desde Bahir Dar, una ciudad bonita con una larga avenida con palmeras y casas de colores de planta baja. Curioseamos su mercado, con puestos de telas estampadas. Y allí probamos los zumos naturales de aguacate, muy ricos. 

En el lago había 30 islas, y 19 de ellas tenían iglesias y monasterios ortodoxos de los s.XIV-XVII, a los que solo se podía acceder en barco. Quedamos con un barquero para que nos llevara. Tardamos una hora en llegar a una isla cubierta de vegetación. No se veía ningún embarcadero, y entre la vegetación encontramos un pequeño hueco con piedras para bajar a la isla. 


 

El sendero era pedregoso y bonito, entre vegetación, higueras y otros árboles. Llegamos al Monasterio Ura Kidane Mehret, uno de los dos que permitían la entrada a mujeres. Era una gran estructura circular, con tejadillo cónico de cañizo, coronado por una cruz ortodoxa. A simple vista no parecía un monasterio ni una iglesia. Nos recibió con una sonrisa un monje envuelto en ropajes amarillos, con un casquete del mismo color, y con un báculo largo. 

Abrió el monasterio con unas grandes llaves de hierro y vimos su interior. Había un pasillo circular y luego otra estructura concéntrica, con grandes portones de madera. El suelo estaba alfombrado con esteras. Había que descalzarse para entrar. Leímos en la guía de la Lonely Planet que era necesario vigilar las picadas de las pulgas. Pero tuvimos suerte, ni las notamos ni nos picaron. En un rincón había grandes tambores y otros instrumentos para los rituales religiosos.



Las paredes del interior tenían coloridas pinturas murales de tema religioso, con santos etíopes, y estilo naïf. Había hombres montados a caballo, o una barca con los apóstoles de la que asomaban todas las cabecitas amontonadas simétricamente. Eran como viñetas de diferentes historias. Hasta había una representación de San Jorge sobre un caballo, luchando con el dragón. Algunas pinturas estaban cubiertas con largas telas que colgaban del techo, y que los monjes recogían como cortinas.




En otra isla visitamos la Iglesia Debre Mariam. También tenía en su interior pinturas murales, representando angelotes y grandes tambores para los rituales religiosos. Otro monje, también vestido de amarillo, nos mostró las reliquias, un manto y un libro sagrado. Fueron varias horas de excursión y nos encantó navegar el lago Tana y visitar aquellas iglesias peculiares.